Pablo y Anaís se sentaron en un banco que quedaba oculto a casi todas las miradas, pues estaba sumergido en el verde jardín que rodeaba la casa de la muchacha. Un sendero que recorría casi toda la finca se extendía a sus pies.
─¿Qué? ¿Te ha gustado la hospedería Edén?─ le preguntó Anaís al hombre, que sentado a su lado, miraba el hermoso jardín que Paco y Violeta habían creado.
─Me limitaré a decir que no podríais haberle puesto mejor nombre.
─Edén... paraíso...─ sonrió Anaís─. Muy buena respuesta. Si te lo pregunta mi padre, contéstale lo mismo, se derretirá de placer.
─Sí, mi capitana.
El comentario de él arrancó una carcajada de la garganta de Anaís.
─Voy a tener que ir yéndome...─ suspiró Pablo tras mirar su reloj─, ¿dónde está tú padre? Iba detrás de nosotros...
─Pues... ─Anaís miró hacia la parte del sendero por donde ellos habían llegado, pero un pronunciado recod en el camino le impedía ver muy lejos─. Debe haberse quedado rezagado con Violeta; ahora llegarán.
─¿Seguro que llegarán?
─Echaba de menos tus comentarios mordaces...─ dijo Anaís, aunque instantes después, pensándoselo mejor, se giró hacia Pablo─: Miento, no los echaba de menos...
Esta vez fue él quien soltó una risotada.
─La sinceridad por delante, sí señor...ita.
Ana Isabel sonrió y él le devolvió la sonrisa.
Sus conversaciones solían ser así siempre, medio en coña medio en serio, y Anaís estaba encantada de que siguieran siendo tal y como las recordaba.
─Mírales, ahí vienen─ dijo Pablo de pronto cuando el padre de Anaís y su novia dieron la curva. Iban cogidos por la cintura y caminaban lentamente, como una pareja de jóvenes enamorados.
─Se les ve muy felices, ¿eh?
─Sí─ asintió Pablo, y tras mirarlos durante un par de segundos, suspiró─. Bueno, voy a ir despidiéndome de ellos, que mañana tengo que trabajar.
─Vaya... yo también. Ahora me dices que tenemos el mismo horario y me dejas a cuadros.
─¡Eh!─ exclamó el hombre tan bruscamente que Anaís dio un respingo─. ¡Te empiezan a salir los lados!
─Serás tonto... que susto me has dado...
─La inocente Belinda...─ se guaseó de ella Pablo.
La chica le sacó la lengua y él sacudió la cabeza, fingiendo desprecio.
─Que infantil eres... deberías crecer, que con diciséis años ya está bien.
─Vaya, lo dice el que me ha dicho que me están saliendo lados...
Él sonrió y le guiñó un ojo a la vez que se ponía en pie. Para entonces, Paco y Violeta habían llegado a su lado.
─Me voy a ir batiendo en retirada, Paco, que mañana tengo que lidiar con cinco grupos de adolescentes con las hormonas revueltas...
─¡Eh! A ver lo que dices de los adolescentes─ protestó Anaís.
─Cúmulo de hormonas, cállate.
─¡Anda!─ la muchacha se mostró ofendida, y Pablo, riéndose por su reacción, alargó el brazo y le acarició el pelo, conciliador.
─No te lo tomes a mal, cúmulo de hormonas, que tú eres uno especialmente encantador.
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Como tu quieras llamarme -Alba Navalon Martinez
Novela JuvenilSinopsis: Pablo fue el primer chico al que Anaís besó. ¿Problema? Él le saca más de diez años y tras el beso, desapareció durante dos años completos sin dar apenas explicaciones. Pero ahora ha vuelto convertido en su profesor, y aunque la joven no...