[[PAUSADA]] Ugly [El monstruo del instituto Rivers]

Capítulo 21

Existían días en los que Michael James se sentía medio perdido. Eso no lo comentaba con nadie, pero así era. En ocasiones pensaba que debía deberse a su edad, apenas tenía dieciséis años y no tenía ni una mínima idea de lo que deseaba para el futuro.

Allí estaba a inicio de semana, el primer día de clases, en un pasillo del instituto. Faltaba poco para que terminara la jornada escolar y él ya se había saltado dos materias ese día. Química a primera hora de la mañana e historia a final de la mañana. ¿Y por qué lo hizo? No lo sabía con certeza, pero lo que sí sabía era que no estaba en el mejor momento de su vida.

A veces pensaba en su hermano y se enorgullecía tanto de él. Luego de lo de Ojitos Grint el año anterior, Joshua tuvo la entereza y valentía de seguir asistiendo a ese instituto, había plantado cara a los burlones y abusadores, hizo frente a su corazón roto e incluso recogió los pedazos de este y los juntó de nuevo. Se dedicaba a sus clases y tenía muy en claro lo que estudiaría para la universidad: artes.

En otras ocasiones pensaba en Richard. De todos, era bastante seguro que él sería quien tendría la vida más ordenada. Richard era responsable, inteligente y fiel a sus ideales. Para la universidad ya tenía pensado estudiar economía.

Por ultimo estaba Anthony, incluso aquel chico rebelde era mejor que Mikey en muchos aspectos. Anthony no temía a nada ni a nadie. Nunca dejó que nadie se metiera con él, de hecho, el motivo por el que todos se hicieron amigos, fue porque Anthony Phillips salvó a Michael Donovan de los jugadores abusivos de baloncesto.

Mikey lo recordaba muy bien, fue la segunda semana cuando empezó la secundaria. Joshua estaba en clase y Anthony por supuesto estaba fugado de la suya. Mikey estaba en clase de gimnasia y cuando el profesor les dejó solos un instante ellos aprovecharon de molestarlo y Anthony le ayudó. Se peleó con los jugadores y luego llevó a Mikey con su hermano, diez minutos después Richard se les unió y así empezaron dos años de larga amistad que se vió interrumpida el verano del año anterior con la llegada de Giselle.

Michael lanzó un suspiro al aire mientras cerraba los ojos. Estaba solo en el pasillo, todos estaban en clases y todos sabían que harían con sus vidas en un futuro. Él no, él estaba solo, perdido, con el corazón roto. Solo por un segundo pensó en Camille y Michell. Si alguien debía morir en ese instituto no debieron haber sido ellas, debió haber sido él.

Y el timbre sonó, haciéndolo pegar un bote de susto, para luego calmarse. Que pensamientos tan grises y oscuros. Parpadeó, mirando el pasillo llenarse de estudiantes. Todos iban de salida, con rumbo a sus casas, o a actividades extra curriculares. Empezó a caminar. Esperaría a su hermano a las afueras del instituto, pero antes de llegar allí fue interceptado por la profesora Imelda de historia.

—Señor Donovan, le echamos en falta en clases, al igual que a la señorita Jensen. —Mikey se acomodó los lentes, no tenía una excusa planeada, pero no le hizo falta. La profesora tenía un trabajo en la mano, lo agitó frente a él y dijo—. En esta oportunidad se lo pasaré. Solo por el contenido de este trabajo, hicieron usted y la señorita Jensen un excelente trabajo. Sigan así.

Mikey tomó el trabajo y la profesora se retiró. Había olvidado por completo aquel deber. Se los pidieron a inicio de año escolar y hasta entonces la profesora lo devolvía. No le extrañaba, Imelda era así. Con los trabajos se quedaba más tiempo del regular y eso era porque los leía varias veces.

Mikey miró la portada, nunca leyó aquel trabajo, recordó que Candy le dijo que su hermana se lo ayudó a hacer, pero luego de que él se fuera de su casa aquel día, ella se encargó de entregarlo a la profesora y él se desentendió del tema.

Retomó el caminar mientras hojeaba el trabajo. El tema escogido fue los inicios de la medicina en la Europa medieval. Mikey recordó la primera propuesta de ella: Malleus Maleficarum. Sonrió, por supuesto se burlaba de él en esa ocasión, no pensaba escribir sobre ese tema, solo tomarle el pelo. Joshua tenía razón, Candy jamás se fijaría en él, ni en esa vida, ni en la siguiente, ni en ninguna.