16. Aniversario

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Me esperaba fuera del salón, en cuanto estuve a su alcance me tomó de la cintura y con una facilidad impresionante me llevó a su lado.

—Feliz aniversario, Meri —dijo bastante cerca de mi cuello.

—Feliz aniversario.

—Tengo algo preparado para ti —hacía ya bastante tiempo desde que lo veía tan emocionado.

—¿Qué?

—Tengo una pista, puedes tomarla del bolsillo de mi pantalón —la picardía emanaba de su voz.

—Esperaré.

—Muy bien —me tomó de la mano y entramos al salón.

Durante todo el día no me dio más pistas. Sonando el último timbre, tomamos nuestras cosas y salimos de la escuela.

—¿Y José? —pregunté al no ver su camioneta esperando afuera.

Arqueó las cejas y acto seguido frunció el ceño—. No está —contestó con seriedad— él y mamá fueron a ver unas cosas a la universidad.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Por preguntar.

Esto pareció alivianar la tensión, comenzó a hablar tanto como solía hacerlo.

—Llegamos —dijo abriendo la puerya de su casa.

Pasamos al comedor, se encontraba decorado por velas, a mi parecer era ridículo ya que apenas pasaban las 3 de la tarde.

—¿Las dejaste prendidas todo el día?

—¿Qué? No. No soy estúpido, Mayra lo hizo.

Me ordenó que me sentara y trajo una bandeja con dos platos de algo negro.

—¿Qué es?

—Caviar, pruébalo. Te va a gustar.

—¿El caviar no es pescado?

—Técnicamente no. Pruébalo.

Después de comer lo que sabía a rayos me llevó escaleras arriba. Nos detuvimos frente a una puerta.

—Éste es mi cuarto de juegos.

—¿Qué? —pregunté asustada, comenzó a reír.

—Ven, vamos a jugar —abrió la puerta.

Una mesa de billar a la derecha y un puff negro a la izquierda, justo frente a una televisión enorme.

—¿Xbox o billar? —me encogí de hombros- Xbox será.

Entre nivel y nivel me daba besos, yo me limitaba a observar a mi alrededor, un librero lleno de libros que seguramente nunca habían sido abiertos, fotos de José y Fernando en eventos importantes y otras cosas más.

—¿Me traes agua? —asentí y bajé.

La cocina era enorme, ¿cómo pagaban todo eso? Seguramente con la pensión alimenticia. Abrí varios gabinetes hasta encontrar los vasos y junto a ellos una fotografía rota.

Un niño pequeño tomando las manos de sus padres, aunque solo podía verse una parte de la extremidad de quien creo yo era su papá, madre e hijo con una sonrisa falsa, ¿aquel niño era José? Guardé la fotografía y me dediqué nuevamente a mi tarea.

Cuando llegué al cuarto, Fernando ya no estaba jugando, me veía sentado sobre la mesa de billar.

—Ya se me quitó la sed.

Dejé salir un suspiro, me hizo bajar para nada. Él parecía divertido con la situación.

—Tu regalo está en el puff —me acerqué, había una nota con una sola palabra.

Yo.

Levanté la mirada, Fernando ya se encontraba extremadamente cerca. Su mano se acercó a mi pecho, dejó un pequeño sobre en el bolsillo, me quedé inmóvil al contacto.

No era estúpida, sabía lo que él quería pero no podía irme.

—¿Si quieres?

Negué.

—¿Qué?

—No quiero —murmuré.

—Te va a gustar.

Volví a negar.

—¿No confías en mí? —me tomó por la barbilla, asentí y me besó.

Mi primer novio, mi primer beso y mi primera vez.

Atrapada en tus mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora