Alex

6. "Brandy"

Ella no estaba consciente cuando había ocurrido, pero, estaba fuera del lago. Escupiendo agua, que no sabía que se encontraba en sus pulmones, liberándolos. Su ropa, mojada, al entrar en contacto con el aire, le dio la sensación de que no podía encontrarse más gélida. Luego de, entender que estaba tendida en el suelo, aquel que unos minutos antes había admirado, se incorporó y lo primero que hizo, fue buscar los verdes ojos de Alex. Estaba enojado. Muy enojado. En su mano sostenía un cuchillo, ahora cubierto por una mezcla gelatinosa de color verde pantano.

— Cuando te dije que eras estúpida, no lo decía en serio. Gracias por demostrarme cuanta verdad ocultaban mis palabras. — murmuró satírico.

— Alex, yo... realmente no lo sabía.

— Por ello te advertí. Te dije "Sophie, No. Toques. Nada" — objetó, haciendo ademanes.

— Escucha, Alex. ¡Cómo iba yo a saber que los experimentos encerraban caballos asesinos? No digas que me advertiste, porque es innegable que no tenía el panorama completo. Y, a decir verdad, sigo sin contar con él.

— Vamos, ¿Acaso ibas a creerme si aparecía en aquel horrible edificio y te decía "vamos, hay científicos locos que de no salir van a matarte"? ¿O, si al salir te decía "ten cuidado con los kelpies, sí, aquellos animales místicos, esos que no existe en realidad, pero, se precavida porque uno puede matarte"? ¿Ibas a creerlo? — Sophie volvió a sentirse avergonzada y su mirada se clavó en el césped — ¿Sabes qué? Yo voy a responderte; No ibas a creerme. Porque al fin y al cabo eres solo una niña, no puedes entender como la maldad difiere de algo bueno. Y, no soy una persona tolerante. Por lo que, sería bueno que empieces a demostrar madurez, de lo contrario, te dejaré a medio camino. Y, te aseguro, sin mi ayuda morirás, en cuestión de segundos.

Aquellas palabras, no solo enojaron a Sophie, sino que, también la horrorizaron. Sin embargo, decidió no echar leña al fuego, que en este momento Alex era, y asintió. Sus ojos escocían, tal vez se debía a que sentía que su vida nunca sería normal. ¿Huir? ¿De qué debían esconderse? ¿Por qué debían evitar contacto con cualquier cosa? Sin embargo, trato que sus pensamientos se disolvieran en un vaso de optimismo.

— Bien. — respondió, ella, mordaz. Y, sin más siguieron caminando. Hacia solo Alex sabía dónde. Porque, Sophie realmente, no reunía el valor para despegar los labios y hacerle aquella inocente pregunta (¿Adónde vamos?) Al fin y al cabo, hacía nada mas de unos cuantos segundos. Él le había exigido que madure y, esa era de las principales cuestiones que caracterizaba a los niños. Aunque en su interior estaba intranquila y no podía dejar de pensar eso.

— Vamos hacia mi cabaña. Sé que querías saberlo, ya has estado allí, ¿recuerdas?

— No. — Su tono era mordaz. Sin embargo, no estaba enojada, simplemente no podía concentrarse en nada por más que lo intentaba. Recordaba la cabaña, pero no tenía ganas de entablar una conversación con Alex.

— ¿Vas a hablar con monosílabos en toda la conversación?

— No lo considero una conversación. — Sophie, encerrada en una burbuja de acritud, no era Sophie. Alex, por su parte, sentía que su mente no iba a soportar más el tener que lidiar con una adolescente caprichosa, quizás sus padres, al igual que él tenían una escasez de paciencia. Por ello, no la soportaron y acabaron por encerrarla en un sanatorio mental, a base de pretextos. Era una opción, considerable por el hecho de que ella, no estaba loca. No obstante, no iba a liberar sus pensamientos. Ella no era una persona insensible y, había que saber tratar con las personas normales.

— Está bien, hagamos que lo sea. — Dijo, luego de una pequeña reflexión.

— ¿Qué? — ella lo miró perpleja. Sin entender como el carácter del joven a su lado podía ser toda una variable. Volvió a considerar la posibilidad de que el fuera solo un psicópata más del manicomio, sea como fuere, habían escapado –ambos- de aquel lugar. Y, Alex parecía sufrir trastorno bipolar o trastorno de identidad disociativo.