VIII

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— Mami... ¿Voy guapo? —Le pregunté a mi madre colocándome bien la camisa que el día anterior me había comprado.

— Vas a ser el más guapo de la clase, Mikey.

Sonreí y abracé a mi madre. No entendía por qué mi madre había conseguido entender lo que me pasaba tan rápido porque yo no fuí capaz, pero gracias a ella ahora soy más feliz. Era mi tercer primer día de clase, pero hoy sí quería ir de verdad.

— ¿Notarán que soy yo?

— Tu pelo ahora es azul, como mucho creerán que eres un pitufo.

— ¡Soy un dinosaurio! ¡Raaaaawr!

Mi madre me cogió en brazos y empezó a atacarme con besitos.

— ¡Mamarex! ¡No! —me quejé. — Vas a llenarme de pintalabios.

Ella volvió a dejarme en el suelo y peinó mi pelo azul hacia arriba haciéndome una pequeña cresta. Después, me ayudó con la chaqueta.

— Tenemos que ir a comprarte ropa nueva, Mikey.

— ¡Vale! Pero... ¿En la sección de chicos?

— Claro, cielo. ¿En cuál si no?

— No sé... —admití poniéndome mi mochila en la espalda. — Vamos con amiga Camila.

— Profesora Camila, cielo.

— Es verdad... —me llevé una mano a la nuca y le saqué la lengua. — ¿Si la llamo Amiga Camila en clase me dirá algo?

— Es tu amiga, pero es un secreto.

Asentí con la cabeza y le cogí la mano a mi madre para levantarme de la cama e irnos al cole. Estaba un poco asustado, quizás mis compañeros me volvían a tratar raro por vestirme ahora como un chico... O quizás volvía a empezar. Yo quería volver a empezar.

Cuando llegamos al patio del colegio, la Profesora Camila estaba allí sonriente como todas las mañanas.

— Bueno, mi amor. Te quiero mucho... Pásatelo bien en el cole, ¿Vale? —me cogió de las mejillas y dejó cerca de 1000 besos en mi cara. Cuando se separó me pasé la mano por la cara por si me había dejado el color del pintalabios y sonreí.

— Adiós, mamá —dije corriendo hacia Camila.

— Mikey, ¿Estás preparado para tu primer día de cole?

— ¡Dinosaurio listo!

Me coloqué en la fila junto a algunos de mis compañeros de clase. Lo hacíamos todas las mañanas hasta que llegasen todos para ir juntos a clase. Me sentía raro porque ellos me miraban sorprendidos al verme y no sabía si era porque era nuevo o porque me habían reconocido. Nadie me dijo nada.

Cuando llegamos a clase Camila me llamó para que me pusiese a su lado.

— Chicos, atendedme un momento. Este es Michael Jauregui, a partir de hoy será vuestro compañero en clase.

Sonreí emocionado al escuchar mi nombre, aunque al principio pensaba que usaría el apellido de mi padre, pero me gustaba más así. ¿Eso podía cambiarse? Seguro que el abuelo sabe hacerlo.

— Seño... —levantó el capitán del equipo de baloncesto la mano. — ¿Y Kimmie? Iba a estar en nuestro equipo de baloncesto...

— Yo creo que Michael podría ser un buen sustituto para Kimmie. Según me ha dicho le gusta mucho jugar al baloncesto.

— ¿Puedo jugar? Soy muy bueno. —Dije intentando convencerle.

No quería decir que yo era Kimmie porque tenía miedo de que pensasen que era raro y no quisieran ser mis amigos pero... Ronny, el capitán, fue el único de la clase que se acercó a mi en mi segundo primer día, quería ser su amigo.

— ¡Claro! —dijo el capitán con una sonrisa. — Podemos practicar en el recreo.

Miré a mi profe-amiga y estiré los brazos para que me abrazase. Camila me abrazó con dulzura, no como mi madre que parecía que quisiese que me quedase sin respiración, y me indicó el sitio donde me había sentado los días anteriores.

— Ese es el sitio de Kimmie —dijo Nick, otro de los miembros del equipo.

— Kimmie ya no va a volver más, chicos. Vamos a empezar la clase.

Las clases fueron muy divertidas, sobretodo la de español porque aprendimos los colores y cuando dijeron "azul" todos usaban mi pelo para describirlo. Hablé incluso con las niñas de la clase y las animé a que jugasen en el recreo al baloncesto con nosotros. Éramos más que en un partido de campeonato, pero así era mucho más divertido.

Salí tan feliz del colegio que a mi madre se le contagió la sonrisa.

— Mami... Ha sido genial. He hablado con todos, hemos jugado y Camila es la mejor profe del mundo.

— Quiero ir a verla, ¿tienes mucha hambre?

— Puedo esperar.

Mamarex me cogió en brazos y volvimos a entrar al colegio. Le indiqué donde estaba mi clase y, cuando llegamos, Camila estaba sentada en su mesa comiendo algo. ¿Los profesores viven en el cole? No quiero ser profe nunca...

— ¿Esta es tu casa, amiga Camila? —pregunté y las dos se rieron. Yo me quedé algo confuso, pero reí también. Era divertido.

— Camila, perdona por interrumpirte. Solo quería darte las gracias por acompañarnos ayer y por haber hecho fácil su primer día. Nunca había visto a Mikey tan feliz.

— ¡Soy el dinosaurio más feliz del mundo! Te quiero, mami. —dijé dándole un besito en la mejilla y me moví para que me bajase. — A ti también. —Le dije a Camila cogiendo su mano para darle un beso, pues a su mejilla no llegaba.

— Yo también te quiero, Stitch.

— ¿Qué es eso?

— Lauren, ¿No le has puesto Lilo & Stitch a tu hijo? Tenemos que hablar seriamente.

— ¡Quiero verlo! ¿Es una peli? ¡Stiiiiiiiitch!

— Está bien... La podemos ver esta noche.

— Lauren, ¿Te parece bien si uso a Michael para dar una charla transexual en el colegio?

— Mamá, ¿Qué significa transexual? —ambas se miraron y yo fruncí el sueño.

— ¿Eso significa que te gustan los tranvías?

— Mañana te lo explicará Camila, cielo.

— ¿Quieres venir?

¡Mi mami en el cole! ¡Mi mami! Espero que diga que sí, sino le pediré a los abuelos que vengan...

— Claro, aquí estaré.

— ¡Dinocole! ¡Dinocole! —grité, pero mi madre agarró mi brazo.

Si mamá te agarra el brazo significa que te tienes que callar o no habrá chocolate para merendar.

— No te molestamos más, Camila... Por cierto, ¿haces algo este sábado?

— No... No creo. ¿Por qué?

— Mike te dará una invitación cuando las tenga. Nos vemos mañana y gracias otra vez. 

Simple Life [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora