Eternia miró desafiante a su tía.
-No serás capaz... -dijo Eternia.
-Es por tu bien, querida- dijo ella- creo que sería adecuado que fueras a clases de baile. És bastante interesante para ti.
Nuestra protagonista sintió como si le acabaran de tirar un cuño de agua fría en la cabeza. Ambas estaban en su salón, acabando de comer. Elisabeth le estaba comentando los planes que tenía para ella.
-Me lo agradecerás. También he pensado en que no vayas a la escuela. Tendrás clases particulares.
-¿¡Que?! ¿¡Por qué?!
-Creo que los alumnos a tu edad pueden llegar a ser... como decirlo... algo inapropiados. No todos van a recibir una educación tan refinada como la tuya. Así que siéntete afortunada.-dijo, pellizcandole la mejilla a Eternia.
-¡No tía Eli, porfavor! ¡Eso no es lo que yo quiero!
-No es lo que tu quieres, es lo que debes hacer.
-¡Pero no quiero que mi destino sea ese!
-Entonces dime...- dijo, acercándose a ella- ¿que és lo que quieres?
-Yo...-dijo, dudando si se lo diría o no- Yo... ¡yo quiero ser escritora! ¡O poeta! ¡O incluso dibujante! Quiero perseguir mis sueños... Ser... ser un pájaro libre, que extiende sus alas para emprender su propio viaje. Quiero sentir como es poder volar en mis deseos, en mis obsesiones, sentir que lo que hago me gusta, equivocarme, aprender, conocer lo inexplorado para mi... son cosas, que no podría experimentar si tu eliges mi camino... Así que porfavor... dejame volar...
-¡Pero que sandeces dices! Ya decía yo que tantos libros de fantasía te perjudicarían... lo que deberías hacer es pensar en tu futuro como una persona normal. Tu casa, tu marido, tus hijos...
-¡Yo no quiero pensar en eso todavia! ¿Acaso crees que podré encontrar un amor puro y verdadero?
-La pureza y la verdad no importan si se tiene dinero- dijo, sonriendo picaramente.
Eternia la miró profundamente. Elisabeth no entendía la pasión que ella sentía por poder elegir su camino. No, ella no era consciente. Ella sólo buscaba el lujo, la belleza, el dinero. Entonces... ¿quien de las dos fantaseaba más?
Se dió cuenta que ella no lo entendería ni aunque quisiera. Esa era una de las muchas cosas que detestaba de su tía.
Se levantó del sofá en el que estaba sentada. No quería decir nada más al respecto. Así que se dirigió a su habitación a escribir poemas, eso siempre ayudaba. Podía descargar su ira, su odio, su rabia de manera creativa y bella, con suaves palabras que alegraban la vista.
Se tumbó en la cama. Cogió su libreta y pluma y empezó a escribir. Escribía con tanta furia que sentía como el papel estaba a punto de romperse. Ella seguía, sin importar que se rompiera. De lo contrario que tu piensas ahora, ella no estaba furiosa. No. Eso siempre le solía pasar cuando su pasión e inspiración ardía por salir y cobrar vida con una hoja y papel.
Crack. La rota estaba rota. Eternia sopló. Le estaba quedando tan bien...
Arrancó la hoja de golpe y la tiró por la ventana, echa una bola. Nada parecía salir bien en su vida.
Estuvo bastante rato mirando a la nada, tumbada en su cama. Pero, No pensaba en nada en concreto. Sólo vacía a su mente. En blanco.
Un sonido la desconcentró. Miró al suelo. Morgana yacía, inmóvil, triste. Todavía no sabía cómo hacerla sonreir...
En ese instante, se le ocurrió algo. Se levantó con energia y bajó las escaleras con rapideza.
En menos de 10 minutos ya estaba en frente de The Morgana's back shop. La puerta estaba cerrada. Así que decidió picar.
Al momento, se empezó a escuchar unos pasos, como unas pesadas botas caminando por la vieja madera del establecimiento, pero muy lentamente. Se abrió la puerta.
-Volviste...- dijo, con su tono monótono.
-Sí... ¿lo dudabas?- dijo ella, sonriendo.
-La verdad... es que no.- se paró, como para reflexionar.- No, no lo dudaba. Sabía que vendrías. És más, siempre acabarás volviendo.
Eternia no entendía que quería decir con eso, pero supuso que era parte de como el hablaba siempre.
-Bueno, pasa pasa, quiero enseñarte algo que estuve haciendo ayer.
Eternia entró. Cuando lo hizo, Mr. Erebus estaba en el mostrador, sacando algo de un cajón.
-Gírate.- dijo el.
-¿Como?
-Hazme caso, porfavor. No quiero que lo veas aún.
Se giró.
Escuchó un sonido. Como si le dieran cuerda a algo. Al cabo de un rato, se escuchaba una cajita de música. Era el lago de los cisnes.
-Puedes girarte.
Eternia obedeció. Mr. Erebus estaba sosteniendo una caja de música, y dándole cuerda. Al lado tenía varios engranajes, tornillos, y varios objetos parecidos.
-¿La hiciste tu?- preguntó Eternia, fascinada. Adoraba las cajas de música. Era una de las pocas cosas que le hacían volver a sy infancia, a parte de las tartas de canela de su "querida" tía.
-Si.-dijo, levantando la vista de la caja, y mirando a Eternia.- ¿te gusta?
- Me encanta. Amo las cajas de música, y en especial el lago de los cisnes. Pero.... ¿Cómo sabias que me gustaría?
-Porque ya sabia que te gustan estas cosas- dijo, con una mirada misteriosa.- No me malinterpretes, simplemente pensé que tenias cara de que te gustaban las cajas de música.- la canción se paró. Mr. Erebus la dejó sobre el mostrador, y la apartó deslizandola por la mesa, a un costado.- Y, bien... ¿no tienes algo que decirme?- dijo, sonriendo.
-¿El que?
-Oh, no te hagas la tonta. Lo sabes a la perfección- dijo, profundizando su voz.
-No, te lo digo de verdad...
-¿Que te ha pasado?
- No me ha pasado nada...
-¿Acaso no confías en mi?- dijo, poniendo una cara desilusionada- tu tía. Tu vida. Tu destino. Todo eso te preocupa. ¿ Hay algo que yo pueda hacer para ayudarte?
-¿¡Cómo puedes saber eso?!- dijo, dando un paso para atrás.
Joshua salió del mostrador, poniéndose justo delante de ella. Era notablemente más alto que ella.
-Oh, eso... Simplemente pensé que tenias cara de eso que acabo de decir.
Eternia estaba alucinada. No podía ser posible que ese chico pudiese saber TODO sobre ella. Sus gustos, sus situaciones, pensamientos, locuras... ¿Como lo hacía? ¿Quizás el podría verlo en su cara? No, eso era bastante estúpido. A lo mejor era superdotado. O no, a lo mejor era otra cosa. Brujo. No, podía leer su mente. Imposible, al entrar por esa puerta no había pensado en ningún tema de esos, simplemente se deleitaba con las tristes muñecas y la màgica belleza que envolvía ese lugar. Entonces... ¿Como? ¿Como? ¿Como..?
Las ideas se le alborotaban en la cabeza. Sentía que iba iba a desfallecer. Intentó calmarse, y en un intento de intentar desplazarse, perdió el equilibrio. Se preparó para el impacto contra el suelo, y cerró los ojos, creía que se iba a desmayar en cuando cayera. Pero no, no cayó al suelo.
Abrió los ojos. Sus ojos se toparon con dos lunas llenas amarillas que la miraban fijamente, a pocos centímetros de su cara.
Mr. Erebus la sostenía en sus brazos, trayendola en su pecho. El corazón de Eternia se aceleraba, sentía que iba a explotar. Estaba muy cerca... seguro que se daría cuenta de que se sentía intimidada, pues sus latidos la delataban. Pero se dio cuenta de algo. Igual que el podria sentir su corazón, ella no podía sentir el de Joshua. No, no latía. Estaba completamente frio, como una máquina.
-Estás...¿Bien?- dijo el, sin apartar su mirada de ella. Ni siquiera pestañeaba.
-Sí... gracias...- dijo ella.
Estuvieron un tiempo así. Al cabo de un rato, Mr. Erebus se apartó.
-Bien... no hace falta que me lo cuentes si no quieres. Fue un rudo con esa impertinencia...
Eternia no quería dejarlo así. En ese momento, sentía como un imán invisible que lo unía a el.
-No tranquilo, si yo quiero.- dijo, sonriendo un poquito- pero tengo para rato...
-Bien, y el tiempo hoy esta a nuestro favor. No tengo nada que hacer, así que puedes extenderte lo que quieras.- dijo, sentándose al borde del mostrador. A continuación, hizo un gesto para que Eternia se sentará a su lado.
Se sentó al lado de él.
Todo eso era muy surrealista. Se encontraba en una tienda de muñecas con cara triste, escondida en una callejuela de un pueblo un tanto extraño. Y para colmo, estaba sentada en el mostrador de esa tienda al lado de un chico de 1'80, vestido con las ropas de lo más extravagantes, cara pintada, y un pintoresco sombrero de copa, y le iba a contar su vida. ¿Eso tenía algún sentido? No, para nada. Pero a ella no le gustaban las cosas convencionales.
Eternia comenzó a relatar.💀Esto es todo por hoy (sorry por el suspense XD) Espero que os guste!
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La tienda de las muñecas rotas
Mystère / ThrillerSiglo XIX. Eternia, una chica de 14 años, es trasladada a una curiosa ciudad, Crystal Ring. Ella es huérfana, así que vive con su despreocupada tía, Elisabeth. A Eternia le gusta leer, dibujar y escribir, cosa que su tía desaprueba totalmente, pues...