v e i n t e

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Me bajé del auto junto a Caleb y el frío de la noche golpeó mi cara. Exhalé una nubecilla de vapor y me acerqué a los policías que ya preparaban todo alrededor del parque. Caleb sostenía el bolso con el dinero, y se lo entregó a uno de los policías.

—¿Está todo?—la mujer que recibió el bolso lo abrió para verificar que todo estuviera en orden.

—Si, exacto. —sonreí apenado y la mujer asintió también sonriendo y puso una mano en mi hombro.

—Nosotros nos encargaremos, confíe. —se alejó a hablar con otros policías. El oficial que había conversado conmigo en la estación de policía se acercó a mi con un chaleco anti-balas y me lo entregó. Me saqué la esponjosa chaqueta que llevaba y me coloqué el chaleco. Me coloqué la chaqueta nuevamente y la cerré hasta mi cuello, así no se veía lo que había abajo. Me mostró un teléfono y yo fruncí el ceño.

—Cualquier pedido que tenga Taylor, se hará mediante este teléfono, al otro lado de la línea, estará nuestro negociador—apuntó al mismo hombre que se presentó en mi casa y preguntó por mi dinero. Yo asentí y lo puse en el bolsillo derecho.

—Son las 11:50 caballeros, todos a sus posiciones—habló el oficial por un walkie-talkie y todos los policías dejaron de hacer lo que hacían para prepararse. Incluso los francotiradores que estaban reunidos recibiendo órdenes, comenzaron a correr hacia los edificios donde se colocarían. Suspiré mientras el latido de mi corazón se aceleraba y sequé el sudor de mis manos en la chaqueta. El oficial se acercó una vez más a mi, y me entregó el audífono. Me lo colocó él y también conectó el micrófono, que se encontraba en el forro interno de mi chaqueta, a la altura de mis clavículas. Mi corazón latía con fuerza. Mis manos temblaban. Mis ojos se cerraban. Mis ojeras aumentaban. Quería acabar con esto rápido. Quería tenerla en mis brazos, ahora ya.

Suspiré por milésima vez y le asentí al oficial, mostrando que estaba preparado. Me entregó el bolso y apretó mis hombros.

—Suerte— me dijo sonriendo. Le sonreí tristemente y me di la vuelta, entrando al parque. Estaba absolutamente oscuro, a excepción de pocos faroles que iluminaban los estrechos caminos de baldosas. Caminé rápidamente, mirando hacia todos lados, mientras el corazón se me escurría por la garganta. Divisé el árbol al costado del parque, pero no había nadie, ni nada. Me congelé por un segundo, y luego vi la silueta de Taylor asomarse por detrás, sujetando a una temblorosa Arianne por el cuello.

—¡Pero mira! Si es un perrito obediente— hizo un puchero y luego soltó una larga risa, que resonó por las oscuridades del parque. Se paró junto a el único farol encendido y las pude ver; Taylor tenía bolsas rojas bajo los ojos, el pelo enmarañado y la ropa alborotada, al igual que Arianne. Di un paso hacia ellas, pero inmediatamente Taylor apuntó el arma hacia la cabeza de Arianne. Levanté las manos mientras mi estómago se apretaba cada vez más. Miré a Arianne a los ojos, las lágrimas no dejaban de escurrirse por sus mejillas, sus rodillas temblaban y sus manos también. Su cara se veía huesuda, como si no hubiese comido en meses. Se veía como un cervatillo recién nacido; se veía débil.

—Tira el bolso— apuntó al suelo bajo mis pies con la pistola. Solté el bolso sobre mis pies y volví a levantar las manos. —Ábrelo y cuéntalo— me agaché lentamente y en silencio, sin dejar de mirarlas y abrí el bolso. Conté los fajos de billetes en voz alta y Taylor asintió. Cerré el bolso y volví a enderezarme.

—Ya está— dije y mi voz se quebró.
—Déjala ir.

—¿Por qué debería?—sonrió y pude jurar que me desplomaba en el suelo. ¿Qué más quería esta sicópata? ¿A mi? ¿Mi cuerpo? ¿El de Arianne? ¿Mi dinero? No se me terminaban de ocurrir las cosas que quería. Necesitaba terminar con esto rápido, estoy al borde del colapso.

—Ya tienes lo que pediste, ¿no?— cerré mis manos en puños.

—¿Crees que soy imbécil y la policia me va a dejar irme en paz? Llámalos y diles que quiero un auto con vidrios blindados, no uno de policía, uno común y corriente— asentí y levanté las manos.

—Tengo un teléfono justo aquí, déjame entregártelo— apunté mi bolsillo de la chaqueta y ella me apuntó.

—Levanta el otro brazo y saca el teléfono lentamente— dijo, sin dejar de apuntarme con el cañón del arma. Hice caso a su orden y saqué el celular a la vista. —Lánzamelo— seguía apuntándome.

Y lo lancé.

Pero no hacia ella.

Tiré el teléfono hacia arriba; hacia la oscuridad de la noche y Taylor se distrajo lo suficiente como para ser golpeada por Arianne en la mandíbula, con un cabezazo que la aturdió. Arianne se soltó de su agarre y corrió hacia mi.

—¡LIMPIO!— grité con todas mis fuerzas y un sonido simultáneo desgarró el aire, mientras me desplomaba a mis pies, al igual que Taylor, que caía abatida al suelo.

—¡Alex!

Mi estómago ardía.

—¡Alex!— el llanto desesperado de Arianne me trajo de vuelta. Me dolía el disparo de Taylor en el estómago, pero no lograba reunir la fuerza para hablarle, y decirle que llevaba un chaleco de balas. Escuchaba los gemidos de Taylor en el suelo y miré a Arianne sonriéndole. La policía llegó a la escena rápidamente y se llevaron a Taylor en una ambulancia.

—¡Alex!— Arianne seguía llorando y por fin balbuceé.

—Chaleco de balas— me tiré de espaldas al suelo y Arianne rompió a llorar en sus rodillas. El disparo en el chaleco fue como 5 golpes en el estómago. Me sentía sin aire.

Oficiales se acercaron a Arianne y a mi y nos socorrieron. Se llevaron a Arianne a otra ambulancia y a mi me enderezaron en el pasto, mientras sacaban rápidamente mi abrigo y el chaleco de balas. Miré mi abdomen y una marca rojiza yacía cerca de mi costilla. Ardía, y dolía. Me colocaron una bolsa de gel helada y me volvieron a abrigar. Estaba aturdido, no sabía qué hacer. No sabía donde estaba Arianne, ni Taylor. Caleb se plantó frente a mi y sujetó mi cara mientras lloraba a cántaros. Me abrazó y yo palmeé su espalda lentamente. Se soltó y corrió hacia algún lugar entre los policías a la lejanía. Me paré con la ayuda de la policia y se me acercó el oficial que dirigió la operación.

—Bien hecho— apretó mi brazo, y sin decir más, se fue. Mis costillas dolían, apenas podía mover mi tronco.

Me dirigieron a donde estaba Arianne. La revisaba una mujer, no paraba de llorar. Cuando me vio, se levantó y corrió hacia mi. La envolví en un abrazo mientras rompía a llorar en mi pecho. Besé su cabeza y acaricié su espalda suavemente. Olía mal, pero no importaba, la tenía de vuelta, sana y salva en mis brazos. Su cuerpo apretujaba la bolsa de hielo en mis costillas, pero aguanté el dolor.

—Se acabó, cariño, se acabó.


HJSKAJSKDKSNDKDK VOLVÍ EN FORMA DE FICHAS

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2018 ⏰

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Señorita [DMAF#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora