Martina.
Abro los ojos y un dolor punzante atraviesa mi cabeza.
Me levanto de la cama y directamente me voy al baño.
Me lavo la cara para despejarme un poco y vuelvo a la habitación, donde Gaby se está despertando.
-Buenos días- me saluda con una sonrisa somnolienta
-Hola- finjo una sonrisa.¿Soy la única a la que le parece que está hablando muy alto?
¿Por qué tengo resaca?
¿Qué cojones hice anoche?
Recuerdo la llamada de Renata, bajar a por agua y ver a Jesús, beber cerveza...
Hostias.
El beso.
Nos besamos, es verdad.
Aunque seguramente el ya ni se acuerde.
Aparece Lara en la puerta y nos informa de que el desayuno está listo.
Un momento, a él no le subio tanto como a mi.
El se acordará.
Aunque sinceramente, yo preferiría que no lo recuerde.
-¿Cómo has dormido, Martina?- cuestiona Lara cuando ya he llegado a la cocina
-Bien- sonrío falsamente -¿tienes un ibuprofeno?-Antes de que pueda darme una respuesta, aparece Jesús en la cocina.
-Jesús, dale un ibuprofeno a Martina- le hace un gesto con la mano y el rubio asiente.
Sube las escaleras y yo le sigo.
Llegamos al baño y veo un botiquín, supongo que será ahí donde tendrán a mi adorado ibuprofeno.
Jesús abre la pequeña caja y saca la tabla con las pastillas.
Nos quedamos mirando por unos segundos pero yo agacho la mirada.
Cuando estoy por irme me habla.
-¿Tu te acuerdas de algo de anoche?- pasa la mano por su nuca
-Bajar a beber cerveza y despertarme con un dolor de siete pares de narices- miento y el se queda pensativo -¿y tu?-
-Mas o menos lo mismo que tu. Bajar, tomar las cervezas y poco mas-Que mal miente este tío.
-Vaya, yo esperaba haber destrozado el sofá o la tele- ambos reímos
-Creo que todo sigue entero- me guiña un ojo y mis mejillas arden.******
Terminamos de desayunar y yo voy a cambiarme.
Gracias al bendito ibuprofeno me encuentro mejor.
Cierro mi mochila, la cojo y bajo al salón, donde Lara y Gaby siguen en pijama y Jesús al igual que yo, es el único que está vestido.
-¿Te vas?- cuestiona la mujer castaña clara de manera déspota
-Si. Tengo que ir al trabajo de mi padre- contesto seca
-Yo tengo turno ahora, podemos ir juntos- interviene Jesús con una sonrisa
-Vale- sonrío yo también.Nos despedimos de Lara y de Gaby, y nos vamos a coger el bus.
******
-¿De verdad que no recuerdas nada mas?- vuelve a preguntarme.
Supongo que esperará que le hable del beso, pero si el no lo menciona, yo tampoco.
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Dieciocho años no son nada
RomanceMartina, una joven a punto de cumplir dieciocho años. Jesús, un adulto de treinta y seis. Él está casado, y tiene una hija. Ella aún vive con sus padres y todavía se cuenta los sueños e ilusiones con sus mejores amigos. Él trabaja y ella estudia. É...