Dastan
De repente, Pepper se puso mal y después se desmayó, apenas y alcancé a sostenerla. Lo único que pude hacer fue acostarla en el jodido suelo, saqué mi chaqueta del auto y la puse en el piso para que ella no tocara el asfalto y la coloqué en posición de seguridad por si vomitaba de nuevo y no se ahogara. Pensé en meterla al auto porque sería más cómodo, pero por lo que sé, necesitaba ponerla en un espacio abierto y con mucha ventilación, y en cuanto Lex llegó, me hizo a un lado y empezó a hacer todo lo que sea que los médicos hacen cuando alguien se desmaya. Le aflojó la ropa, revisó su respiración y demás.
–¿Qué pasó? –pregunta Lex, mientras sigue revisando a Pepper.
–No lo sé, imbécil. Si supiera, no te habría llamado.
–Me refiero a qué fue lo que desencadenó esto, idiota. ¿Se pegó? ¿Tosió mucho? ¿Se veía acalorada? ¿Sabes si toma algo?
–Estaba bien. Estábamos platicando y como que se fue, tenía su mirada perdida y le tuve que hablar varias veces para que reaccionara y lo único que dijo fue un nombre, luego bajó del auto, vomitó y se desmayó. No sé si toma algo –contesto, lo más tranquilo que puedo. No quiero empeorar la situación, pero la verdad es que estoy histérico.
–Entonces, o fue una reacción a algo que toma, o sufrió un ataque de pánico. Yo diría la segunda –me dice, mientras la acomoda de nuevo sobre su espalda y le levanta las piernas–. ¿Cuánto tiempo lleva así?
–Desde que Thomas te llamó.
–Alrededor de diez minutos.
¡Maldición, se siente como una eternidad! ¿Por qué no despierta?
–¿Qué pasó? –pregunta Pepper.
–¡Dios, nena, por fin! –le digo, arrodillándome por donde está su cabeza y tomo su rostro.
–¿Por fin qué? –pregunta desorientada, mientras abre los ojos y me toma de las muñecas.
–Quítate, idiota. Tiene que tomar aire –me dice Lex empujándome, aunque casi no me muevo de mi lugar– ¿Cómo te sientes, Pepper? –le pregunta.
–Cansada.
–¿Te duele la cabeza? ¿Mareos?
–No.
–Está bien. Quédate como estás un momento más.
–¿Por qué? –pregunta, con cara como si le estuvieran diciendo que el mundo es cuadrado.
–Te desmayaste, nena –le digo.
–¿Tomas algo, Pepper? ¿Algún medicamento? –le pregunta Lex.
–No –dice mientras intenta sentarse.
–Sólo unos minutos más –la detiene Lex.
Se deja caer otra vez. Luego abre mucho los ojos y se levanta de nuevo y esta vez muy rápido–. ¡Nicole! –dice, asustada.
–Tranquila, nena. Sale a las 3, ¿no? –le digo, jalándola de los hombros para volverla a acostar, aunque se resiste.
–¿Qué hora es? –pregunta, mientras intenta ponerse de pie, pero Lex y yo no la dejamos.
–Las 2:45. No te preocupes, enseguida vamos por ella, ¿vale?
–Pero su escuela está a veinte minutos de aquí –dice preocupada, aunque ya dejó de luchar.
–Pepper, necesito que te clames. Esto no le hace nada bien a tu cuerpo –le dice Lex.
–¡No me puedo calmar, no voy a alcanzar a llegar por ella!

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Huellas en la Piel ©
RomanceLa tragedia que marcó su vida y el casi perderlo todo, hizo de Pepper una chica fuerte e independiente, además, no estaba dispuesta a perder a nadie más. Ella no necesitaba de nadie... O eso pensaba. Dastan tiene todo el poder y la facilidad para co...