Año 2010.
De: Julie confiesa.
—No puedo describirlo, no debo hacerlo. Porque no importa lo que le diga, usted jamás comprenderá lo que es, lo que se siente.
—¿Sentía placer? —Julie sonríe, esa sonrisa con la que a tantos enloqueció y convenció.
—No se trataba solo del placer Dr. Graham, se trataba de poder.
—¿Jugaba a ser Dios?
—¿Le parece que rebanar el cuello de una chica de diecisiete años es un juego?
Año 2000.
Escuela secundaria Rivers.
El calendario marcaba como fecha un lunes trece de octubre del dos mil, el reloj marcaba las nueve y media de la mañana, y un joven estudiante de último curso garabateaba un par de versos en su libreta.
«¿Dónde estás amada mía? En el infierno de tu locura, eso es seguro. Te necesito mi ángel negro, necesito tu dolor en mis manos malditas...»
—Vaya, eso es mucha pasión. —Una voz con un tenue acento inglés salía de los labios más hermosos que el joven Joshua Donovan había visto jamás. La piel pálida de la joven la hacía parecer una muñeca de suave porcelana y su cabellera negra azabache le daba un aire imponente—. ¿Puedo sentarme? Es la única mesa libre.
El joven de mirada oliva asintió. No solo era la primera vez que alguien del instituto que no fuera su hermano o sus amigos quería sentarse junto a él, sino que era también la primera vez que una joven tan hermosa se dignaba siquiera a hablarle, al menos de forma sincera y eso no fue todo, en tan solo treinta minutos ambos jóvenes descubrieron como eran de parecidos. Ambos oían la misma música, veían las mismas películas y también sentía una cierta y escalofriante atracción por asesinos seriales famosos.
—Te lo digo, Jane, Ted Bundy era un loco de mierda. ¿Sabes a cuantas mujeres mató?
—Estás loco, Donovan. Aileen Wuornors le lleva ventaja. Un hombre puede someter fácilmente a una mujer. Pero ella no mató solo a un tipo, sino a siete y mejor que eso, se les paró de frente. No con venenos ni cosas sutiles, sino apuntándoles con un arma.
Un pequeño parque.
Unos acordes tenues resonaban en las inmediaciones del parque, unos acordes de guitarra acústica que probablemente pertenecía a alguna canción de The Misfits. ¿El dueño de aquella guitarra? Anthony Phillips, un joven de conducta rebelde, amante del peligro y lo ilegal. Un pircing adornaba su nariz, ese pircing por el que le habían sancionado en su escuela el viernes a media mañana y el motivo por el cual aquel lunes no se hallaba en clase de algebra.
Mientras tocaba las cuerdas de su guitarra la imagen de Giselle rondaba sus recuerdos. Aquella chica con la que tuvo relaciones hacía solo una semana atrás y que lo tenía completamente loco, aquella por la cual él sería capaz de matar a quien fuera. Aquella por la cual se había distanciado de sus amigos desde que la conoció. ¿Hasta dónde lo llevaría la joven Giselle? Él no podría saberlo, pero una cosa era segura. Por esos ojos color miel, él haría lo que fuera.
Clase de historia de 4to curso.
—¿Tu qué dices, cuatro ojos? —Y ahí estaba la perdición del joven Michael, un metro sesenta y ocho de pura maldad, una cintura perfecta, una cabellera perfecta, una piel perfecta, pero una personalidad del demonio. Michael la observó, ¿cómo podía estar tan perdidamente enamorado de semejante demonio oxigenado?—. ¡Te estoy hablando, Friki!
—Ya lo sé, Candy. Y pienso que no es buena idea, no creo que la profesora Imelda desee leer un ensayo prolongado sobre él Malleus Maleficarum. No sé si lo has leído, pero es bastante fuerte para una señora como ella.
Sus labios se abrieron en una sonrisa que Michael sabía era un presagio de una nueva burla de la jovencita de dieciséis años Candy y en efecto así lo fue. Cobarde, marica, loco e idiota fueron parte de los insultos que Michael oyó aquella media hora. Lo más extraño de todo era que por más maligna que Candy Jensen fuera con él, él estaba feliz de tener que trabajar a su lado. Porque quizás era terrible tener que soportar sus insultos, pero más terrible era no tenerla cerca.
Un pasillo de la secundaria Rivers.
Richard Mintz tenía el cabello en rulos, era bastante más alto que el resto de sus compañeros y sus amigos lo consideraban el cerebro del grupo. Richard caminaba aquella mañana de inicio de semana por los pasillos de su escuela secundaria sin saber que sería el descubridor de un hallazgo espeluznante. Un hallazgo que cambiaría para siempre la vida en la tranquila secundaria, que cambiara por completo la vida de muchas personas, pero más terrible quizás, era el saber que al tiempo después de ese hallazgo, él y sus tres amigos se verían envueltos en todo ese remolino de muerte, sangre, sospechas y peligro.
ESTÁS LEYENDO
[[PAUSADA]] Ugly [El monstruo del instituto Rivers]
Misterio / SuspensoEl instituto Rivers es un lugar común y corriente hasta que una de sus estudiantes de último año es asesinada. Pero no es sino hasta que aparece una segunda víctima, que el temor empieza a imperar en el alumnado, profesorado y padres de familia. Los...