-Recuerda- dijo Eternia- Ten cuidado con tu manera de hablar...
-Lo sé, lo se...- contestó Mr.Erebus, peinandose enérgicamente. Sonrió tontamente- Eternia, estoy muy muy nervioso...Eternia rió.
Los dos se encontraban justo delante de la puerta de la casa de Eternia. El resto, os lo podéis imaginar.
La muchacha picó a la puerta. Elisabeth abrió la puerta a medias rápidamente.
-¡Eternia! ¿Donde has estado? ¡Había una fuerte lluvia! Oh, seguro que te has mojado de arriba a aba...- abrió de par en par. Vió a Mr.Erebus.
No hay palabras exactas para describir la cara de Elisabeth. Estaba sorprendida, y a la vez no podía creerlo. Miró a Eternia con esa cara y luego volvió a mirar a Joshua de arriba a abajo. Abría y cerraba la boca, como si fuese a decir algo, pero no encontraba las palabras.
La verdad, esa escena era algo cómica, no sólo por Elisabeth, sino por los dos muchachos. Los dos juntos, hacían una pareja un tanto extraña, pues Joshua era muy muy alto y con un aire misterioso, mientras que Eternia era bajita, delgada y con un aire infantil. Eran algo diferentes, pero sin embargo, encajaban.
-Disculpeme- dijo de repente Mr.Erebus, con un gesto enérgico- Deje que me presente. Me llamo Joshua, Joshua Erebus, pero puede llamarme Mr.Erebus.
Eternia sonrió. Se acababa de dar cuenta de algo: Joshua ya no tenía esa voz tan lineal que acostumbraba a tener. Ahora sonaba como la de un chaval joven, y muy dulce.
-U-un pla-placer. - dijo Elisabeth- Se bienvenido. -Hizo hueco para que pudieran pasar.
Joshua le indicó a Eternia que pasara primero, pero ella se negó, así que pasó Mr.Erebus. Tras pasar Eternia, Elisabeth le dió un golpecito ligero en el hombro.
-Eternia, ¿Qué está pasando? ¿Y quien es el?- susurró.
-Todo a su momento tía, todo a su momento.- pasó hacía delante, ignorando a su tía pidiendo explicaciones.Los tres se sentaron en el sofá del salón.
-¿Preparo un té?- dijo Elisabeth
-¿Para que quier...- Eternia le dió un pisotón.- Claro, claro. Si, si.Elisabeth fué a la cocina.
-Eternia, llevo mucho sin comer ni beber nada... Creo que no me acuerdo de como se hace... ¿Y que hago ahora? Oh, estoy tan nervioso...
-Tranquilo, Joshua... ¡Eres un humano! Por naturaleza debes saber como se bebe un té...
-No se, Eternia...- Empezó a hacer un movimiento nervioso con sus pies, haciendo chirriar sus botas.- Que torrente de emociones... No tenía tantas antes...
-Eso implica ser un humano- sonrió- Ya te acostumbrarás.Su tía volvió con una bandejita de taza de té y bizcohitos. Lo puso sobre la mesa.
-Que aproveche- dijo Elisabeth, tomando una taza, con la postura más recta y refinada que pudo.
Eternia cogió una tacita. Miró a Joshua, indicándole que el también lo hiciese.
Joshua obedeció. Miraba su reflejo en el té. Temblaba. Más bien, su brazo temblaba, igual que todo su cuerpo en aquel momento.
Finalmente, tomó un sorbo.
Contuvo la infusión en su boca un tiempo. Luego, la escupió.
Elisabeth quedó estupefacta. Eternia... no queráis saber que cara tenía.-No me gusta, está muy amargo.- cogió un puñado de los bizcochitos y se los metió todos en la boca. Los masticó y tragó.- Los bizcochos también son algo sosos... ¿Porque todo tan amargo? ¿Acaso estás amargada por algo?
Eternia estaba muy nerviosa. Joshua estaba metiendo la pata...
Por otra parte, Elisabeth... Oh, Elisabeth. No podía dar crédito a lo que estaba pasando. ¿Cómo diantres había metido su sobrina a ese extravagante personaje sin modales?
Sin embargo... no dijo nada. Y fué porque Joshua tenía mucha razón en sus palabras. Lo único que ella, durante esos años, no se había dado cuenta. O no quería asimilarlo.
-¡Si, lo admito, soy una amargada!- saltó de repente- Me paso el día lamentandome de como habría sido mi vida si mi hermana no hubiera muerto... - Bajó la vista- Y aunque lo niegue una y otra vez, la hecho tanto de menos...- ocultó sus ojos subrayados en agua y sal- ¿ Pero que puedo hacer? Lo único que me queda de ella es tomar el té... como ella hacía... Pero, No se ni preparar un té...
-Creo que necesitas endulzar tu vida.- dijo Joshua.
-¿Endulzar? - Estaba confundida.Joshua se levantó y se dirigió a la cocina. Tras buscar un rato entre armarios, encontró un bote de azúcar. Cogió varias cucharadas de azúcar y las dejó caer en la taza de Elisabeth.
-¿¡Pero que haces?! ¿¡Tienes idea de cuanta grasa llevará eso?!- parecía que se iban a salir los ojos.
-Tu pruebalo.- dijo Joshua, con un tono serio. Sonaba muy adulto.Elisabeth tomó el té. De sus ojos brotaban estrellas fugaces, y su boca, una media luna. Su cara era una noche estrellada y despejada.
-¡Que bueno! ¡Que dulce!- exclamó Elisabeth. Terminó su té- ¡Hazme más, porfavor!- dijo, con entusiasmo.- Es decir... Si pudieras, sería muy amable...- Lo dijo más tranquila.Joshua sonrió.
-Está bien. Te preparo otro.- fué hacía la cocina, triunfal.💀¡Hola querid@s lector@s! Siento que últimamente no suba tantos capítulos como antaño, pero es que estoy algo ocupada estos días. Gumenasai🙇🙇 Bueno, quería dejar claro que la historia no ha acabado todavía, es más, queda mucha historia por delante. Eso es todo. ¡No olvidéis de votar! ¡Cada granito de arena es vital para hacer crecer la historia!🌚💙💙💙
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La tienda de las muñecas rotas
Mystery / ThrillerSiglo XIX. Eternia, una chica de 14 años, es trasladada a una curiosa ciudad, Crystal Ring. Ella es huérfana, así que vive con su despreocupada tía, Elisabeth. A Eternia le gusta leer, dibujar y escribir, cosa que su tía desaprueba totalmente, pues...