1. Aliados

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Harry se apoyo en la pared frente a la cama de Draco, oculto bajo la capa invisible veía como el chico se retorcía en sueños, una pesadilla, estaba seguro. Por un momento casi sintió lastima por el, pero dejo que el sentimiento lo abandonará mientras recordaba a su padrino cayendo a través del velo.

Había pasado todo el verano ansiando hacer algo, quería venganza, Voldemort y los mortifagos le habían quitado todo, sin embargo, debía esperar y seguir actuando como el niño puro y noble que alguna vez había sido.

Fue demaciado fácil entrar a la sala común de Slytherin detrás de una chica de primer año quien tras un "confundus" había mantenido la puerta abierta para él, subió hasta el dormitorio de sexto y tras poner un hechizo para cerrar y silenciar el cuarto pudo por fin ocuparse de sus compañeros haciéndo que cayeran en un sueño profundo. Se alegro de haber perfeccionado la magia no verbal, aún si solo había podido practicar un poco en la Madriguera dónde gracias a qué estaba rodeado de una familia mágica y muy alejado de los muggles, el detector lo había ignorado.

Se acercó a Malfoy y levanto la manga izquierda del chico, revelando la marca tenebrosa que había debajo, sonrió levemente, ni Ron ni Hermione habían querido creerle, al final tenía razón.

Con cuidado salió de la habitacion y la sala común, atravesando el castillo hasta la torre de Gryffindor, una vez dentro se quitó la capa invisible y se sentó en uno de los sillones cerca de la chimenea.

- ¿Lo hiciste? - preguntó Ginny, sentada frente a el.

Harry asintió.

- Tenías razón - no era una pregunta, Ginny había sido la única en creer en él, gracias a eso Harry la había aceptado como aliada. Y ella lo había protegido durante su breve estancia en la madriguera durante las vacaciones de verano.

Después de la pelea en el ministerio, Dumbledore lo había obligado a volver con sus aberrantes tíos para solo unas semanas después acudir con el testamento de Sirius, Harry sabía de antemano que la herencia Black iba a pasar a ser suya. Sirius se lo había explicado, una parte de el estaba conciente de como podría acabar su vida, pero no esperaba que fuera tan pronto, Harry quería más tiempo con él, quería conocerlo y conocer a sus padres a través de los recuerdos del animago, no habían tenido la oportunidad. Después de eso, el director lo había llevado a convencer al nuevo profesor de pociones y finalmente lo había dejado en la Madriguera, dónde todos lo recibieron encantados, se veían felices aunque él no lo estaba.

A veces se preguntaba cómo todos tenían una fe ciega en el, aún confiaban en que los salvaría, era "el elegido" según la comunidad magica. Cuánto más creían que iba a poder soportar, era un niño, obligado a ser un mártir por personas con juicios tan cambiantes, le tenían lastima, cariño, admiración, odio, repulsión, confiaban y dudaban de el, lo habían atacado y aún así esperaban algo. Nadie lo conocía realmente, incluso Ron y Hermione a quienes consideraba sus hermanos solo veían lo que querían que fuera más no en quien se había estado convirtiendo golpe tras golpe.

Solo Ginny había podido ver un poco a través de la cuidadosa máscara que había empezado a construir casi sin darse cuenta, pero que tras la muerte de Sirius había jurado mantener en tanto sus planes se desarrollaban. Era lógico, la niña había estado enamorada de Harry desde que lo conoció, observándolo en silencio y tomando nota de su comportamiento, solo ella había notado los ligeros cambios y se había preocupado por el, incluso ahora que sabía que su infantil enamoramiento había pasado, quería estar para él, ella sabía lo que era sentirse sola, aún con una familia tan numerosa siempre se sentía apartada. No era parte de los grupos o amistades que sus hermanos habían formado e incluso entre los miembros de su curso escolar solo era una Weasley más, nadie demaciado importante.

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