Nine Cookies

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Estaba nevando, Kyungsoo lo recuerda muy bien.

El invierno siempre fue su época favorita, no debía preocuparse por las quemaduras del ardiente sol y podía salir a jugar con su familia alegremente, hacer peleas con bolas de nieve y construir fuertes y muñecos. Disfrutaba de un delicioso chocolate a las seis y dos pastelitos recién horneados cada viernes por la tarde, solían ver películas viejas con temática familiar y hacer pequeños campamentos dentro de casa.

Era precioso.

Habían muchas fotos de esas épocas pegadas en su buró, era sumamente reconfortante el ver las sonrisas gigantes y sinceras en los rostros de cada uno y las anécdotas escondidas tras ellas escritas con marcador permanente en su corazón. Kyungsoo recuerda amar con toda su alma aquel viejo buró, hecho de roble con su nombre tallado en una esquina, con todo lo que él más amaba en este mundo.

Era un sábado por la noche, Kyungsoo lo recuerda muy bien.

Regresaba de haber visitado a Baekhyun, cuando este lo obligaba a hacer sesiones de karaoke de SNSD, vestía su suéter preferido y guardaba para sí una bonita tarjeta que había hecho para sus padres ese día en uno de los bolsillos. Era azul, él color favorito de su madre y tenía pelotas de fútbol adornándolas, como a su papá le gustaban. Recuerda haberse hecho dos cortes y lastimado sus dedos con la silicona caliente, pero en ese instante, cuando escribía sus sentimientos en el papel, valió la pena.

Había cruzado el jardín, estaba llegando al pórtico, a punto de tocar cuando lo escuchó.

"Inútil"

Kyungsoo recuerda haber pegado un salto ante semejante grito que le caló hasta en lo más profundo de su interior, recuerda haber escuchado llanto en respuesta, sollozos que oprimieron su corazón, que le dolieron y lastimaron, gemidos que sonaban a resignación y culpa que le rasguñaron el alma, y sin embargo, a pesar de lo pesado que sentía el pecho, él siguió escuchando.

Alguien debió enseñarle a huir del dolor.

"Desgraciada"

La voz de su padre tenía ligeros toques de licor, Kyungsoo recuerda que él dijo que iría con sus amigos ese día, recuerda que dijo regresar tarde porque hace mucho que no los veía, cuando se habían reunido hace apenas una semana, y se arregló más de lo habitual, usaba un traje elegante, es un cóctel dijo, se había peinado con gracia, mamá le había acomodado la corbata y sin embargo no fue capaz de notar que usaba su perfume favorito, ese que hace mucho había dejado de usar para salir con Somi, para pasar a usarlo para salir con sus amigos.

Y cuando llamaron a la casa, Kyungsoo escuchó la voz de una mujer.

"Convenida"

Al fin había dejado el pórtico, el llanto seguía, los gritos no cesaban y aunque él hubiera estado en su jardín trasero, (al lado de la plantación de rosas favorita de su mamá y junto al armario de madera donde su padre solía guardar sus herramientas y pelotas de fútbol) pudo oír aquel último insulto que provocó las pequeñas lágrimas provenientes de sus ojos, insulto que lo hizo correr hasta el otro lado del jardín alejándose de todo lo que representaba su fantasía de una familia feliz.

"No eres nadie"

Hay un viejo roble tras la casa de Kyungsoo, sus padres apenas notan su existencia y las visitas siguen sin prestarle la mínima atención, pero para Kyungsoo, aquel roble significó su refugio esa noche.

Lloró por lo que fueron unas dos horas, temía parpadear, pues cada que lo hacía un insulto de su padre lo golpeaba como balas sin piedad, Kyungsoo nunca escuchó groserías provenir de la boca de su padre, él decía que no era lo correcto enseñarle ese tipo de vocabulario a un niño, no obstante, se atrevió a atacar con tales insultos a su madre.

Doreo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora