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 Cuando llegue a la feria Millie y Jason me estaban esperando en la puerta. Tenía miedo de que cuando llegaran se estuvieran besando o tomados de la mano, pegados como un chicle. Pero solo estaban recostados en la pared, mirando a la gente pasar.

Cuando Millie me vio desde la cuadra de enfrente, se paró y me enseñó las entradas que tenía en la mano.

Jason me saludo con exaltación y en algún momento pensé que tal vez podía ser buena persona.

La feria a la que fuimos era una que venía todos los años, recorriendo todas las ciudades de Argentina desde que tenía cuatro años. La primera vez había ido con mi hermano pero me asustaba demasiado subirme a los juegos más grandes.

Esta vez Jason y Millie me arrastraron hacia allá y me hicieron subir a todos los juegos. Incluso nos colamos en los de los niños más chicos.

Recorrimos todo el lugar hasta que en un momento pareció vacío, como si el lugar fuera completamente nuestro.

Llegue a casa con los pelos parados por el viento.

Me sentía tan vivo que la muerte no apareció esa noche.


Amigo de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora