Twelve Cookies

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– Te juro que yo quería matar a las ratas, Kyunggie, ¡lo siento tanto!

Kyungsoo ama muchas cosas en este frío universo en el que le ha tocado vivir, partes importantes de su vida que se han ganado un espacio en su memoria y corazón, que se resumen a sus amigos, familia, intereses y sueños. Kyungsoo no suele demostrar sus sentimientos ante ellos, no dice muchas palabras de afecto a menos que así lo considere necesario, no es inhumano o insensible, solo que tiene la idea de que mientras menos hablas más actúas y en todo caso si no dices nada y te lastiman puedes conservar tu dolor en soledad y no arriesgarte al haberlo hecho en vano. No es detallista ni pegajoso en exceso ni tampoco crudo y hostil. Kyungsoo tiene un corazón muy frágil que se protege en una coraza del más fuerte material, la cual le inhibe a mostrar más de lo que debería.

Tal vez sea por eso que aún no ha llorado.

– No se preocupe, señora Kang, comprendemos el error, ¿verdad, Kyunggie? – dice Minha a SeoMin, una de sus vecinas, para luego quedársele viéndolo con lástima a los ojos, un claro todo estará bien grabado en ellos.

No, nada estará bien.

– Debo hacer tarea. – dice seco y firme, intentando mostrarse desinteresado – Nos vemos luego, señora Kang.

🐻🐧🐻

Kyungsoo no asiste a la escuela desde hace una semana.

Sus días consisten en masoquistas videos en internet, comida a montones y desorden por donde pises, pero ni una sola lágrima.

Se ha prometido no derramar nada.

Minha está preocupada, es ella la única que ha entrado, ni siquiera su padre lo ha hecho, ella solo ingresa, le da la comida, repite que debes dejarlo ir, Kyunggie y se retira tras darle un besito y cantarle su canción favorita, tal vez por eso es que la deja pasar, eso y porque le dijo que si no lo hacía lo obligaría a bañarse en agua fría y no, eso no es bonito.

– ¿Kyunggie?

Otra vez es Minha y tras decir lo mismo de siempre y Kyungsoo responderle un día más, ella se retira.

No le gusta esta rutina, claro que no. Extraña a sus compañeros de clase, a su maestra, sus días de sol y brisa fresca, no es como si fuera tan fácil el quedarse en casa y no hacer nada, porque para Kyungsoo eso solo le trae recuerdos y los recuerdos lo hacen sentirse triste una vez más.

No maldice a la señora Kang (en un comienzo lo hizo pero no contemos esa vez), claro que no, Kyungsoo no se cree alguien inmaduro y sabe que aunque llore, se queje, chille o haga berrinche su hermoso gato jamás regresará.

Nunca más.

Hace una semana y un par de días más que Kyungsoo había podido comprarle un bonito collar azul y una plaquita redonda con su nombre a Bigotes, recuerda que le costó encontrar una que fuera lo suficientemente bella y especial para su mascota, para aquel que siendo solo un animal se había convertido en su compañero de vida, su amado pañuelo de lágrimas y productor de innumerables aww que siempre soltaba al verlo hacer algo sumamente adorable.

Como era casi siempre.

Bigotes no era solo un gato, era su gato, el gato que su madre había traído a casa pese a las negativas de su padre, siempre había formado parte de esas cosas que él amaba y atesoraba como si de la más exótica joya se tratara. Kyungsoo ha cuidado al pequeño gato desde que tiene memoria, le ha comprado de las croquetas que tanto le gustan con su mesada y debajo de la mesa le colocaba un platito de leche tibia para que su padre no se diera cuenta por las noches. Era su bebé, suyo, y se lo habían arrebatado.

Doreo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora