8. Reunión

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Estábamos jugando con nuestras manos, yo le hacía cosquillas en la palma y el trataba de atrapar mi mano, mi espalda recargada en el tronco de un árbol y mi mirada perdida, la suya en nuestras manos.

—Aún no me has presentado a tus amigos...

Me encogí de hombros, la respuesta a todo.

—¿Te parece si el viernes salimos todos juntos?

Asentí.

—¿Comemos en mi casa y de ahí vamos a un café o un parque?

Negué.

—¿Qué?

—Nos vemos en algún lugar.

—¿Por qué no quieres ir a mi casa? —dejó de jugar.

—La última vez no salió bien.

—Fue tu culpa, tú te fuiste derrepente.

—Soy vegana, ¿qué otra cosa podía hacer? —me enderecé poniéndome a la defensiva.

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó, su voz demostraba todo el esfuerzo que le estaba costando controlarse.

Me encogí de hombros y regresé a mi posición, eliminando la tensión.

—Le diré a mi mamá, no volverá a pasar —tomó mi mano y la apretó.


[...]

Para la tarde del viernes ya nos encontrábamos comiendo una sopa de verdura en su casa. Fernando sonreía cada vez que me veía comer. Al terminar caminamos hasta la cafetería donde acordamos vernos.

—¿Crees que si vengan? —preguntaba viendo su reloj cada cinco minutos.

—Laura ya está aquí —dije la cuarta vez, me paré para saludarla.

—Hola, Meri —dijo ella con su voz cantarina.

Yasín llegó sin que lo notáramos—¡Cacatúa! —me abrazó.

Era hora de presentar a Fernando.

—Él es Fernando —dije sin más.

—Su novio —complementó, ellos sabían que no era cierto así que ni siquiera me tomé la molestia de contradecirlo.

Fernando le dio un fuerte apretón de manos a Yasín, quien solo se mostró sorprendido.

Toda la tarde la pasamos entre risas y recuerdos, no fue hasta que Fernando sugirió irnos que me di cuenta de lo bien que la había pasado y lo mucho que los extrañaría.

Atrapada en tus mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora