Sophie estaba acostada en una posición rara típica de adolescentes; o, más bien, de gatos. Sus piernas estaban flexionadas de manera horizontal sobre su cama, mientras que, su cintura colgaba de esta y su cabeza estaba en contacto con el suelo. Ella sostenía entre sus manos una pequeña revista que había tomado prestada de la sala en la que estaban los empleados. Era de chismes de adolescentes. Las revistas que anteriormente su madre no le permitía comprar y debía conformarse con encontrarlas en formato pdf meses después de su publicación.
Ella deseaba tanto tener un móvil justo en este momento. Le gustaría conectarse con las personas que ama, escuchar y descargar música y ver fotos. Como a toda chica. ¿Por qué le pasaba eso justo a ella? Se lo preguntaba todos los días y lo único que conseguía era crearse grandes nudos en la cabeza hasta que terminaba por dormirse.
De pronto, ese pensamiento volvió a surgir en su cabeza. Pero aún más fuerte al pensar en todas las cosas que se estaba perdiendo. Si tan solo tuviera acceso a internet todo sería más llevadero, llenaría el vacio husmeando por ahí, en redes sociales. Pero ahora, estaba sin nada, solo una revista que prometía contar todos los chismes del mes. Ya no podía concentrarse en leer, pasó solo mirando los títulos para ver si alguno captaba su atención.
— Hola — esa voz, tan masculina y llamativa hizo que Sophie pegara un brinco (si es que eso era posible) el cual acabo en una revista volando por los aires, su cabeza golpeándose ferozmente contra el piso de madera y al final todo su cuerpo chocando brutalmente contra la madera. Dejando a Soph en una rara posición en la que, de alguna forma, miraba hacia el piso con el que había impactado hacia un instante y besaba uno de sus brazos, mientras el otro tenía una página de la revista de chismes. Su pierna izquierda dibujaba un ángulo de noventa grados, ayudado por la cadera, y otro más por la forma en que la tenía flexionada. No sabía cómo había acabado así. No había sido tanto de todas formas.
Se incorporó rápidamente, y miró al joven desde abajo.
— Y este es el momento en que te ríes de lo torpe que fue mi caída.
Él rodó los ojos y se sentó en la cama, luego de atrapar la revista que antes Sophie mantenía en sus manos.
— Esto no es tuyo. Lo percibo.
Sophie rio y se dijo internamente que él solo estaba bromeando.
— Claro que no. — respondió — de todas formas, ¿cómo lo sabes? - indagó, sintiéndose estúpida por preguntar aquello, era obvio que si él trabajaba allí conocía las reglas. Tal vez, la locura ya estaba haciendo efecto en ella.
— Solo lo sé.
— Vamos, es obvio que conoces las reglas.
— ¿Reglas? — indagó, como si desconociera el uso dado a aquella palabra. - Sí, las que sirven para medir cosas. - respondió despreocupado - ¿Qué problema hay con ellas?
— ¿En serio no sabes lo que es una regla, una ley?
— De donde vengo... no había de esas cosas. Solo prohibiciones. Supongo que es lo mismo — Explicó. Sophie no sabía que decir, estaba claro que él no era de otro planeta, así que únicamente se le ocurría que en su casa eran estrictos.
— Un hogar duro — dijo en cambio, arrepintiéndose al instante. Se lo pensó unos segundos, pero al fin prosiguió - ¿Tenían una especie de lista sobre cosas que no debían hacer?
— No era una casa. Y sí, teníamos una lista, pero no era de prohibiciones, era sobre las cosas que podíamos hacer. — ella pensó unos segundos más, no podía entender cómo era posible limitar a una persona a hacer únicamente lo que dijera una lista.
— ¿Era una lista larga?
— No. — Sophie se limitó a contestar con un pequeño "mmh". Y, él al percibir que ella no lo había comprendido se sintió obligado a explicarlo. — Sabes lo que tienes que hacer aquí?
— Sí. No olvides que llevo aquí dos meses. - respondió ella.
— Bien, si no me equivoco, las cosas que debes y puedes hacer son muy limitadas. Algo parecido me ocurría. Antes.
— Y, no lograste. No sé ¿Acostumbrarte a las reglas o leyes o como las llames?
— ¿A qué te refieres?
— Trato de decir que si no te sucedió que estuviste tanto tiempo bajo el poder de ciertas normas que te acostumbras a ellas. Se vuelven algo más en tu vida. Como una rutina o un hábito.
— Te aseguro que, si metes a un canario dentro de una jaula, puedes dejarlo meses de su vida allí. Pero en cuanto abras la jaula escapara.
— ¿Te refieres que cuando re reprimen y tienes la oportunidad de librarte de ello lo haces como lo haría un resorte?
— Exacto.
Sophie no estaba acostumbrada a que usaran tantas ilustraciones para explicarle las cosas. Era cosa que según creía solo los ancianos sabios hacían para enseñar una lección a los jóvenes a su alrededor. Pero este joven resultaba un tanto extraño; tenía la apariencia de no ser el típico chico lindo que amaba salir de fiesta. Era más como serio y aburrido. Pero a Sophie le agradaba, era la única persona que se atrevía a hablarle.
— ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? — indagó luego de un rato.
— Cazar — respondió él. La cabeza de Sophie comenzó a dar vueltas. Odiaba la caza furtiva y todo tipo de maltrato hacia los animales. En su interior sintió un leve desprecio hacia el joven.
— Pues, entonces, eres un idiota. — espetó, mordaz.
— Se lo que piensas, no cazo animales — esa pequeña pausa hizo que la curiosidad de ella se elevara hasta las nubes, ¿qué era lo que él cazaba si no se trataba de animales? ¿insectos? ¿O, era tal vez una metáfora? — Pero si te explicara lo que pasa por mi cabeza, creerías que en lugar de trabajar aquí debería estar encerrado en uno de estos tantos cuartos.
— No pensaría eso. — replicó con un deje de curiosidad en su voz y brillo en sus ojos. — puedes confiar en mí.
— Realmente no lo sé. Eres joven, no te gustaría verte metida en esto. Pero, tal vez lo haga más adelante. Es decir, apenas sí te conozco.
Ella reparó en ello, era cierto. No conocía ni el nombre de él, pero creía poder guardar sus secretos. De todas formas, no le desagradaba y quería. Más bien, haría un gran esfuerzo por conocerlo y quizás lograr ser su amiga.
— No eres de confiar en las personas, ¿No es cierto?
— Tienes razón, nadie en la vida me ha dado una razón para hacerlo. — Él sabía que si no salía de allí ella comenzaría a hacer preguntas sobre su vida y pasado que no estaba dispuesto a responder. Pero no podía tratarla de forma brusca. No aún. — Lo siento Sophie, debo volver a mi trabajo. — Explicó dando por finalizada la conversación.
Se levantó dispuesto a salir rápidamente de allí. Necesitaba generar una amistad con la joven. Pero, al parecer a ella no le interesaba mucho aquello, no sabía siquiera si estaba interesada en hablarle. Se preguntaba si hacia bien lo que debía para que ella se viera interesada en él. Una pequeña mota de interés era lo que le hacía falta para saberlo.
— Aguarda un momento. — Dijo ella, él volteó. Un tanto perplejo. — aún no sé tu nombre.
— Alex, soy Alex — contestó con el tono grave de su voz y desapareció tan rápido que no le dio tiempo a Sophie de decir nada más. Sin embargo, la sonrisa que ilumino su cara, no desapareció con rapidez. Era la señal que el necesitaba. Ella estaba interesada en él.
Pido disculpas por la brevedad en el capitulo, hacia tiempo que no publicaba y si no lo hacia hoy, con lo poco que tenía, no lo haría hasta la próxima semana. Espero que la historia les guste y me apoyen.
Saludos.
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Alex
Mystery / Thriller⭕Primer Lugar en los Toxic Awards 2018 en la categoría Misterio/Suspenso. ⭕Ganadora del segundo puesto de los Oscars Wattpad 2017 en la categoría Misterio/Suspense. Al ser encerrada en un execrable y lúgubre sanatorio mental, Sophie, se resigna a te...