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Vimos un par de películas y después unos capítulos de una serie que se llama Friends. La conocía porque mi hermano era fan y le encantaba; juntos solíamos jugar a quién se acordaba más diálogos.

A las seis de la mañana las dos amigas de Millie se levantaron dispuestas a irse, diciendo que ya tendrían que haber estado en casa hace más de una hora.

-Es verdad, además ya estoy cansada-Dijo Millie mientras bostezaba- ¿Jason, te quedas a dormir hoy?

Sentía que mi corazón se partía en mil pedazos.

-Sí, no tengo ganas de ir a casa, creo que deje ropa mía de la otra vez acá- Le respondió el chico de la muerte que ahora era Jason.

Yo me pare y balbuceé unas palabras que para mí fueron inentendibles pero al parecer Millie las comprendió perfectamente.

-¿Ya te vas? ¿Dónde vivís? Por ahí mi papá puede alcanzarte.

Le dije que no importaba, salude a todos, le deje su regalo de cumpleaños (un libro que tenía la historia de distintas celebridades) y me fui.

El sol estaba naciendo a esa hora. Los colores se juntaban todos y parecía como si alguien hubiera pintado con acuarelas el cielo.

-No deberías preocuparte tanto, Thomas, tus sentimientos mortales hacen que te vuelvas algo tonto.

No sabía si mis sentimientos mortales me estaban haciendo malas jugadas, pero en ese momento quise despedazarlos y hacerlos desaparecer.

Amigo de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora