Centro Policial de New Jersey. Diciembre del 2000
El oficial David Browser miraba la pizarra que cubría casi la totalidad de la pared situada atrás de su escritorio. Tenía los brazos cruzados, las mangas de su camisa blanca arremangadas, una mueca de preocupación y un reguero de papeles sobre su escritorio. La pizarra mostraba las fotos de Camille Fletcher y Michelle Brown, ambas jóvenes de dieciocho años y estudiantes del último curso.
Browser se frotó la cara y exhaló un suspiro, la puerta de su despacho se abrió y un hombre de unos treinta y dos años entró luego de dar los buenos días. El hombre se llamaba Henry Miller y le mandaron de otra ciudad para ayudar con el caso.
Eso había molestado al oficial Browser, llevaba tantos años en la policía, había resueltos tantos casos, que la llamada de un oficial más joven que él y que aparte venía de otra ciudad era para él poco más que un insulto.
Sin embargo se esmeraba por tratar lo mejor posible al joven, después de todo, los casos que él había resuelto a lo largo de su carrera fue lo que en su labor se conocía como: típico. Un asesinato a manos de un marido celoso, o una esposa ambiciosa que había envenado a su marido con la esperanza de cobrar su seguro de vida.
Pero ese caso se perfilaba diferente. Si todas las señas que tenían hasta el momento eran correctas podía estar presente frente a lo que más teme una comunidad y la policía estatal. Una asesino en serie.
Ambos oficiales estuvieron todo el día revisando las pistas halladas en las escenas del crimen, las declaraciones de los testigos y cada segundo que pasaban estaban más lejos de resolver el caso. Propusieron hipótesis, intercambiaron ideas, fue tanto el tiempo que emplearon que el oficial Browser comenzó a notar que su desagrado inicial por el joven detective Henry Miller empezaba a desaparecer.
Pero mientras ambos oficiales se deshacían los sesos intentando encontrar similitudes, pistas contundentes o si quiera una hipótesis aceptable, su asesino, ese que tan desesperadamente buscaban, se reía en una habitación pulcramente ordenada.
En una casa no muy lejos del instituto Rivers, en una habitación que no parecía de un adolescente, el asesino de ambas jóvenes contemplaba su ropa ensangrentada con una sonrisa mientras rememoraba detalles de los crímenes cometidos en octubre y diciembre.
Recordó la cara de Camille Fletcher cuando sintió el corte en su garganta, recordó como la sangre brotó de su cuello mientras inútilmente forcejeaba por su vida, recordó como Camille cayó al suelo, aún viva. Recordó el brillo de la muerte en sus ojos. Recordó sus sollozos. Recordó cómo se hincó sobre su cuerpo y comenzó a tallar el nombre Julie sobre el abdomen de la joven.
Su mente viajó hacia la joven Michelle. Un destello de ira viajó por su cuerpo al recordarla, matarla a ella no fue tan sencillo, pero aun así lo logró. Una llave sencilla y el filo del cuchillo desgarrando su cuello. Simple, tan simple como eso. La vida era tan efímera. Solo bastaba un drenaje de sangre en alguna parte del cuerpo y ninguna persona cerca de la víctima para que la vida te abandonara al instante.
La ira se fue y le siguió el placer. El placer de desgarrar el cuerpo de Michelle Brown. «¿Te divertiste en tu fiestesita de Halloween, querida Michelle?» Le había susurrado mientras su cuello se desangraba. Luego se había hincado, desgarrando la blusa y tallando con la navaja el nombre Julie en su abdomen.
Recordó con un grato placer como la sangre se hundía en la blanca nieve del campus y la teñía de carmesí. Sintió el calor estremecer su cuerpo al recordar tan hermosa escena. Se tumbó en su cama mientras los recuerdos de sus asesinatos le llenaban de gozo, mientras una ciudad entera comenzaba a conmocionarse por los asesinatos. Mientras el miedo comenzaba a invadir a las jóvenes estudiantes del instituto Rivers.
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[[PAUSADA]] Ugly [El monstruo del instituto Rivers]
Mystery / ThrillerEl instituto Rivers es un lugar común y corriente hasta que una de sus estudiantes de último año es asesinada. Pero no es sino hasta que aparece una segunda víctima, que el temor empieza a imperar en el alumnado, profesorado y padres de familia. Los...