Capítulo 42

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Martina.

-Te veo muy pensativo últimamente- le digo a Jesús, y él esboza una pequeña sonrisa
-Estoy como siempre- me miente
-Mientes- le miro a los ojos
-¿Por qué lo dices?- esta vez la que sonríe soy yo
-Cariño, te recuerdo que soy estudiante de psicología, hay gestos que delatan- me encojo de hombros y ambos reímos
-Bueno, puede que tengas razón, pero es una sorpresa, ya lo verás- besa mi sien
-Jesús- hago un puchero
-Ya lo verás cariño-










******










Me giro y le veo mirándome.

-No hagas eso que me da corte- hablo avergonzada
-Llevamos casi dos años juntos. Tenemos dos hijos, y aún así te da vergüenza que te mire directamente-
-Asi es- admito -porque además tú clavas la mirada y tienes unos ojos preciosos y no, no puede ser-
-Anda ven aquí- me atrae hacia su pecho y me abraza.

Oímos desde el salón como ambos bebés empiezan a llorar desconsoladamente.

Nos levantamos del sofá y vamos a la habitación.

Yo cojo a Virginia y Jesús coge a Damián.

Empezamos a mecerlos hasta que se calman.

-Espero que de mayores se rían mucho porque como sean igual de llorones que ahora... Tela- murmuro y el rubio ríe.

Ahora que nuestros hijos tienen ya tres meses, el color de sus ojos empieza a ser un poco más definido.

Van a ser azules, o por lo menos serán claros.

-Jesús, mírale los ojos a Damián- mi pareja, extrañado por lo que le acabo de pedir, le mira los ojos a nuestro hijo
-¿Qué les pasa?-
-Van a ser azules, los de los dos, tanto Damon como Vivi-
-¿Damon? Que anglicismos- dice exagerado y yo río
-Pues si. Y si va a ser moreno con los ojos azules, mejor me lo pones, como Damon Salvatore- el ríe negando con la cabeza -va a ser un pivón como su padre- beso sus labios
-Y Vivi va a ser igual de guapa que su madre- murmura encima de mis labios y un evidente sonrojo se hace presente en mi cara.










******










Renata, Alaska y yo entramos en una tienda y dos de las dependientas nos miran e inmediatamente miran el carrito que lleva mi amiga morena de ojos verdes y el carrito que llevo yo.

Las tres rodamos los ojos ante esa actitud, no es la primera vez que nos pasa.

Vamos mirando las distintas prendas de ropa y suena mi móvil.

Llamada entrante de Jesús❤

-Dime cariño- contesto sonriendo
-¿Dónde estás? Ya he acabado mi turno-
-Estoy en el centro comercial. En la tienda esa que hace esquina con la cafetería-
-Ah vale. Pues enseguida me tienes ahí-
-Vale cariño, chao- cuelga.









Al cabo de un rato, aparece el padre de mis hijos en la tienda y como siempre, es el centro de todas las miradas.

La pelirroja y la morena le saludan y después se van a seguir mirando ropa.

Un par de dependientas se acercan a nosotros, mientras él les hace carantoñas a los bebés.

Coge a Virginia, y ésta empieza a jugar con su dedo.

-Se ve adorable- susurra una de las dependientas a la otra, la otra asiente totalmente sonrojada
-Si, si que está adorable- intervengo yo y ambas se sorprenden.

Jesús sonríe y vuelve a dejar a Virginia en el carrito.

-¿Necesitáis algo? Para cualquier cosa estaremos por aquí- sonríe la dependienta que antes ha susurrado
-Si, ayuda a mi pareja a elegir un vestido- habla Jesús y yo le miro extrañada
-Bien. ¿Y dónde está?-
-La tienes delante-

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora