18. Trust in me

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Eternia, al llegar a casa, se fué a dormir. Aunque le costó lo suyo, pues tenía tantas preguntas sin resolver...

Tras un rato, se quedó dormida.

-¡Eternia!

La muchacha abrió los ojos. Lo primero que vió fue a Elisabeth, que estaba de pie mirandola.
Eternia estaba algo dormida, lo cual significaba que no coordinaba.
-¿Que ocurre?- preguntó, seguido de un bostezo.
-¿Como que que pasa? ¿Sabes acaso que hora es?
-No...¿Qué hora...?
-¡Las 12 de la mañana y todavía sigues en la cama!

Su sobrina no entendía.
-¿Y...?
-¡ Hace 3 horas que deberías estar en la escuela!
-Oh, escuela...- se sentó en la cama, mirando la nada. -¡Escuela!- reaccionó, cogió su ropa y se empezó a vestir- ¿Porque no me has avisado antes?
-Porque se supone que es TU obligación, no la mía.

Eternia hizo una mueca.
-Gracias, de todos modos.

Eternia ya estaba vestida, así que cogió su cartera y se dispuso a irse.

-¡Eternia, el desayuno!

Eternia se detuvo.
-¿Que hay?
-Una rebanada de pan con...

Eternia no le dejó acabar: cogió una rebanada a secas y se la llevó a la boca, y acto seguido se fué por la puerta comiendo la rebanada por el camino.
-De verdad, esta chica no tiene remedio... ¡Ni modales!- gruñó Elisabeth.

Eternia llegó a la escuela. Cuando entró en su clase, estaban dando geografía. Tenía suerte de que esa profesora era algo flexible.
-Señorita Eternia, llega usted tarde. ¿A que se debe?
-Verás, me quedé dormida...

La profesora la miraba con desaprovación.
-Bien, toma asiento. Esta vez se la paso. Pero que no vuelva a ocurrir. ¿Entendido?
-Sí, mis más sinceras disculpas.-dijo,sentándose en su pupitre, delante de Lily.

La profesora continuó la clase.

Después de unos 10 minutos, Lily le tiró un papel doblado. Parecía haber algo escrito. Lo Desdobló y leyó.

"¿Qué te ha ocurrido? No me creo eso de que te has dormido."

Eternia miró a Lily. Esta, le hizo un gesto como de que quería saber la respuesta. Eternia tomó un papel y empezó a escribir.

"No, de verdad que me he dormido, porque durante la noche no he descansado bien."

Se giró y le pasó el papel. Al cabo de un rato, como un bumerán, volvió el papel, pero esta vez con respuesta.

"Me parece que algo te preocupa. ¿Quieres contármelo después de clases?"

Eternia dudó un momento. Bueno, a Lily la podía considerar una amiga, pues le había contado cosas muy personales.

"Vale."

Le lanzó el papel a Lily.

Eternia salió de clase. Como siempre, ella llevaba un ritmo rápido al caminar, así que iba de los primeros en salir. En la puerta del la escuela, Lily la esperaba, apoyada en un muro.

-¿Quieres dar una vuelta?- dijo ella, con su mirada típica de siempre.
Eran tan obvias sus intenciones...
-Claro- contestó Eternia, siguiéndole el rollo.
Las dos salieron del recinto.

Ahora se encontraban en las calles, caminando.

-No me tomes por chafardera, es simplemente que últimamente te noto algo extraña, y no creo que sea por lo de mi hermano... Y no se si sabes que me importas... mucho...- saltó de repente Lily.
-Yo se que tienes buenas intenciones.
-Bien... pues... ¿Me equivoco en lo de que estas algo extraña?
-No, no te equivocas- dijo, sin pensarlo. Luego se arrepintió, pues Lily era muy insistente cuando quería algo...

-De verdad, lo que sea que te sucede debe ser grave, pues para que tu llegues tarde a la escuela... Eres la alumna más brillante...
-No descanso bien.
-¿Y eso?
-Estoy preocupada...
-¿Porque?
-Verás... Estoy disgustada. Tengo un buen amigo, el mejor que he tenido-
-Vale, gracias- la interrumpió Lily.
-Digo de chico...
-Ah, vale vale. Continua.
-Bien, pues a ese amigo lo puse en una situación incomoda y parece que no quiere verme... Pero ayer por la noche pude. Le fue a visitar en su tienda de muñecas, Morgana's Back Shop. Esto te parecerá increíble, pero... -le contó lo que había sucedido con Elisabeth II y la especie de conjuro- No me crees ¿Cierto?

Lily la miraba muy seria.
-¿Y como es que te pasan cosas así y no me avisas? ¡Adoro todo lo que tiene que ver con la magia!
-¿De verdad?
-¡Por supuesto! Es más, se que no mientes.
-Gracias por creerme.
-Escucha, tengo una idea... ¿Qué te parece si vamos a buscar la tienda tu y yo por la noche? Tengo mucha curiosidad.
-De acuerdo, pero no creo que la encontremos, pues quemé en el acto el papel con el conjuro.
-Bueno, ¡Seguro que encontramos la forma!- miró su reloj- creo que ya me debo de ir... ¡Hoy en la plaza a las 11 de la noche! ¡No me dejes tirada!- dijo, corriendo, y sonriendole guiñandole un ojo.

Ya era la hora de la quedada. Eternia estaba en la plaza, con una chaqueta de lana y su pijama, pues hacía algo de frio. Hoy ta,bien había sido fácil eludir a su tía, ella siempre dormía profundamente.

Tras un rato, vió a Lily que se acercaba.
-Siento por tardar, pero mi madre casi me pilla...
-Tranquila, no pasa nada.
-Vale. Bueno... ¿Recuerdas más o menos donde está la tienda?
-Sí, se supone que está por aquí cerca. Ven.

Ahora Eternia encabezaba el grupo, seguida de Lily. Después de un rato caminando, se detuvo delante de un muro.
-¿Ves? Este muro no tendría que estar. Aquí había un callejón, y en el final de este, la tienda...
-Vaya, si es extraño... ¡Pero a la vez genial! ¡Podré ver magia realmente!- dijo una emocionada Lily.

-No, no creo que puedas.

Esa voz no era de ninguna de ellas. Las dos, se callaron. Después, se giraron lentamente.

Frente a ellas, se encontraba un hombre con unas malas pintas, viejo y desaliñado. Tenía una larga barba, y sus ropas estaban rotas.

-Vaya, vaya... ¿Qué hacen unas preciosas jóvenes a estas horas solitas? ¿Cuantos años tienes, guapa?- dijo, acercándose a Eternia. Su aliento Olía a alcohol y sus dientes eran putrefactos- ¿Dieciséis? No, pareces más joven... Mejor...
-Déjenos en paz- saltó Lily.

El hombre dirigió una mirada asesina a Lily.
-¿Que vas a hacer?- dijo, arrinconado a las dos chicas- Yo soy más mayor y experto que vosotras...- dijo, riéndose. Su voz era horrible incluso riendo. Parecía una hiena diabólica.

Lily y Eternia iban retrocediendo. Las dos estaban demasiado asustadas como para correr, era como si sus piernas no respondieran. Las dos se apoyaron en la pared. Eternia cerró los ojos, y aunque no lo sabia, Lily también. Se temía lo peor. Se acabó.

La tienda de las muñecas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora