Capítulo 10

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Anthony y Giselle veían desde la entrada a la multitud de adolescentes danzantes congregados en la amplia sala de estar. El olor a sudor, alcohol y múltiples perfumes ahogaba el aire del lugar.

—Te dije que vendría todo el mundo —gritó Anthony a Giselle para hacerse oír a través de la música, la joven asintió con una sonrisa, se inclinó hacia él y exclamó.

—No sabía que Michelle Brown vivía en una casa tan grande, mira todo esto, vaya.

Anthony asentía mientras apreciaba el lugar, pero entonces de entre la multitud de bailarines vio a una jovencita corriendo. La observó mirar hacia la salida con cara de sufrimiento y virar al instante hacia las escaleras. No menos de un par de segundos después Richard aparecía saliendo de entre la multitud y siguiendo a la joven mientras gritaba su nombre. Anthony tragó saliva, si Richard estaba ahí, seguramente sus otros amigos también.

—¿Quieres que vaya por una cerveza? —vociferó Giselle entre el clamor de grititos de euforia de los adolescentes bailarines.

—Déjalo, estoy bien. —Giselle apretó el brazo de Anthony, él la observó y no pudo evitar besarla en la boca. Ambos sonrieron y decidieron flaquear a los danzantes para dirigirse al frio aire del jardín, en donde sí podía respirarse con tranquilidad.


La segunda planta en la casa Brown.

Richard tenía la respiración agitada, Althea seguía presionando la puerta para evitarle entrar, pero entonces él podía escuchar los sollozos de ella a través de ésta.

—Oh, por Copérnico. —Richard giró el rostro, un jovencito del club de matemáticas veía fijamente su mano izquierda como si acabara de descubrir que la poseía. Frente a él había dos jovencitas, que a simple vista podía saberse que eran animadoras, reían mientras lo observaban decir incoherencias—. Esto es un milagro de la biología señoritas, un milagro el cuerpo humano.

Era evidente lo ebrios que estaban aquellos tres. Richard volvió su rostro hacia la puerta que lo separaba de Althea y esa vez ya no fue tan indulgente, utilizando una mínima fuerza empujó la puerta y la abrió en su totalidad. Althea retrocedió, su rostro empapado en llanto y sus manos temblorosas. Richard entró en la habitación que estaba ocupada solo por unas máquinas de hacer ejercicio y cerró la puerta tras de sí.

—Richard, por favor, por lo que más quieras, vete. —La voz de Althea temblaba. A Richard en cambio comenzaba a desesperarle aquella situación. Intentando conservar la calma, metió las manos en los bolsillos de su pantalón.

—¿Irme y dejarte en este estado? No lo creo. —La joven lo miraba con ojos suplicantes, él prosiguió—. ¿Por qué me has estado evitando? ¿Qué es lo que sucede con Albert? —Ella dio un respingo de sorpresa, pues ignoraba que Richard estuviera al tanto del nombre de su primo.

—No sucede nada que deba importarte.

—Uh, ya. ¿Qué te hace pensar que no debería importarme? ¿No crees que esa decisión es solo mía?

—Richard, mírame.

Hubo un silencio, Richard contempló con detalle a la chica frente a él y por extraño que pareciera, y a pesar de lo extraño de la situación, la encontró más hermosa que nunca. Era la primera vez que le veía mostrar las piernas en un delicado vestido rojo, llevaba sandalias de corcho, el cabello enmarcaba su rostro y sus mejillas, que a pesar de la humedad de las lágrimas, estaban enrojecidas. Richard se encogió de hombros.

—¿Qué se supone que debo ver? —Una lágrima nueva surcó la mejilla de la joven. Se señaló a sí misma con manos temblorosas y anegada en sollozos contestó más alto de lo que había planeado.

[[PAUSADA]] Ugly [El monstruo del instituto Rivers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora