Alex

15. Sin mirar atrás

Debido a la gran pérdida del torrente sanguíneo, Gvanye quien veía absolutamente todo brumoso, creyó ver a un Garin acercarse, ¿o eran tres? Barry, la cargó hasta su cuarto, la depositó en su cama y comenzó a hurgar entre los medicamentos, en busca de uno que sirviera para que Gvanye cesara de delirar. Había intentado entablar una especie de conversación en el camino, cuando la traía en brazos, mientras que la sangre que salía de su espalda, no evitaba dejar pistas de hacia donde se dirigían.

Cuando Gvanye al fin estuvo consciente, estaba sola, en su habitación preferida, la más dolorosa. Siempre que debía ser la parte fundamental en algún experimento, era trasladada a ese cuarto. Cada cuarto, en ese hospital, poseía un nombre grabado en una placa que descansaba sobre el marco en la pared, en el borde superior de la puerta. Algunos nombres eran tan simples como Cocina; Laboratorio y otros eran más complejos. Como el de Gvanye. Éxyphigat Gvhe era la frase que descansaba sobre la puerta de su habitación, recordándole, cada vez que la observaba, que no era más que un experimento.

Se vio tan inmersa en sus pensamientos que se sorprendió al ver una aguja intravenosa en su brazo. Intentó enderezarse, pero un dolor que se extendió desde su espalda hasta llegar a su sien, se lo impidió. Inmediatamente las imágenes de lo que había sucedido, irrumpieron en su cabeza. No estaba cansada, solo quería levantarse y propinarle una buena paliza a Alex.

Garin se hizo presente en el cuarto justo para verla intentando levantarse, se quedó a observarla por unos segundos antes de decir nada, cuando Gvanye estaba sola se mostraba más natural, no se centraba en las cosas superficiales, ni intentaba esconder sus defectos. Se veía mejor así, pero Garin no iba a decirle nada, sería extraño mencionar que la observaba a veces, mientras ella creía que nadie lo hacía. Porque de esa manera, únicamente lograría que Gvanye se pasara todo el rato siendo superficial.

La susodicha no tardó en levantar la cabeza y ver a Garin, con una bandeja, recostado en el marco de la puerta. Inmediatamente, se irguió, a pesar del dolor que cubría todo su cuerpo, comenzando en su espalda, Garin sonrió, era de esperarse que hiciera aquello.

-Barry me comentó que no podías parar de pronunciar mi nombre hace un rato-.

-Claro que no-. Se apresuró a contestar, sabía que de seguro lo había hecho, era lo que odiaba de delirar, cuando una persona delira dice cosas que no debe, revela en un acto de negligencia involuntaria todo aquello que se a empecinado en ocultar. Ahora, a causa de creer que Garin la había encontrado, y se había encargado de traerla, estaba en medio de un malentendido.

-Traje un poco de sopa, Barry salió a buscar a Sophie-. Garin, comenzó a acercarse, posando la bandeja sobre la mesita de luz y sentándose en la cama de Gvanye-. Esta perdida, ¿Sabías algo? -Garin observó a Gvanye directamente a los ojos, estando seguro de que ella sabía perfectamente que había sucedido con Sophie.

-¿Barry me trajo hasta aquí?, creí que fuiste tú-. Observó intentando llevar a la conversación hacia otro lado.

-Creí que no habías pensado en mí.

El comportamiento de Garin, comenzaba a fastidiar a Gvanye. Realmente lo hacía.

-Creí que eras inteligente-. Escupió Gvanye, logrando que Garin guardara silencio. No se sintió bien en absoluto, sus manos comenzaron a sudar y temblaban ligeramente. Buscaba la mirada de Garin y él se negaba a mostrarla. Debía pedir perdón, pero para Gvanye pedir disculpas era como pararse frente al enemigo, sacar una espada y lastimarse a uno mismo y como si eso no fuera suficiente, luego había que entregar la espada al enemigo y dejarse golpear. Porque el suplicar por perdón es arriesgarse a ser humillado. Y eso, es una dolorosa puñalada al orgullo innato.

El silencio parecía abrumador y no sabía que era peor, la molestia que sentía en su cuerpo, aquella que no se sacaría hasta que Garin entendiera que no quería molestarlo o el saber que iba a apuñalar a su gran orgullo. Suspiró.