Puertas.

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No sé cuántas horas llevamos viajando, perdimos la ruta por culpa de la nieve así que varias veces tuvimos que devolvernos porque habíamos tomado mal el camino, estaba cansado y no sabía cuándo llegaríamos, ya nos habíamos retrasado, no íbamos el llegar dentro del tiempo que nos dieron para entregar la carta, pero a estas alturas era lo último que me importaba la verdad.

-Pero descansa un poco.- con el Edgar intercambiamos asientos, le deje el mapa para que siguiera el camino que tenía marcado, me acomode en el asiento trasero para que el Bestia se fuera de copiloto, luego de eso me quede dormido.

Abrí lo ojos y me encontraba flotando en el aire, todo era negro, me miraba y tenía puesta la ropa que siempre usaba para andar en la casa o para ir a la universidad, hasta que al frente de mi aparecen ocho puertas frente a mí, todas tenían un número. Del uno al ocho, no lo pensé dos y entre a la primera puerta.




Primera puerta.

Estaba caminando por los pasillos del liceo, con unos audífonos puestos, era mi primer dia y no tenía ánimos de estar en uno nuevo, por estar mirando el suelo, empuje sin querer a otro estudiando y al ser tan pequeño se cayó al suelo;

-Perdón, no miraba el camino...-me saque los audífonos y me agache para tenderle mi mano para ayudarlo.

-tranquilo...fue un accidente.- el chico sonrió y me recibió la mano para levantarse. -¿Tu nombre?.- me dijo con una alegre sonrisa.

-Nicolás...¿y tú?.- comenzamos a caminar por los pasillos.

-Manuel...¿Cuántos años tienes?- decía mientras tomaba uno de mis audífonos para ponérselo en su oreja.

-dieciséis ¿y tú?.- le dije cambiando la canción a la de un la intro de un anime, el comenzó a tararearla.

-También...Entonces eres de mi curso.-dijo alegre.- Ven vamos la sala es por acá.- me tomo del brazo y entramos a la sala cerrando la puerta detrás de nosotros.

(Tiempo después)

Nos encontrábamos en el patio del colegio, habíamos estado jugando futbol en el recreo y ya estábamos cansado, teníamos la camisa un poco desabrochada y la toda la corbata suelta, mientras nos tirábamos viento con las manos.

-Tengo tanto calor que me comería un yelo.- decía Manuel mientras se secaba el sudor de la frente.

-Se dice hielo imbécil.- comencé a reír.

-Yelo-hielo...suenan parecido.- se unió a la risa.

-Ya vamos Yelo a buscarte un yelo.- le dije tomándolo del brazo para caminar.

-Jajaja no me digai así.- Una niebla inundo el lugar la imagen mía con la del Yelo desaparecía junto con ella, fue maravilloso recordar cómo me hice amigo de él. 

 

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Tiempos De Guerra (Jainico) FINALIZADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora