Capítulo 11.

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James.

Había pasado un cuarto de hora después de aquella cuestión que pasó con mi mejor amigo. Todo esto le estaba afectando muchísimo y me sentía culpable por ello.

Pero las razones que me había dado ella, tenían un poco de lógica y sentido.

Me dirigía hacia el parque abandonado de la zona más dejada de la ciudad, estaba empezando a hacer frío, se cercaba el invierno, y ya el cielo empezaba a ponerse oscuro y nublado.

Me estacioné en el medio de la acera y de la carretera y bajé, todo estaba desierto, era un lugar bastante tranquilo pero temeroso, los árboles se encontraban en gran mayoría secos, solo se veían los esqueletos de estos, el piso estaba repleto de hojas secas y de las raíces que sobresalían de la tierra, los bancos estaban cayéndose a pedazos. A lo lejos vislumbre a la chica cubierta de un abrigo largo y grueso. Me dirigí hacia ella y la saludé.

—Hola —dije mirando como quitaba sus lentes, y aunque no hubiera mucho sol, sabía que solo lo utilizan como arma para esconderse.

—Hola, ¿todo en orden? —su voz había cambiado un poco.

—Creo que sí —me encogí de hombros.

—¿Y Connor? —susurró. Unos cuantos mechones de cabello cubrieron su rostro, la brisa estaba volviéndose mas fría y mas fuerte.

—Como loco, llegué y lo encontré hecho toda una furia —dije acordándome de aquella situación.

—Me imagino —bajó la mirada, pero enseguida la subió.

—Sí. Oye, no quiero... seguir con todo esto. No me gusta verlo así de frustrado. Es mi mejor amigo —solté tan rápido como pude.

—Lo sé, pero falta poco, así que sigue, no te detengas, cuando todo va como planeé —dijo con frenesí.

—Está bien —dije.

—Solo falta una nota —dijo relajada.

—Creo que Connor iba a buscar trabajo —rasqué mi nuca.

—Perfecto, me llamas más tarde para informarme bien. —dijo seria.

—¿Al mismo número? —cuestioné.

—Sí, al mismo —dijo para darse vuelta—. Nos vemos pronto. —y se marchó.

Subí a mi auto y me dirigí de nuevo al centro de la ciudad. Solo faltaba una nota, solo eso y ya está. No quería seguir, sabía que al final Connor se enojaría.

Eran las 6:47 P.M y me encontraba en la entrada de la puerta del apartamento de mi mejor amigo.

Entré con la llave que tenía y un olor a quemado inundó mis fosas nasales. Entré rápidamente a la cocina y vi a un Connor sudado, y con una sartén botando humo.

—¿Que ha sucedido? —pregunté entre risas.

—Estaba practicando —dijo serio, para luego reírse.

—¿Para que? —fruncí el ceño.

—Conseguí trabajo —hizo una pausa—, ¿recuerdas que te dije que buscaría uno? —asentí.

—¿De qué trabajarás? —cuestioné divertido.

—Por ahora, en la caja de un restaurante Italiano, no es el mejor puesto, pero por lo menos me servirá para distraerme. Además posiblemente haga un curso para ayudar en la cocina —dijo mientras botaba lo que había quedado de lo que había preparado. Reí.

—Mejor quedate en administración. Si vas a la cocina, terminarás quemando todo —dije en un carcajada.

—Gracias mejor amigo, por ser tan bueno y apoyarme pero sobre todo, por darme ánimos —dijo con sarcasmo.

—Mejor vamos a comer a la calle —ofrecí.

—Mejor —respondió. Luego de unos minutos. Salimos a comer.

Sorprendemente Cambiaste El Destino. #ID2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora