Epílogo I

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Advertencia:

Haré dos epílogos, uno desde el punto de vista de Martina y otro desde el de Jesús.

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Martina.

15 años más tarde...

Hace ya trece años que me gradué en psicología y tres años mas tarde, Alaska, Marco, Renata y yo, montamos nuestra propia consulta.

Cuando mis hijos tenían dos años y la hija de Alaska estaba a punto de tener tres, Renata y Gonzalo tuvieron una hija a la que llamaron Violeta.

Gaby ha tenido una hija junto a Axel, que ahora tiene nueve años, se llama Ada, como su mejor amiga, a la que yo daba clase.

Ahora mismo estoy recogiendo para irme a casa con mi familia, ya ha acabado mi día en la consulta.




Busco las llaves en mi bolso y cuando las encuentro, abro y entro en casa.

Enciendo la luz y cuando he dejado mis cosas en la entrada, veo a mi hija Virginia tumbada en el sofá cubierta con una manta, con una montaña de pañuelos al lado y llorando.

Preocupada, me acerco a ella.

-Vivi cariño, ¿qué pasa?- me siento y acaricio su melena.

Ella se incorpora como puede, me abraza y me mira con sus ojos azules iguales a los de su padre.

-Quique me ha dejado- solloza
-¿Qué? ¿Por qué?- me sorprende.

Era un chico bastante centrado y formal, me extraña que hayan terminado.

Pero bueno, es un noviazgo adolescente.

-Pues porque le gusta otra- se recuesta en mi hombro y continúa llorando
-Él se lo pierde, Vivi. Así que alegra esa cara cielo, eres una chica de quince años guapísima, no merece que llores por él- me abraza y deja un beso en mi mejilla.

La verdad es que me alegra tener tan buena relación con mi hija.

Oigo la puerta de la entrada abrirse y después aparece mi hijo Damián con toda su equipación de fútbol, por la puerta.

Con cara de preocupación, se acerca a nosotras.

Mis hijos tienen muy buena relación, cuando uno está mal, el otro generalmente también.

-¿Vivi, qué pasa?- se sienta a su otro lado
-Quique me ha dejado- sorbe su nariz.

Damián la abraza y deja un beso en su frente.

-Se va a arrepentir, ya lo verás. Me dirás tú dónde va a encontrar una chica tan guapa y tan lista como mi hermanita- Vivi ríe y le abraza de nuevo.



Parece que se le pasa gracias a que su hermano, la va entreteniendo y haciéndola reír.

Llega Jesús a casa y prácticamente corro hacia él para darle un abrazo y un buen beso.

Hacía una semana que no le veía.

Hace bastante tiempo ya, la empresa donde trabaja mi padre empezó a crecer y decidieron ascender tanto a mi padre como a mi marido.

Con lo cual, eso quería decir que tendrían que viajar, ahora Jesús volvía de Suiza.

-¿Qué tal el viaje?- le pregunto mientras deshace su maleta
-Bastante bien. Berna es muy bonito, tenemos que ir- ambos sonreímos
-Pues ya me llevarás, esposo- el ríe y me besa
-Por cierto, ¿qué le pasa a Vivi? Es que tiene pinta de haber estado llorando- suspiro pesadamente y enfoco mi mirada en sus ojos azules, los cuales, ambos de mis hijos han heredado
-La ha dejado Quique- abre los ojos sorprendido
-¿Ese inútil se atreve a dejar a mi princesa? ¡Me va a oír!- sale de la habitación enfadado hacia el salón
-Eeeyyy fiera, te me calmas- pongo mi mano en su pecho y nuestros hijos nos miran expectantes
-¿Qué pasa?- cuestiona nuestro hijo
-Tu padre, que se quiere tomar la justicia por su mano- me cruzo de brazos y niego con la cabeza
-Papá, ¿es por lo de Quique?- el rubio asiente -déjalo, total, no vale la pena- se encoge de hombros.

Padre e hija se abrazan y después ella vuelve al sofá con su hermano a ver la televisión.

-Yo prefiero que seas un fiera conmigo- susurro en su oído y el sonríe pícaramente
-Eso está hecho- besa mis labios
-¡Ay mamá, papá! Dejad eso para la intimidad- se queja Damián y yo río.










******










Entran mis amigos en casa junto a sus hijos.

-Hola tía Martina- me abraza Violeta y yo sonrío
-Hola cariño- ambas sonreímos y después se acerca a Jesús a darle un abrazo
-¡Tíos!- exclama Elia y nos abraza a los dos
-¿Dónde están Vivi y Damon?- cuestiona la hija de Renata
-En la habitación, creo- ambas asiente y se van hablando hacia el sitio indicado.







Nosotros los adultos, nos quedamos bastante rato hablando hasta que surge el tema del amor adolescente.

-Pues Martina, yo creo que a mi hija le gusta Damián- me dice Renata y yo frunzo el ceño
-¿A Violeta?-
-Otra hija no tenemos- contesta Gonzalo y yo río
-Bueno, son adolescentes, nuestros hijos son guapos, es normal supongo- de encoge Jesús de hombros y yo asiento en concordancia
-No si mal no me parece, pero tiene cierta gracia- habla la pelirroja y la morena de ojos verdes ríe.










******










Termino de colocar unos libros en la estantería y al girarme veo a mi hija detrás de mi.

-Mami, ¿te puedo hacer una pregunta?-
-Claro, dime- contesto sonriendo
-Hasta el momento en tu vida, ¿cuál ha sido el momento más feliz?- la miro pensativa.

La verdad es que me sorprende su pregunta, tengo muchos momentos felices.

-Pues tengo unos cuantos, la verdad. Cuando tu padre y yo empezamos a salir yo fui muy feliz. Cuando nacisteis tu hermano y tú, y os vi la carita por primera vez, me emocioné y tu padre ni te cuento. Cuando me gradué en la carrera. Y cuando me casé con tu padre-
-Vaya mamá- sonríe -como se nota que tú y papá estáis enamorados desde siempre- me abraza
-Bueno, yo tuve suerte al encontrarle. Tú algún día también encontrarás a alguien a quien querer como le quiero yo a él-
-Nunca te lo he preguntado, pero ¿cómo os conocisteis tú y papá?-
-Es una larga historia-
-Tengo tiempo- contesta simple.

Río y nos dirigimos al sofá.

-Pues tú abuelo Damián es amigo de tu padre, y para esos entonces yo estaba a punto de cumplir dieciocho años. Un día fui con tu abuelo a una cafetería porque había quedado con un amigo, y ahí le vi. Un rubio alto de ojos azules, maduro, con unas gafas negras que le daban un toque interesante. Y desde el minuto uno, yo ya empecé a sentir cosas por tu padre.

>>Pasó el tiempo, yo cumplí la mayoría de edad y bueno, le caí bien a tu hermana Gaby, me acerqué más a tu padre y de ahí un día surgió la chispa, un día nos besamos pero hicimos como que no había pasado supongo que por miedo o vergüenza, pero las dos siguientes veces que nos besamos, eso ya no pasó desapercibido. Hasta que un día, empezamos a salir y se lo presenté a tus tíos.

>>A tu hermana no le sentó nada bien pero luego poco a poco, nos volvimos a llevar bien de nuevo. No fue fácil empezar esa relación, se entrometían terceras personas, tu abuelo no estaba muy de acuerdo, la entonces mujer de él, tampoco, no le daba la gana de firmar los papeles del divorcio... Pero al final, todo fue como en las películas, se solucionó.

>>Tu abuelo lo aceptó, la exmujer de tu padre firmó y con Gaby me volví a llevar bien. Después nacisteis vosotros y vi que quería pasar el resto de mi vida con tu padre. Era el hombre al que amaba, el padre de mis hijos, y con el que muy pronto me casaría.

-Que bonita historia- lleva su mano a la boca.

No creo que se esperase una historia así.

-Ya ves cariño. Algún día escribirás tu propia historia-
-Pero mamá, entonces, la diferencia de edad no importa ¿verdad?-
-No cariño. Si con eso vas a ser feliz, solo es un número-

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora