Adiós perrita

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Llegó la mañana, las malditas aves chillaban y el estúpido sol brillaba demasiado como para traspasar las cortinas de mi ventana y me despertara brillando como Edward Cullen.
Veo a Gumball estremecerse entre las sabanas y despertar a mi lado.

- Lo mejor de dormir contigo es que eres lo primero que veo por las mañanas- escuche decir a Gumball lo cual me puso feliz.

- awww... a mí me pasa lo mismo- le abrace.

-¿que? ¿Ah?- decía confundido Gumball- ¿porque me abrazas?-

-Por las lindas palabras mañaneras que acabas de decir- le sonreí.

-aah... - me alejo de él y me mostro el celular en su mano- se lo decía a mi lindo celular - lo agito en sus manos.- te la creíste wey-

-¿Es enserio?- me indigne.- eres un idiota- me levante de la cama ahora con menos dolor que ayer.

¿Cómo es posible que sea tan idiota ese gato?, yo creí que me lo decía a mí. Y me cambia por ese simple celular... ese gato es tan... aaah...

- ya, pero no te enojes- se levanto tras de mí- solo te molestaba - me abrazo por la espalda- ¿como crees que no es bonito despertar con esta preciosura a mi lado todos los días?- dijo para morder mi lóbulo derecho.

- ¿te refieres a tu celular nuevamente?- me cruce de brazos, ignorando sus besos.

-si tu lo dices...- se rio y me aleje de él.

- eres un tonto- me reí y le pegue en su brazo izquierdo.

- obvio, único y exclusivo- puso una pose un tanto femenina, digamos que diva - y deja de ponerte celoso por estas cosas- me levanto en brazos - Primero fue de la señora puerta, y hoy ¿de el celular? aah esto requiere medidas- se burlaba de mi.

- déjame- dije avergonzado- ya no molestes mas, tarado- me reí.

Gumball rio y luego me dejo sobre el piso y me dio voraz y hambriento beso, lo mejor como para despertar, nada mejor que un rico y nutritivo beso de este hombre. Mire hacia el despertador, vi que eran las 7:00 am y me fui lo mas rápido al baño junto a Gumball.

- que te pasa- pregunto Gumball confundido.

- son las 7:00 ya, si no nos alistamos ahora, llegaremos tarde- me metí a la ducha mientras Gumball se lavaba los dientes.

En unos 10 minutos estábamos listos para salir y nos fuimos corriendo, a la salida de la casa y solo nos limitamos a decir un - buenos días y adiós- a nuestros padres.

- oh cierto, Anais- recordó Gumball.

- vamos, corre a buscarla, yo me quedo acá- le indique.

-ñaaa... no quiero, que flojera, y más correr ñaaa...- reclamaba arrastrando los pies mientras caminaba en busca de Anais.

- eres un flojo- me reí.

- Gracias por olvidarse de mí, hermanitos- apareció de la nada Anais tras de nosotros y nos giramos rápidamente.

-perdona Anais- le sonreí rascando mi nuca.

-de no ser por Ross que se acuerda de mi, ustedes se van solos y me dejan abandonada. Eso no se hace- hizo un puchero.

-¿Ross?- dijimos al unísono Gumball y yo-

- ¿y donde esta Ross?- le pregunto Gumball a Anais, la cual apunto a un punto fijo detrás de nosotros.

- aquí...- susurro en nuestras nucas- estoy...- hizo una voz a lo darth vader a lo que Gumball y yo nos volvimos hacia ella aterrados.

- h..Hola Ross- le salude.

El increible mundo de GumballDonde viven las historias. Descúbrelo ahora