1. Sonríe

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Primer día del primer semestre, la mitad de los alumnos eran de nuevo ingreso, yo era de la porción que se mantenía fiel a la escuela. Nunca había sido de esas personas con muchos amigos y los que tenía se acababan de cambiar lo que hacía que la escuela pareciera aún más atemorizante que de costumbre.

Iba de aula a aula con tres kilos de libros en la espalda viendo las listas de alumnos pegadas en las puertas hasta que encontré el mío, entré, era temprano y la gran mayoría de los asientos estaban libres, caminé hacia mi favorito, cuarta fila de derecha a izquierda, sexto asiento, este asiento tenía una vista perfecta al cielo, a esa hora de la mañana se encontraba de un color azul oscuro pero conforme pasaba la primera hora se iba tornando de diversas tonalidades rosadas, en los días de lluvia, el repiqueteo de las gotas sobre el cristal me ofrecía un aire de tranquilidad, era simplemente hermoso, justo por eso era mi asiento favorito desde la secundaria.

—Hola —saludaron a mi lado, desvié la mirada de la ventana y volteé, encontrándome a un chico, realmente no era muy atractivo pero aún así no me atrevía a hablar, seguramente era un enviado del grupo de los "me llevo bien con todos".

—¿Está ocupado? —alzó las cejas y señaló el lugar a mi lado.

Me limité a negar con la cabeza y comencé a acomodar mis libros, él hizo lo mismo. Acabé y sin darme cuenta observaba a aquél chico, brazos bien marcados, facciones bruscas a pesar de que no rondar por los dieciséis años.

—¿Acaso nunca habías visto a un chico tan guapo? —¿acaso tiene ojos en la espalda? Me moví en mi asiento incómoda y saqué un libro.

Dejé caer un mechón de cabello para usarlo como cortina, de reojo pude ver como el chico me observaba, ya sentado, de una manera que en cierto modo... me atemorizaba.

—Eres muy tímida.

¿Quién se cree este?

Pensé, pero solo asentí.

—Soy Fernando, ¿tú?

—Meritzel.

—Vaya, comenzaba a creer que eras muda. Te diré Meri.

Sin previo aviso intentó arrebatarme mi libro, rompió una esquina...

—¿Cómo seremos amigos si escondes cosas, Meri? —volteé a verlo con el ceño fruncido— ¿o no quieres que seamos amigos?

—¿Quieres encadenar tu vida social a mí con esta amistad?

—¿Eso qué importa? Quiero tener una amiga bonita —puse los ojos en blanco.

—No vuelvas a hacer eso cuando este contigo.

Quedé paralizada del miedo, su expresión era completamente fría, su mirada penetrante hacía que quisiera salir corriendo de ahí. Me arrebató el libro, un pedazo de hoja cayó.

—¿Por qué lees esto? Es muy de básicas —¿Orgullo y Prejuicio es de básicas?— Y de solteronas.

Hizo una cara de asco y lo dejó caer justo al lado del pedazo de hoja. Bastante molesta y con un nudo en la garganta lo recogí, me volteé para continuar con mi lectura. 

—¿Te enojaste? —sentí su mirada, mi corazón latía a mil por hora, negué con la cabeza, la tensión del ambiente desapareció— Qué bueno.

Continúe mi lectura mucho más incómoda, con sus penetrantes ojos cafés clavados sobre mi perfil.

Atrapada en tus mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora