señorito Astaroth

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Un abrumado ambiente era él que inundaba la casa de los Watterson en estos desagradables momentos de desesperación y dolor. Ya habían pasado las 24 horas de desaparecido. Y ahora si que la policía podía hacer algo, ya que antes se negaban a comenzar él proceso de búsquedas antes de pasadas las 24 jodidas horas.

La casa de los Watterson no era la misma. Ya no hay ese aura de felicidad y ambiente familiar, si no que ésta plagado del detestable olor a lágrimas de tristeza y desesperación.
La desesperación de cada integrante de la familia cada vez aumentaba más, al no encontrar a Gumball, todos rezaban para que al menos siga en este mundo...
Tres patrullas de policías estaban estacionadas fuera de la casa de la familia, destellando por todos lados sus radiantes luces de colores. Los vecinos se asomaban por las ventanas a ver que ocurría en la casa de los Watterson, algunos se amontonaban afuera de la puerta a preguntar directamente que ocurría. Pero era Darwin quien se encargaba de echarlos, no quería molestias. No quería que fueran a molestar y que le digan cosas que él ya sabe, solo palabras inútiles.

Darwin ya no podía llorar más, estaba totalmente destrozado por dentro. Él solo recordar todas aquellas palabras tan crueles dirigidas a Gumball... Su corazón estaba destruido. Ha llorado tanto por casi veinticuatro horas que sus lágrimas se han secado. No puede hacer mas que sollozar y desear tenerlo de vuelta nuevamente. Ahí junto a él, que le haga reír, que lo abrace y de de esos besos tan cálidos que sabe dar.

-¿Darwin Watterson verdad?- apareció un oficial de policía junto a él con una libreta en mano, sacándolo de sus remordimientos internos.

-sí, ese soy yo- se escuchó decir a Darwin realmente seco y mirándolo con unas ojeras a mas no poder.

-verá, soy él oficial dona, y sus padres me han dicho que tiene un mensaje clave que mando Gumball.- la mirada del oficial era mas desafiante.

-si, aquí lo tiene - Darwin le deposito él celular dentro del bolsillo delantero de la camisa del oficial y se alejó rápido de allí. No quería ver la cara del oficial al leer claramente él mensaje, y que lo mire como fenómeno.

-¡Darwin!- se oyó un estruendoso grito proveniente de una silueta que corría en dirección al pelinaranja.

Darwin miro fijamente la silueta y se dio cuenta que era Tobías quien se acercaba.

-No puede ser...- pensó en voz alta Darwin.

-Darwin- se le abalanzó encima en un apretado abrazo- me entere de lo que pasó y vine lo mas rápido posible - lo abrazo aún mas fuerte. No lo quería soltar, se veía tan débil y pequeño, que no le daban las ganas de soltarlo.

-To..Tobias- dijo esto y comenzó a sollozar nuevamente. Creía que se le habían secado las lágrimas, pero era imposible no llorar en un momento así, era imposible no llorar al saber que su amor y hermano había desaparecido. No podía seguir aparentando ser fuerte.

-Shh...- Tobías acarició la larga espalda del pequeño, en busca de tranquilizarlo. - te aseguro que aparecerá, tienes mi apoyo para todo esto.- se separo del fuerte abrazo y lo miró a los ojos- Me entristece tanto verte así de triste, ese rostro no puede ser manchado por esas lágrimas- le secó las lágrimas con su pulgar.

-Como quieres que no llore Tob...- rezongo - la persona que amo ha desaparecido. Y lo siento, pero seguramente si Gumball me ve así junto a ti, se enojaría. Así que le quiero guardar respeto aún...-

-Tranquilo Darwin, yo no vengo a molestarte con mis sentimientos, piensa que soy tu amigo, y vengo solo para apoyarte. No creas que me vengo a aprovechar de la lamentable situación.- lo volvió a abrazar, pero esta vez por la espalda.- te ayudare, lo prometo.

El increible mundo de GumballDonde viven las historias. Descúbrelo ahora