Capítulo 39

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Jesús.

Acuesto a Virginia en la cuna tras haberse quedado dormida.

Me quedo observándola, tanto a ella como a Damián.

Los miro a ambos y veo que son el fruto de mi relación con Martina.

La mujer de la que estoy enamorado.

Ya ha pasado un mes desde que nuestros hijos nacieron, y he de decir que para ser que nunca ha sido madre, Martina lo hace muy bien.

Algo me saca de mi trance, es Martina abrazándome por detrás.

-¿En qué piensas?- me pregunta mirándome fijamente con esos ojazos marrones
-En todo un poco. En ti. En mi. En nosotros. En nuestros hijos- me giro y rodeo su cuello con mis brazos, ella imita el gesto con mi cuello.

Nos vamos acercando lentamente hasta que nuestros labios hacen contacto.

Saboreo lentamente sus carnosos y suaves labios, son adictivos para mi.

Bajo lentamente mis manos por su espalda, hasta llegar a sus glúteos.

Los cojo firmemente y de un impulso, sus piernas se encuentran entrelazadas en mi cintura.

-Todavía es muy...- voy a continuar la frase y ella me corta con un beso
-Estoy preparada, Jesús- volvemos a besarnos.

Seguimos besándonos de la misma manera y cuando estamos a punto de irnos a nuestra habitación, uno de los bebés empieza a llorar.

¿Por qué, destino?

¿Por qué?

Martina ríe en el hueco de mi cuello y se baja.

Va hacia la cuna de Damián y lo coge.

-¿Qué pasa, chiquitín?- nuestro hijo continúa llorando y con su mano empieza a estirar de la camiseta roja de su madre -Ah ya lo entiendo- sonríe -tienes hambre ¿a que si?- le mece y acto seguido, se sienta en la mecedora que hemos puesto cerca de las cunas.

Empieza a darle el pecho a Damián, y éste, poco a poco se va tranquilizando.










******










Entro en casa y oigo risas en el salón.

Me acerco y veo a Martina hablando con sus amigos.

Elia se estira intentando jugar con Virginia.

Y mi hija se remueve incómoda en el regazo de su madre.

Me acerco a mi novia y beso su sien.

Después saludo a Alaska, Renata, Gonzalo y Marco.

-Virginia quiere que la coja su padre- dice Martina mirándome y yo sonrío.

Me agacho y cojo a nuestra bebé en brazos.

Poco a poco se va tranquilizando.

-Que fuerte Vivi, prefieres a tu padre antes que a mi- finge estar ofendida y el resto reímos -cuando seas una adolescente ya te lo recordaré-

Se inclina hacia Renata, quien lleva a Damián en brazos y le coge.










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Termino de atender a un cliente y recojo unos cuantos papeles que están desperdigados por el mostrador.

Bostezo y después me encuentro con María del Mar y Carolina mirándome.

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora