26. Graduación

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Pospusimos nuestra luna de miel para cuando termináramos el curso, Fernando iba a entrar a la facultad de ingeniería y yo ya había decidido lanzarme al vacío desde hacía bastante tiempo.

De todas las parejas que se formaron a lo largo de los tres años de preparatoria ninguna había llegado a la graduación, a excepción de nosotros dos.

Vestidos hermosos, trajes y ramilletes inundaban la sala y todas las miradas se centraban en nosotros, más en específico en mi mano, justo donde se encontraba el enorme anillo. Mayra me había maquillado de tal manera que no me reconocí a mi misma al verme frente al espejo.

—Voy por algo de tomar —se fue dejándome sentada en una mesa vacía.

—¿Tan linda y vienes sola? —un chico moreno se sentó a mi lado.

Negué.

—Deberías irte.

—¿Tu novio se pone celoso? —preguntó burlón, busqué a Fernando con la mirada, estaba platicando con un chico.

—No te imaginas cuanto, vete.

¿Tres años y es ahora cuando decide hablarme?

—¿Le tienes miedo? —preguntó más serio.

Negué nuevamente. Pero al parecer no fui muy convincente.

—¿Te puedo ayudar?

—No, sólo vete.

Una mano sobre mi hombro.

—Meri, no sabía que tenías amigos.

Me quedé callada.

—Yo... ya me iba —murmuró el chico, ahora entendía él porque lo había corrido.

—No, está bien, puedes quedarte, solo espero que no quieras meterte entre las piernas de mi esposa —Fernando se sentó a mi lado, sus músculos tensos.

—¿Esposa?

Alzó las cejas y le mostró mi mano con violencia.

—No lo sabía, lo siento.

—Oh, no hay problema, no es tu culpa —su voz contenía su furia— ¿Meri, vamos a fuera?

Asentí y salimos rápidamente.

—¿Me voy por cinco minutos y te pones a ligar? —pasaba su mano por su cabello— ¿cómo quieres que confíe en tí si haces eso conmigo a tres metros?

—Le dije que se fuera.

—Y que te esperara afuera, ¿no?

Negué.

—¡Mientes!

Volví a negar.

—No me ves a los ojos porque sabes que te delatarías, he estado contigo todos estos años, te he cuidado, te he apoyado en todas tus decisiones, te he aceptado tal como eres, ¿y así me agradeces? ¿quieres que me vaya? —me acorraló contra la pared— Meritzel, si no soy yo, ¿quién?, ¿quien te va a querer con tu extrema timidez? ¿quien más lo va a soportar? ¿Laura? ¿Yasín? ¡Ellos no te hablan! Yo he estado cuando ellos no, he dado todo por tí y tú te vas con el primero que encuentras. Meritzel, esto no va a funcionar si tu no pones de tu parte, ¿entendiste?

Asentí, su tono de voz me intimidaba, hubiera preferido que gritara. Recargó su frente contra la mía, sus brazos estaban uno a cada lado de mi cabeza.

Levantó la cabeza, bajó sus manos a mi cadera, me acercó a él y me besó, me besó como si quisiera decirle al mundo que soy suya. 

Atrapada en tus mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora