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 Respire.

Todo iba a estar bien.

Lo peor que podía pasar era que me cerraran la puerta en la cara.

Habíamos recorrido por la tarde unos valles que había cerca del lugar, y después fuimos al centro porque Millie querían comprar recuerdos para su papá. Además también tomamos a una excursión en donde tuvimos que subir una especie de montaña, en donde me pareció ver a una viejita subirla más rápido que nosotros.

Pero ya se hacía tarde y habíamos venido con el objetivo de reencontrarme con mi hermano.

-Vamos a estar abajo cualquier cosa que necesites- Dijo Millie mientras arrastraba a Jason por el pasillo.

Aunque simularon irse sabía que estaban a unos pasos detrás de mí.

Toqué la puerta.

Uno.

Dos.

Tres.

Unos pasos que se sienten acercándose a la puerta.

Mi respiración se entrecortaba.

Abrió la puerta una chica; de ojos turquesa y pelo castaño claro, recogido en un rodete mal hecho.

-Hola ¿Necesitas algo?- Me pregunto animadamente y con una sonrisa.

Trate de hablar pero las palabras no parecían querer salir de mi boca. Por lo que me quede ahí parado boqueando.

-Luna ¿Quién es?- Escuche a una voz masculina proveniente de adentro del departamento.

Mi hermano estaba parado en medio de una habitación, guardando una guitarra en un estuche.

Los dos nos quedamos petrificados.

Sin saber qué hacer o cómo reaccionar.

Como si Hermione de Harry Potter nos hubiese hecho un hechizo petrificador.

Él fue el primero en hablar.

Una palabra.

Un nombre.

Mi nombre.

-¿Thomas?

Amigo de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora