[[PAUSADA]] Ugly [El monstruo del instituto Rivers]

Capítulo 23

Giselle lo había enviado a un invernadero. Richard no tenía ni idea de qué narices se suponía que debía hacer allí. De paso, había empezado a arrepentirse de la vestimenta que escogió para ir. Llevaba una chaqueta de cuero negra, una camiseta gris por debajo y pantalones vaqueros llenos de agujeros. No podía sentirse más fuera de lugar allí rodeado de girasoles, orquídeas, rosas y lilas.

Según podía ver, estaban inaugurando el invernadero. Le sorprendió no haberse enterado antes de eso, porque de hecho quedaba a pocas calles de distancia del centro comercial. Aun así, por lo que podía escuchar, tenían meses anunciando el lanzamiento del lugar. Por supuesto en inverno había estado cerrado, siendo preparado para ser abierto no más la primera empezara a vislumbrarse.

Aun el invierno no terminaba de marcharse, pero ya faltaba poco. Richard lo sabía cuándo veía como los suéteres, jerseys y pantalones gruesos comenzaban a desaparecer del atuendo de las personas. Allí en el invernadero, Richard incluso vislumbró un par de mujeres en vestido. No del todo ligeros, pero dejando al descubiertos sus piernas.

Soltó un suspiro y caminó entre los pasillos. Una mujer de mediana edad le hablaba al grupo más grande de personas que se centraban en uno de los costados del invernadero, escuchando como esta les relataba la cantidad de especímenes que allí exponían, así como el significado de algunas flores.

Miró a los lejos, hacia unas margaritas y paseó la mirada a lo largo, entonces la vio: Althea Vega. Su cabello castaño caía a los costados de su rostro, usaba vaqueros claros y una franelilla que en la distancia se podía apreciar el estampado de un gato gris en el frente. La muchacha caminaba con paso suave entre las flores. A veces se detenía y toqueteaba los pétalos. A veces, incluso, sonreía.

Richard se maravilló, había algo extraordinario en observar a una persona que no sabía que estaba siendo vista. Y era aún más maravilloso que se tratara de una persona que te aceleraba el corazón de aquella forma. Richard se imaginó caminando hasta ella, sorprendiéndola con un abrazo inesperado, hundiendo su nariz en su cuello, sintiéndola reírse entre sus brazos. Ella se detuvo frente a unas camelias, las miró ladeando la cabeza y entonces alzó la vista. Richard que se creía muy oculto descubrió lo equivocado que estaba, porque los ojos marrones de Althea se engancharon con los de él.

Allí se quedaron, cinco, diez, veinte, quien sabía cuantos segundos, o minutos u horas o años. Pudo haber sido la más hermosa eternidad. Eran solo ellos dos, sus ojos en los del otro, el hormigueo naciendo en el estómago, extendiéndose por todo el cuerpo y una certeza en ambos corazones:

«Eres mío, soy tuya, aunque nunca suceda, ¿tiene sentido si quiera? ¿Importa que lo tenga si quiera?»

***

Giselle era una maestra del camuflaje. Se sentía muy orgullosa de eso y desearía poder vanagloriarse, pero se contenía, observando la escena. Para la ocasión había escogido las prendas más inusuales para ella. Cosas que nunca usaría como Giselle Hyde. Usaba un jersey azul cielo y vaqueros sencillos. Se recogió el cabello rojo y lo cubrió con una pañoleta rosa. Llevaba lentes de sol y se paseaba por el invernadero.

Richard apareció a las tres menos quince. Perfecto. Miró en derredor, intentando mantenerse alejada del muchacho y diez minutos después llegó Althea. Giselle sonrió, alejándose para quedar cerca de la salida por si tenía que marcharse rápido sin ser vista, pero teniendo plena visual de todo el invernadero.

No fue fácil conseguir la ubicación de Althea para aquella tarde pero moviendo sus fuentes lo consiguió. Una chica de la clase de ética de Althea era la hija de una empleada del nuevo invernadero. Días antes Giselle había pedido a varias personas que conocía que si sabían algo acerca de los movimientos de los Vegas se lo hicieran saber. Pero Althea tenía una vida muy sosa y aburrida. Nunca había noticas suyas. Era como si la muchacha saliera de su casa hacia el instituto y luego del instituto hacia su casa.