Capítulo 25

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Jesús.

La madre de Martina me mira de arriba a abajo y después sonríe.

Se acerca a mi me da dos besos.

-Pasad por favor- se hace a un lado de la puerta y nos adentramos en la casa.

Es una casa muy grande y muy bonita, me recuerda a la casa de mis padres.

Nos ofrece algo para beber y nos dirigimos al sofá blanco que hay en el salón.

Mi suegra, se queda sentada en una butaca que está al lado de donde está Martina sentada, y yo me encuentro al otro lado, sujetando la mano de mi novia.

-Bueno, amor mío, me vas a contar vuestra historia de amor porque entre tus estudios, tu trabajo y el mío, casi no hemos tenido tiempo de hablar- habla Isabel y cruza sus piernas haciendo que la morena ría tímidamente
-Pues a ver por donde empiezo- murmura -bueno, Jesús trabaja para papá, y un día nos conocimos, y desde ahí, no ha sido fácil, pero estoy orgullosa de la recompensa-
-Y yo te quiero más que a nada, cariño- beso sus labios y después ella se sonroja.

Mi suegra -creo que ya la puedo llamar así- sonríe con ternura.

-Martina cielo, me alegro tantísimo de que hayas encontrado a un hombre que te quiera tanto- se le aguan los ojos poco a poco.

Mi pareja se acerca a su madre y la abraza.

-Yo también me alegro de haber encontrado a alguien como él- coge mi mano con fuerza
-Bueno, ¿qué os parece si cenamos?- pregunta mi suegra sonriendo y nosotros asentimos de la misma manera.









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Llego a casa y me encuentro a mi hija sentada en el sofá con los auriculares puestos.

Me acerco a ella y pongo mis manos sobre sus hombros haciendo que se sobresalte.

-¡Papá! No vuelvas a hacer eso- se cruza de brazos y yo río
-Casi siempre te asustas rubia, igual que Martina- niego con una sonrisa -aunque bueno, ella se asusta siempre- río recordando la última vez que la asusté
-Esto... Papá, te quería comentar algo ya que has nombrado a Martina- me comenta nerviosa y yo la miro atento -le quería pedir personalmente disculpas por lo del otro día-

Al decir eso mi hija, oigo el sonido de la puerta de la entrada abriéndose.

-Me parece bien, ahí la tienes-

Me levanto del sofá y me dirijo a la entrada.

Veo a Martina quitándose el abrigo y cuando lo cuelga en el perchero, dirige su mirada hacia mi, y sonríe.

-Hola guapa- me besa
-Hola a ti también, cariño- ríe y me abraza -¿qué tal el curro?-
-Cansado pero bien, hoy tenía mediodía con tu padre- sus ojos marrones se ensanchan y después se elevan sus comisuras
-¿Ha sido muy duro contigo?- niego con la cabeza y beso su mano -mejor-
-Por cierto, Gaby quiere hablarte de algo- me mira extrañada.

Coloco mi mano en la parte baja de su espalda y la conduzco hacia el salón, donde se encuentra mi hija sentada en el sofá moviendo las piernas frenéticamente.

La rubia de ojos marrones gira su cabeza hacia nosotros y se pone más nerviosa al encontrarse cara a cara con mi novia.

-Gaby, ¿me querías decir algo?- cuestiona amablemente la morena sentándose en el sofá, a su lado
-Te quería pedir perdón por lo que pasó el otro día. Me debí haber quedado callada, pero es que siempre he tenido a mi padre para mí y con mi madre. Esta situación es extraña para mí, y al enterarme el otro día de lo que te hizo mi madre me sentí muy culpable. Así que de verdad, lo siento-

La castaña sonríe de nuevo, la rodea con su brazo y la atrae hacia ella.

-Tranquila Gaby, disculpas aceptadas. ¿Amigas?-
-Amigas- reafirma la rubia
-Siento interrumpir esta escena tan bonita chicas- intervengo yo –pero me muero de hambre ¿a quién le apetece pizza?-

Ellas intercambian miradas cómplices y después sonríen mirándome a mí.

-¡A mí!- exclaman al unísono.

Río negando con la cabeza y cojo el móvil para pedir la comida.









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Beso sus carnosos labios y ella sonríe.

Llaman a la puerta, y Martina, extrañada, se pone la bata y va a abrir.

Me acerco a ella y veo a Azucena, la abogada que me lleva el tema del divorcio con Lara.

-Oh hola Azucena- la saludo y la invito a pasar.

Entra, y se dirige a la mesa dejando su maletín en el suelo.

-Hola Jesús- sonríe -¿esta es Gaby? No os parecéis en nada- Martina no se aguanta la carcajada y ríe
-No, soy Martina, su novia- besa mi mejilla, marcando territorio
-Bueno, novia aún no, que sigue casado todavía- apuntilla mi abogada, queriendo molestar a mi novia.

Azucena es buena en su trabajo, pero ha intentado tontear conmigo en innumerables ocasiones.

Pero va a ser que no, yo quiero a Martina.

-No te preocupes Azucena, para eso estás tú aquí, para que Lara deje de ser mi mujer- sonrío y rodeo la cintura de la morena, eso le molesta a la castaña clara
-Bueno, pongamonos a ello que si no, echaré aquí toda la tarde- saca una carpeta verde con bastantes papeles y empezamos a hablar del divorcio.









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Oigo a Martina entrar en casa y nada más verla, me abalanzo sobre ella y le planto un buen beso.

-Que contento te veo- sonríe
-Tengo una sorpresa para ti- paso mi pulgar por su labio inferior
-¿Ah si? ¿Qué es?- pregunta ilusionada
-Ven al salón y te lo enseño-

Así lo hacemos, entramos en el salón, cojo el sobre y se lo entrego.

Es la demanda de divorcio que tenía que firmar Lara.

-¡No me lo puedo creer! ¡Ha firmado!- me abraza y después me besa
-Si, por fin, nos toca custodia compartida de seis meses cada uno con Gaby- la morena vuelve a sonreír
-Bueno, por lo que veo, los seis meses de Lara han empezado ya, ¿no?- me mira pícaramente, y ya se por donde vas
-Asi es- contesto y pongo la misma mirada
-Pues yo quiero celebrar esa firma-

No me da tiempo a decir nada, ya que sus labios están sobre los míos y ella ha empezado a tirar de mi, hacia la habitación.

Para celebrarlo, claro.

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora