Capítulo 40

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Martina.

Me dirijo a la cocina para servirme un vaso de agua.

Cuando ya me lo he servido, oigo sonar mi móvil de nuevo.

Resoplando, voy hacia el salón y me extraña ver que la llamada es de mi padre.

-Hola papá, dime- contesto al descolgar
-Martina hija, vente al hospital ¡YA!- le oigo alterado
-¿Qué ha pasado?- empiezo a asustarme
-Es Jesús, ven ya, por favor-
-Ahora mismo-

Cuelgo y me voy corriendo a vestirme.

Llamo a Alaska para que se quede con mis hijos y cuando llega, me voy.










******









Llego al hospital sofocada y veo a mi padre en la sala de espera.

-Papá-

Mi progenitor se levanta y me abraza.

-¿Qué ha pasado?-
-He llegado a la tienda porque había ido a buscar algo para beber y he visto a Jesús tirado en el suelo con un disparo en el brazo- mis ojos empiezan a empañarse
-Oh Dios mío- llevo una mano a mi boca.

Empiezo a llorar y mi padre me abraza intentando consolarme.

-Le están operando ahora para sacarle la bala, irá todo bien hija, ya verás- me intenta animar.







El rato pasa y nosotros seguimos en la sala de espera.

He llamado a la familia de Jesús, y enseguida estarán aquí.

Mi padre me acaba de traer un sándwich porque no he comido nada todavía.

Aparece un médico con una carpeta en la mano y mira alrededor para después leer lo que hay escrito.

-Familiares de Jesús García- nos levantamos mi padre y yo y nos acercamos a él -¿qué son del paciente?-
-Yo soy su mujer y él es mi padre, o sea, su suegro- contesto agitada y el doctor asiente -su marido está bien, ya pueden pasar a verle, aunque les advierto que está sedado todavía- ambos asentimos.

El doctor nos guía amablemente hasta la habitación en la que se encuentra mi pareja.

Al entrar veo que está dormido, con el brazo vendado y un cabestrillo.

Me acerco a la camilla y paso mi mano por su cara.

-Venga cariño, esto no va a poder contigo- beso su mejilla.

Al instante, Josefina y Manuel se asoman por la puerta de la habitación, y mi suegra con los ojos llorosos viene directamente a abrazarme.

-Pero ¿qué ha pasado?-
-No lo se, Fina, yo no estaba ahí- ambas lloramos
-Cuando he llegado yo estaba tirado en el suelo con un balazo en el brazo- explica mi padre
-¿Usted quién es?- se mete Manuel
-Es mi padre, y el jefe de Jesús- mis suegros asienten.




Seguimos esperando y Jesús sigue aún bajo los efectos de la anestesia.

-Es mi culpa- niego con la cabeza -tendría que haber ido con él- las lágrimas vuelven a salir de mis ojos sin control
-No cariño, no es tu culpa- Josefina me abraza -tu no has sido quien le ha disparado, ¿sabes quién puede haber sido?-
-Lara. Estoy segura. Esa mujer está loca-
-A nosotros no nos gustaba nada para él, pero nos tocaba respetar su decisión de estar con ella- habla Manuel.

Al rato llega Gaby corriendo, de la mano de Axel.

La rubia se acerca a mi y me abraza.

Intento tranquilizarla como puedo, pero yo estoy en las mismas circunstancias que ella.

-Martina- susurra Jesús y yo me giro a él sorprendida.

Se ha despertado.

Por fin.

-Mi amor- beso sus labios suavemente
-¡Papá!- exclama la rubia y se acerca a él
-Hola rubia- ríe y al hacerlo, tose
-No hagas esfuerzos- le pide su hija.

Entra el doctor y nos mira todos, a continuación se acerca a Jesús.

-¿Cómo te encuentras, Jesús?-
-Bastante cansado, la verdad-
-Bueno, es lógico porque se te acaban de pasar los efectos de la anestesia- comenta restándole importancia y después me mira a mi -que duerma un poco y ya estará mejor luego- yo asiento y después se retira.

Vuelvo a besarle y después acaricio su cara.

-Ya has oído al médico, a dormir- le ordeno y él ríe.









******









Entro en casa, donde está Alaska con los niños.

-¿Cómo está Jesús?- pregunta mi amiga
-Ahora ya más consciente. He venido a buscar algunas cosas porque le va a tocar estar ahí unos días- cojo una bolsa donde meterlo todo y la pongo encima del sofá
-Pues tienes unos hijos maravillosos y super tranquilos- sonrío
-Me llevaré a los niños así tu también descansas un poco, Al- nos abrazamos y después de coger todo lo necesario, me voy hacia el hospital.









******









-Vivi, di hola a papá- me acerco con el bebé a su padre.

El rubio besa su cabecita y después mis labios.

Dejo a Virginia en el carrito y cojo a Damián.

-Venga Damon, saluda a papá tú también- repite el mismo gesto que ha hecho con su hija.

A continuación, dejo a Damián de nuevo con su hermana y me siento en la camilla con él.

-¿Quién fue?- le miro a los ojos
-¿Tu quién crees?-
-Fue Lara, ¿no?- él asiente
-Junto con Mónica- me informa y yo niego con la cabeza
-Otra puta loca- masajeo mi sien -hay que denunciar Jesús. Se que es la madre de tu hija, y la otra es tu compañera, pero esto no tiene perdón alguno-
-Tranquila. En cuanto me den el alta, iremos a comisaría-









******









Me recuesto como puedo en el sofá azul de la habitación y me tapo con una manta.

-Cariño, deberías irte a casa-
-No me pienso separar de ti, y lo sabes- le apunto con el dedo índice
-Pero necesitas descansar en condiciones, no en esa mierda de sofá- me recrimina y yo río
-Te lo repito Jesús García, no me voy a separar de ti a no ser que tenga que ir al baño, ¿me entiendes?-
-Perdóname, sargento Llera- ironiza
-¿Sargento Llera?- me siento con él en la camilla -una sargento no te querría como te quiero yo-
-Lo sé, y por eso te quiero. Estás en las buenas y en las malas, y me demuestras cada vez que puedes lo mucho que me quieres- besa mis labios.

Seguimos besándonos al punto de no poder parar luego porque anhelamos más el uno del otro.

El llanto de Virginia interrumpe nuestro beso.

Río y voy a atender a nuestra hija.

Tenemos que ir haciéndonos a la idea de que no siempre vamos a poder estar a nuestra bola.

Pues tenemos a dos hijos maravillosos que requieren nuestra atención.

Nuestros hijos.

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora