II

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Ignoré todas y cada una de las llamadas de Corbin aquel día, y pensaba seguir haciéndolo porque no se merecía que le dirigiese la palabra, no tras lo que había hecho.

¿En qué momento de locura eres capaz de pegar a un hijo? ¿Qué clase de padre es ese? Aún no había hablado con Kimmie sobre lo sucedido, pero por muy malo que fuese lo que ella haya hecho, Corbin no merecía mi perdón. Intenté averiguarlo, pero cuando le pronuncié la palabra "papá" volvió a llorar abrazándose a mi.

Mis padres no tuvieron problema en acogernos mientras buscábamos algo, es más, estaban encantados. Mi padre se puso a jugar con Kimmie en cuanto llegó, siempre había sido un gran fan de los dinosaurios e iban a ver una película que, aunque no recomendada para menores, era muy buena: Jurassic Park.

Me había asegurado de encargarse de las pesadillas que le pudiese producir la película... La niña necesitaba distracción, y aquello le vendría bien.

Mi madre y yo estábamos en la cocina hablando de lo sucedido... Bueno, en realidad no le dije lo que había sucedido pero sabía que el tema saldría.

— ¿Me pasas el bol, cielo? —preguntó Clara, mi madre, señalando el estante más alto de la cocina.

— Corbin le ha pegado a Kimmie. —Solté de repente antes de someterme a su interrogatorio.

— ¿Qué? —casi rompe el plato que estaba sosteniendo con sus manos.

— No sé por qué, no hablé con él. Cogí a Kimmie... Y ahora estamos aquí.

— Y me alegro de que estéis aquí pero no me esperaba eso de Corbin.

— Cuando tenía dieciocho años no me esperaba que mi marido le prestaría más atención al ordenador que a mi. Ya no me sorprende nada, mamá.

— Está loco. ¿Qué vas a hacer con él? Quiero decir... Si vas a hacer algo con él.

— Divorciarme. Espero que no haya ningún problema y firme rápido.

— Tampoco va a tener otra opción.

— No me preocupa demasiado... Creo que prefiero estar sin él. Le quería, pero él solo quería que le preparase la comida y que cuidase a nuestra hija.

— Cambiando de tema, ¿Qué tal el colegio de la niña? He oído que dicen maravillas de la academia.

— Quiero cambiarla de colegio. Ella no quiere llevar falda, y a mi me da igual que el colegio sea público o privado. Por favor, no me digas que tú también piensas como él...

— Yo creo que es la niña la que debe decidir con qué está a gusto. Tú tampoco eras una princesa disney precisamente, cielo.

— Creo que se parece mucho más a mi que a él.

— Tienes genes Jauregui. Los Jauregui siempre somos los dominantes.

— Y por eso la niña es rubia, ¿Huh?

— Tu tatarabuelo era rubio.

— Vamos, mamá, no digas tonterías... —sonreí ligeramente y cogí la comida para empezar a llevarla a la mesa.

— Chicos, a cenar. Dejad ya los tiranosaurios por hoy.

Mi hija se me acercó por la espalda y pegué tal bote que casi tiro la ensalada al suelo.

— ¡Rawrrrr! El abuelo me ha enseñado a comer como un omnívoro.

— ¿Eso es que vas a comer ensalada?

— Eso es que voy a comerte, mami —dijo estirando los brazos para que la cogiese.

Dejé la ensalada sobre la mesa y la cogí en brazos para que se abrazase a mi, pero en vez de apoyar la cabeza en mi hombro como solía hacer me mordió la mejilla.

Simple Life [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora