Capítulo 20

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Martina.

La clase acaba y nosotros cuatro, rápidamente recogemos nuestras cosas para irnos.

Nuestra jornada por fin ha acabado por hoy.

-Martina, ¿vienes al piso?- cuestiona Renata apartando un mechón de pelo de su cara
-No, me voy a la tienda. Mi padre entra en unas dos horas y yo quiero estar un ratito con Jesús- Alaska sonríe
-Te llevamos si quieres- interviene Marco.

Y yo asiento para después agradecérselo.

******

Entro en la tienda y lo primero que veo es a Jesús en la parte externa del mostrador etiquetando parte del género.

Me acerco de manera sigilosa y cuando ya estoy detrás de él, le abrazo.

Deposito un beso en su hombro y él se gira.

-Me tendrías que haber avisado de que venías- murmura casi encima de mi boca
-Sorpresa- sonrío y él también lo hace.

Rodea mi cadera con sus brazos y empieza a besarme.

Sus manos descienden a mis glúteos suavemente y cuando llegan, los aprieta ligeramente.

Un gemido se escapa de mi boca y él sonríe.

-No hagas eso. Estás trabajando y me dejas ahí a medias- hago un puchero
-¿Y quién te dice a ti que te voy a dejar a medias, guapa?- susurra en mi oído
-¿Quién está en el almacén?- pregunto pícaramente
-Mónica. Y tu padre entra en diez minutos, pero mi turno acaba a las seis y podrías esperarme en el piso- besa mi mejilla
-Me espero a que llegue mi padre y me voy a casa, te espero ahí- beso sus labios suavemente.











******











Entro en casa y veo a Alaska y Renata sentadas.

Me quito la chaqueta y me dirijo hacia ellas.

-Chicas, necesito que me hagáis un favor-
-¿De qué se trata?- cuestiona Alaska
-Hace ya unos días que Jesús y yo no tenemos... Eso- cojo aire para seguir hablando
-Y quieres que te dejemos el piso para que estéis a solas- deduce Renata y yo asiento
-Pues no solo haremos eso- se miran entre ellas -si no que te ayudaremos a dejarlo todo muy bonito- termina de hablar Alaska y yo me encuentro muy sorprendida por sus palabras
-Martina. Has hecho mucho por nosotras, y queremos compensartelo- sin pensarnoslo, nos levantamos y nos abrazamos las tres
-¿Cuánto tiempo tenemos hasta que llegue tu novio?-
-Unos cuarenta y cinco minutos- contesto mirando la pantalla de mi Smartphone
-Bien, pues a prepararlo todo se ha dicho- finaliza con una sonrisa Alaska.

En cuestión de minutos, las chicas me hacen un peinado muy bonito y yo me he probado algunos conjuntos de lencería hasta dar con el adecuado.

Se que a Jesús le gusta cuando llevo lencería negra o roja.

En esta ocasión será un conjunto negro.

Mis amigas me ayudan a ultimar algunos detalles, me despido de ellas y se van.

En apenas cinco minutos más tarde, están llamando a la puerta y puedo imaginarme que es Jesús.

Decidida y con una sonrisa, abro la puerta y me encuentro frente al rubio, quien ahora mismo está boquiabierto.

-Estás preciosa- murmura antes de abalanzarse sobre mi para besarme.

Mientras nos besamos, vamos encaminandonos a mi dormitorio.

Al llegar ahí, le desvisto rápidamente, y él conmigo hace lo mismo.

Entre gemidos, jadeos, y gruñidos, introduce su miembro en mi intimidad y ambos acabamos llegando al clímax.

Instantes después, me acabo quedando dormida entre sus brazos.










******










-La abogada que tiene Lara intenta llegar a un acuerdo en el que le tengo que dejar la casa a ella- suelta mi pareja, exasperado
-¿Pero la casa no es de tu familia?- cuestiono confundida
-Asi es, mis padres dejaron esa para mi, la otra para Toni y la que tienen ellos pues ahí están viviendo- me aclara -por cierto, un día de estos, quiero que conozcas a mis padres- fuerzo una sonrisa y él me mira extrañado
-No me mires así- ruego con la mirada -entiende que yo tardaré más en presentarte como mi pareja-
-Contaba con ello, guapa- besa mi mejilla y yo sonrío como una tonta.

Tras rato hablando sobre nuestras familias y su tema del divorcio con Lara, acabamos hablando de Gaby y su custodia.

-Supongo que lo mejor sería custodia compartida- comenta sensato
-Pues si, pero Gaby debe odiarme ahora mismo- masajeo mis sienes algo cansada
-No tiene motivos. Si Gaby me quiere a mi por ser su padre, a ti te acabará queriendo por ser la mujer a la que amo- le miro embelesada y sonrío tímida
-Tampoco quiero que se vuelva a llevar bien conmigo a la fuerza. Si me odia por haber sido el detonante de vuestra separación, podría incluso llegar a entenderlo- intento buscar alguna razón válida
-Martina, su madre y yo no estábamos bien desde hace muchísimo tiempo, tu simplemente me has dado los ánimos que me faltaban para pedirle el divorcio-










******










Ada termina los ejercicios de alemán y me lo entrega para que los corrija.

Repaso las frases una a una y las ha hecho muy bien.

Esta niña tiene talento para los idiomas.

-Muy bien Ada- sonrío y ella tímidamente también lo hace
-Martina, ¿tu estás ahora con el padre de Gaby?- cuestiona cohibida.

De verdad que esta chica me recuerda tanto a mí.

-Si- contesto algo seca
-Que bonito- se lleva las manos a la cara -os lleváis bastantes años y habéis encajado, eso es precioso- sonríe y eso provoca que yo también lo haga
-Nos llevamos dieciocho años- confieso
-No os he visto juntos pero seguro que sois adorables-
-¿Tu crees?- cuestiono riendo
-Lo creo firmemente- ambas reímos.










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Entro en la tienda y veo a mi padre tecleando algo en el portátil detrás del mostrador.

-Hola papá- le saludo y él, al darse cuenta de mi presencia, se levanta y me da dos besos
-Hola nena, ¿qué tal?-
-Bien, ya no hay Universidad hasta dentro de unos días- sonrío -¿y tú?-
-Pues aquí, trabajando, con dos hijas que no vienen a verme- me reprocha en tono bromista
-A Cati yo tampoco la he visto- me encojo de hombros -y yo ya estoy aquí- intento arreglarlo con una sonrisa y él sonríe también
-Lo sé. Y a ver cuando vienes a casa a comer con Rocío y conmigo- nombra a su pareja y yo asiento
-Iré- le prometo y el amplía su sonrisa.

Seguimos hablando de temas familiares durante un rato mientras el continúa escribiendo un informe.

-Damián, dejé el otro día unos papeles encima de...-

Jesús para en seco al verme y continúa su camino, esta vez acercándose a donde estoy yo.

-Oh, hola Martina- sonríe y yo hago lo mismo
-Hola Jesús-
-¿Qué buscas, Jesús?- pregunta mi padre
-Los papeles del stock de ayer, los dejé encima de la caja dos, y ahora no los encuentro- le comenta
-Ah si. Los ha movido Mónica al segundo cajón de allí- comenta pensativo, y le señala el lugar.

El rubio asiente y disimuladamente me rodea de la cintura.

Seguimos hablando los tres y noto como la mano de Jesús va bajando hasta mi glúteo derecho.

Aprieto mis labios por no soltar un gemido aquí en medio.

En estos momentos es cuando quiero besarle.

En estos momentos es cuando se me hace pesado mantenerlo en secreto.

Y pienso en la posibilidad de decirlo a la gente.

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora