20. Tía

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Rondábamos los diecisiete años cuando un día de junio llegó una noticia, José iba a ser papá.

Fernando llegó corriendo a mi casa y en cuanto abrí, me cargó.

—¡Vamos a ser tíos!

—¿De José?

—¿De quién más, tontita? —me bajó— Embarazó a Mayra.

—¿Se van a casar?

—¡Ni idea! —Fernando irradiaba alegría.

—¿Quién es, Meri? —mamá habló desde la sala.

—Fernado —respondí.


—Buenas tardes —y entró sin invitación, directo a la sala— mi hermano va a ser papá.

—Felicítalo de mi parte —le respondió mamá.

—¡Claro! Mi mamá no se lo ha tomado muy bien, pero ya lo aceptará, estaba pensando en que yo y Meri podríamos ser los padrinos.

—Pero para eso deberían estar casados.

—Podríamos casarnos cuando cumplamos los dieciocho, estuve haciendo cuentas y el bebé debería nacer en enero, no, febrero, yo ya tendría dieciocho y faltarían dos meses para que Meri también, pero mi hermano podría esperar a bautizarlo hasta... —hizo cuentas con los dedos— hasta el próximo junio, cuando tenga cuatro meses. Todo encaja.

—Es un poco... precipitado, Fer —dije al ver la cara de perplejidad de mi mamá.

—¿No te gustaría casarte?

—Sí, pero somos muy jóvenes, ni siquiera hemos terminado la prepa.

Mamá se paró y se retiró en silencio.

—Ya lo sé, podemos esperar a terminar, solo nos falta un año, menos...

—¿Y dónde vamos a vivir?

—¡En mi casa! O podemos rentar algún departamento.

—¿Y la universidad?

—La pagan nuestros papás, cuando terminemos nos vamos a independizar completamente, formar una familia —entrelazó nuestras manos.

—Fernando...

—¿No me amas? —preguntó con el ceño fruncido.

No supe que contestar y me paré antes de que el pudiera evitarlo.

Atrapada en tus mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora