Fernando llegó a mi casa el día que acordamos, todo sería durante el turno nocturno de mi madre, me dio las pastillas y sus instrucciones.
—Una por una, ¿si? —asentí y puse la primera bajo mi lengua.
Dolor, sangre, escalofríos.
Fernando se quedó toda la noche a mi lado. Al pensar en lo que estaba haciendo un mar de lágrimas y espasmos recorría mi cuerpo.
Soy una asesina.
Lo estoy matando.
Todo es mi culpa.
—Toma, necesitas recuperar líquidos —cada que regresaba del baño, Fernando me esperaba con un vaso de agua.
La segunda dosis fue la peor.
Sangre, espasmos, coágulos, calor, adiós.
Todo a mi alrededor giraba, hasta el día de hoy no sé si fue debido a las pastillas o a la fiebre.
Me paré y corrí al baño, un dolor intenso, sangre y calor antes de ver con mis propios ojos lo que había hecho, entre todos los desechos lo distinguí, tan pequeño he indefenso. Lo maté.
Me derrumbé junto al inodoro y comencé a llorar sin límite alguno, gritaba, pataleaba y golpeaba el piso, no me importaba quien me escuchara. Fernando llegó preocupado, se puso en cunclillas a mi lado.
—¿Te duele mucho? —lloré sobre sus piernas- ¿Meri, qué te pasa? —me daba fuertes sacudidas intentando hacerme salir de mi trance.
—Lo maté... —murmuré por fin entre sollozos.
Fernando vio lo que aún descansaba en el inodoro y entendió todo. Me sentó en sus piernas.
—Tranquila, Meri... todo va a estar bien... estoy contigo... no llores... fue lo mejor... solo otra dosis —me movía en sus piernas luchando por que no metiera la maldita pastilla a mi boca— Meri, tómala.
Debilitada por un mareo me volví una muñeca de trapo.
Cerré los ojos y me dejé abrazar por Fernando, me cargó cual princesa de Disney sin el lado tierno y romántico y se las arregló para tirar de la palanca conmigo en brazos, abrí los ojos para verlo una última vez... lo siento.
Fernando me llevó hasta mi cama, no podía estar acostada, debía estar sentada o las contracciones eran aún más fuertes. Fernando se mantenía sereno, cada hora me despertaba para que cambiara mi toalla, yo lo hacía de mala gana, me sentía demasiado débil para seguir con mi miserable vida.
Y vaya que era miserable.
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Atrapada en tus mentiras
Misterio / SuspensoFernando era un chico lindo o al menos eso hizo creer a Meritzel. Meri se dejó llevar por la corriente sin saber el daño tan profundo que le causaría. #028 12-05-17 #039 02/08/17 #010 14/06/18 triste #007 14/06/18 ni una menos Inicio: 13 de abril, 6...