Capítulo 8

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Martina.

Abro los ojos y un dolor punzante atraviesa mi cabeza.

Me levanto de la cama y directamente me voy al baño.

Me lavo la cara para despejarme un poco y vuelvo a la habitación, donde Gaby se está despertando.

-Buenos días- me saluda con una sonrisa somnolienta
-Hola- finjo una sonrisa.

¿Soy la única a la que le parece que está hablando muy alto?

¿Por qué tengo resaca?

¿Qué cojones hice anoche?

Recuerdo la llamada de Renata, bajar a por agua y ver a Jesús, beber cerveza...

Hostias.

El beso.

Nos besamos, es verdad.

Aunque seguramente el ya ni se acuerde. 

Aparece Lara en la puerta y nos informa de que el desayuno está listo.

Un momento, a él no le subio tanto como a mi.

El se acordará.

Aunque sinceramente, yo preferiría que no lo recuerde.

-¿Cómo has dormido, Martina?- cuestiona Lara cuando ya he llegado a la cocina
-Bien- sonrío falsamente -¿tienes un ibuprofeno?-

Antes de que pueda darme una respuesta, aparece Jesús en la cocina.

-Jesús, dale un ibuprofeno a Martina- le hace un gesto con la mano y el rubio asiente.

Sube las escaleras y yo le sigo.

Llegamos al baño y veo un botiquín, supongo que será ahí donde tendrán a mi adorado ibuprofeno.

Jesús abre la pequeña caja y saca la tabla con las pastillas.

Nos quedamos mirando por unos segundos pero yo agacho la mirada.

Cuando estoy por irme me habla.

-¿Tu te acuerdas de algo de anoche?- pasa la mano por su nuca
-Bajar a beber cerveza y despertarme con un dolor de siete pares de narices- miento y el se queda pensativo -¿y tu?-
-Mas o menos lo mismo que tu. Bajar, tomar las cervezas y poco mas-

Que mal miente este tío.

-Vaya, yo esperaba haber destrozado el sofá o la tele- ambos reímos
-Creo que todo sigue entero- me guiña un ojo y mis mejillas arden.










******










Terminamos de desayunar y yo voy a cambiarme.

Gracias al bendito ibuprofeno me encuentro mejor.

Cierro mi mochila, la cojo y bajo al salón, donde Lara y Gaby siguen en pijama y Jesús al igual que yo, es el único que está vestido.

-¿Te vas?- cuestiona la mujer castaña clara de manera déspota
-Si. Tengo que ir al trabajo de mi padre- contesto seca
-Yo tengo turno ahora, podemos ir juntos- interviene Jesús con una sonrisa
-Vale- sonrío yo también.

Nos despedimos de Lara y de Gaby, y nos vamos a coger el bus.











******










-¿De verdad que no recuerdas nada mas?- vuelve a preguntarme.

Supongo que esperará que le hable del beso, pero si el no lo menciona, yo tampoco.

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora