encerrados.

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-Mierda- Tobías caminaba de un lado a otro cansado y nervioso de estar encerrado en ese lugar con Alex. El mismo chico del que trató de evitar todo el santo día.- Esto no se abre aún y estoy atrapado con un idiota inconsciente - se resignó a sentarse al otro extremo del balcón para no estar cerca de el demonio cuando despierte.

Se limitaba a gritar o a hacer un escándalo, ya que si los encontraban fuera de clases y en ese lugar se metería en graves problemas. Y si su padre llegase a enterarse de un conflicto más que hiciera Tobías, sería capaz de obligarlo y llevarlo a rastras de la ciudad con él.

-No es agradable despertar con un insulto enano - se incorporó apoyando la espalda en la pared y sobándose suavemente la cabeza. - Me descuidé y ese gato estúpido me dejó inconsciente - cerró los ojos mirando al cielo.- debo admitir que tiene valor - chistó molesto.

Tobías no quería ni podía emitir palabra alguna, estaba muy nervioso como para articular algo. El miedo y el nerviosismo se apoderó de su ser y sólo lo veía desde aquel rincón con los ojos muy abiertos como si acabase de ver un fantasma. Tragó fuertemente saliva para lubricar su garganta.
Sabía que tenía que despertar, pero esperaba que cuando lo hiciera el ya estuviese fuera de allí. No quería volverse vulnerable de nuevo como pasó días atrás en casa de Alex. ¡Si! Todos saben que gusta de Alex, pero no lo quería aceptar y no quería volver a verlo a los ojos, porque estaba consciente que si lo hacía, ya no habría vuelta atrás y se dejaría llevar por completo haciéndole caso omiso a su fiable mente.

- Y a ti que te pasa, ¿te comí la lengua mientras estaba inconsciente?- su voz sonó densa al acabar de despertar y una media sonrisa surcó su rostro. Ahí estaba de vuelta su sarcasmo, el que tanto desesperaba a Tobías.

-Creo que estaba mejor cuando sólo eras un cuerpo tirado en el piso que no podía hablar y que apenas respiraba - bufó el menor - me ofrezco a dejarte inconsciente nuevamente.- rodó sus ojos sacándose el gorro que llevaba ocultando su cabello, ahora lacio.

- Puedes dejarme inconsciente sólo con tus besos, inténtalo, será una agradable experiencia - estiró sus labios con burla, pero lo único que recibió a cambio fue que Tobías le lanzara su gorro de lana a la cara.

-Deberías considerar mis puños, son más eficaces y placenteros -respondió con suspicacia levantando su puño cerrado en el aire en dirección hacia el demonio con sonrisa burlona.

-Me has estado evitando todo el día, ¿que te pasa?- su expresión era calma pero amenazante.

-¿Fue idea tuya que nos encerraran acá?- Quiso cambiar de tema.

- ¿Crees que si hubiese sido idea mía, permitiría que me dejaran inconsciente?- echó un bufido - y no cambies el tema - se desabrochó los botones superiores de su camisa roja a cuadros. De un momento a otro su temperatura comenzó a subir y el culpable de eso no era el señor sol, si no que el enano enojado que tenía frente a el que lo miraba con el ceño fruncido a donde sea que fuera menos a sus ojos. Notaba que este lo evitaba y necesitaba averiguar por qué lo hacía, y si no se lo decía por las buenas, el se encargaría de extorsionarlo.

-De que hablas- Tobías no quería llegar al tema principal, así que se levantó del frío suelo y se apoyó en el barandal del balcón mirando al exterior.

-De que has tratado de evitarme todo el día, hasta en estos momentos puedo notar que me evitas - lo cogió del brazo y lo obligó a darse vuelta para que lo mirara a los ojos, pero fue en vano. Tobías se giró, pero estaba cabizbajo.

- No lo hago - estaba concentrado en sus zapatillas, no quería mirarlo, se negaba.

-El que-

- Que no te evito - dijo elevando su tono de voz, sin embargo su mirada no.

El increible mundo de GumballDonde viven las historias. Descúbrelo ahora