Capítulo 14

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La puerta del tercer cubículo estaba cerrada, adentro, sentada en la taza, con la cabeza apoyada en las manos y los codos en los muslos, el cuerpo de Althea Vega se sacudía por los múltiples sollozos y la repulsión. Todavía podía sentir el sabor de él en su boca, todavía podía sentir las manos de él apretando con fuerza dolorosa sus brazos, todavía podía ver la mirada de asco y decepción del otro.

Se abrazó el estómago, aun llorando, con una ira que nacía en su interior y que crecía y crecía amenazando con matarla de dolor. La puerta de entrada al baño rechinó, al percibirlo, Althea reunió todas sus fuerzas para detener sus sollozos pero fue en vano, era imposible cerrar un grifo dañado.

Unas botas negras se detuvieron frente a su cubículo, más arriba de las botas se apreciaba la blanca piel de las piernas.

—¿Quién está ahí? —pronunci{o la dueña de las botas mientras golpeaba el cubículo de Althea, esta cerró los ojos.

—Déjame sola —contestó mientras un par de sollozos se le escapan.

—¿Miss Puri...? Eh, ¿Althea?

—Déjame en paz —volvió a decir Althea con voz queda.

—Eso sería ir en contra de mis principios. —Althea abrió los ojos y vio la puerta del cubículo con el ceño fruncido. La otra voz habló de nuevo—. Abre. —Sin saber por qué lo hacía, la castaña se puso de pie, con el dorso de la mano secó sus lágrimas y abrió el cubículo. Del otro lado la esperaba una joven que llevaba una falda de cuero marrón, una blusa negra en la que podía apreciarse el dibujo de un ojo y el largo cabello rojo atado en una cola alta de caballo: Giselle—. Vaya, ¿qué pasó contigo, chica? —Althea la esquivó mientras caminaba hacia el lavado. Giselle no podía dejar de mirarla—. ¿Alguien te hizo algo? Yo sé que en este instituto pueden ser unos verdaderos maricas a veces, y como tú eres, eh, bueno —Las miradas de las jóvenes se encontraron en el espejo de los lavados, la de Althea algo disgustada, la de Giselle un tanto apenada.

—¿Puritana? —Giselle se acercó.

—Lo siento, eso no fue lo que quise decir. Es solo que, ¿qué te paso? —Althea abrió el grifo, metió las manos y dejó que el agua fría se llevara parte de su dolor.

—Nada. —Las cejas de Giselle subieron hasta donde pudieron.

—Nunca había escuchado a nadie llorar así por nada.

—No me dejaste terminar la frase. —Althea se dio la vuelta y con el tono casi fúnebre, dijo—. Nada que tenga solución. —Se giró para irse, la mochila meciéndose en su espalda, al llegar a la puerta Giselle dijo.

—No tienes que cargar con tus problemas tu sola. —Althea se detuvo, con la mano tocando el pomo—. Créeme, yo sé de problemas que parecen no tener solución, pero siempre los tienen, sobre todo cuando dejas que te den un poco de ayuda. Uh, ese chico Richard, parece muy interesado en ti. —La imagen de Richard bailoteó en su mente, su mirada cargada de decepción y repulsión. Giró levemente el rostro.

—Ni siquiera Richard puede con esto.

Y entonces se marchó, con el asco aun en su boca, con las lágrimas apretujadas en sus ojos y un nudo en la garganta. Corrió por los pasillos, con las miradas de algunos curiosos sobre ella. Se fue del instituto, corriendo por las calles de la ciudad, sintiendo el frio aire rosar su cara, ese frio viento que presagiaba la proximidad del invierno. Llegó a su casa, su tía Julie aun no llegaba del trabajo, subió a su habitación, la cerró, se hincó en el suelo, observó debajo de su cama y sacó aquella blusa floreada que tenía una mancha carmesí en su manga. La apretó entre sus manos mientras las lágrimas descendían por su rostro y le quemaban el alma.

[[PAUSADA]] Ugly [El monstruo del instituto Rivers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora