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 Tarde tres días en despertarme, no porque estuve en una especie de coma, sino porque me habían sedado tanto para calmar el dolor que parece que también habían sedado a mis neuronas.

Cuando abrí los ojos, al principio la luz me quemaba los ojos, pero después de un tiempo mi visión se adaptó al ambiente. Estaba en una habitación completamente blanca, tan blanca que lastimaba; el olor a fármacos y limpieza invadía todo y me hacía incómodo respirar. Mi pierna estaba alzada entre un montón de almohadas, aunque no la sentía en absoluto. Me lleve la mano a la cabeza y me di cuenta de que tenía un vendaje muy fino en una parte de la frente. También una máscara enorme me cubría la boca; por las series que solíamos ver con Jason y Millie, suponía que me daba oxígeno.

Nunca había estado en un hospital antes, así que no sabía qué hacer, ni cómo averiguar dónde estaban mis amigos.

Después, cómo si alguien me estuviera leyendo el pensamiento una enfermera entró en la habitación-Así que ya estas despierto-Se sorprendió- Llevas durmiendo por un largo tiempo ¿Te duele algo?

Yo negué con la cabeza.

-Eso significa que tienes demasiada morfina- Me explicó.

Cuando terminaba de decir eso, alguien con pelo rubio y ojos iguales a los míos entró a la habitación. Al principio pensé que era un doctor, pero cuando me bajaron la medicación y pude ver con claridad me di cuenta de que era mi hermano.

Amigo de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora