Sol Benson | Soy Luna 2

(35) Necesito saber

Todos en la habitación miran atónitos al doctor ¿Ambar sin patines? ¿Eso es posible?

—Espere yo soy la reina del Roller. No me puede hacer esto, tengo una competencia que ganar en dos meses.

—Por el momento no podrás, tranquila que algún día volverás a hacerlo pero por ahora está prohibido.

—Tranquila Ambar, solo será un tiempo— consuela Simón.

El doctor se va de la habitación dejándolos solos a los cuatro.

—Ambar, Dios que te pasó en cuanto me enteré de que estabas aquí vine corriendo— dice Sabina acariciando la mejilla de Ambar que luce un corte.

Ambar inmediatamente la retira. Esto aún es raro para ella.

—Ambar cuanto lo siento, el auto me debió haber arrollado a mi, no a ti— dice Luna arrepentida.

Ambar recuerda lo que hizo, había "salvado" a Luna. No sabía bien por qué lo hizo, supongo que estos meses la habían cambiado un poco.

—Neta fue muy lindo lo que hiciste Ambar— dice Simón tomando su mano.

Ambar no se puede concentrar. Está pensando en sus patines, en su vida y en como una simple acción arruinó su sueño.

***

—¡Nina, Nina! Hola que bueno que te encuentro— saluda Luna llegando donde Nina.

—Luna hola ¿Hoy tampoco viene Ambar?— pregunta Nina al ver lo agitada que estaba su amiga, se notaba que había corrido.

Los rumores ya se esparcen por el Blake, pero además Luna ya le había contado lo del accidente con Sharon Benson. Desde entonces nadie sabe de ella.

—No, la neta es que el doctor le dio harto reposo y también me preocupa un poco, no quiere salir de su habitación— cuenta Luna en un tono desanimado—. Pero no hablemos de eso ¿Qué hay de ti? ¿Cómo están las cosas con tus papás? ¿Qué onda con Gastón? Cuenta.

—Todo bien, papá sale con Mora y mamá toca el violín. Y con Gastón pues perfecto, él es todo lo que siempre quise.

—Uuhh... alguien se ha puesto muy cursi— insinúa Luna mientras ríe.

El timbre suena y ambas van a clases.

***

—No existe nada igual a esta sensación, el escenario estalla a mi alrede... ¡Oye!— exclama Ramiro al escuchar que la música se para.

Matteo había tropezado con el parlante en la plaza sin darse cuenta.

—Lo siento, yo lo arreglo estaba distraído.

—Obvio— bufa Ramiro sentándose en una banca mientras Matteo para el pequeño parlante pero al ver su rostro lo interrumpe—. ¿Qué pasa?

—¿A qué te referis?

—A tu cara de zombie, obviamente.