Two Cookies

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Cuando a Kyungsoo le hablaron acerca del maravilloso y despampanante lugar que visitaría aquella tarde de primavera, él realmente no pensó que sus padres lo llevarían a una iglesia, la casa de Dios, como le decía su tía abuela Solar.

"Es una ocasión especial, Kyungie, ¡Dios te está esperando con galletas y bendiciones!" Le había dicho con emoción desbordante su adorada madre.

Pero él, para ser sinceros, no cree que ese tal Dios vaya a darle galletas y bendiciones ¡claro que no!, porque uno de sus amigos imaginarios, Belcebú para ser exactos, le dijo que ese tipo era un anciano canoso y angurriento, parecido al abuelo de chocolatitus  pero mucho más viejo, que solo se preocupaba por los niños que se portaban bien y hacían buenas obras –y a menos que encerrar a Chanyeol y Baekhyun en un armario, para que se digan cosas cursis y se den besitos como sus papis, sea considerada una buena obra, probablemente se sienta mejor en un lugar más cálido como la casa de Belcebú.

Tampoco es que tenga algo en contra del tal Dios, pero él prefiere quedarse a ver La Casa de Mickey Mouse o Princesita Sofía en su camita a estar cantando (o al menos intentando) Vienen con alegría sentado en una banca muy alta y con señoras a los lados que no se cansan de decir que es una ternura.

Pero bueno, vamos al punto.

Está envuelto en un trajecito muy incómodo –vamos ma, tengo 2 años y medio, pudiste conseguir algo mejor en Pepe Ganga– de color blanco y sostiene dos rosas del mismo color neutral –que para ser sinceros le está haciendo heriditas por las malditas (si su mami pregunta, él nunca maldijo, claro que no) espinas que le sacan un líquido rojo de sus blanquísimas palmas.

Intentó chuparlas para que la sangre dejara de salir, pero solo se ensuciaba más y dejaba el sabor de la sangre en su boca y no, no era delicioso como la gelatina aunque tuvieran el mismo color.

Luego de estar como media hora –2452352 eternidades para un niño– ahí sentado junto a esa enorme puerta (enorme para él y sus 88 cm.), escuchando la misa, empezaba a tener sueño, quería tomar su siesta ahora, o por arte de magia la iglesia de derrumbaría y él dominaría el mundo eliminando la misa por siempre y para siempre, por la voluntad de los pueblos y la justicia de su causa que Belcebú defiende.

¿Qué no es una monada?

Luego de muchas, muchas, muchas palabras (algo sobre un sacramento, limpieza y un tal Jesús) pudo ver a su madrina y su padrino –su mami le dijo que debía decirles así– caminando con Chocolatitus y Kai en brazos (mejor dicho: con Kai en brazos y JongIn arrastrado) rumbo al señor de traje raro (una bata muy grande y blanca que le llegaba a los pies, él realmente se preguntaba si la cinta en sus hombros era necesaria) que estaba en el fondo de la habitación, junto a una mesa con cosas extrañas y una pequeña fuente con agua.

Raro.

Cuando los señores Kim hubieron llegado hasta el señor al que le decían Padre Oh este los saludó y llamó a sus papis –Sr. Y Sra. Do, por favor.

Sus padres lo llevaron de la mano (ya soy grande, ma, puedo caminar solo, gracias) y se detuvieron frente a la fuentecita al igual que otros señores a los que reconocía como los tíos de JongIn y Kai, los padres de Jongdae, ese niño de sonrisa de gato que persigue al niño ricachon del barrio por solo un besito, Junnie, luego iré a buscar los chocolates que tanto te gustan, esos en forma de moneda, y del de mejillas grandes y regordetas, Minseok hyung.

Vio al Padre leer un libro gordo y empezar con la ceremonia de lo que él dijo: Bautismo, limpieza de los pecados y purificación del alma.

El Padre empezó a recitar palabras confusas para su básico entendimiento (algo de un nuevo camino, corazones limpios y blancos y compromisos con el Padre Nuestro) a lo que sus padres y padrinos contestaron muy serios (mami, esa es tu cara cuando papi llega oliendo a perfume barato, ¿acaso el padre también tiene ese perfume?).

El sacerdote vertió algo de agua extraída de la fuente sobre la cabeza de ambos bebés, los cuales empezaron a llorar (¡Hizo llorar a chocolatito! ¡Merece la muerte! ¡¿Dónde está mi mazo de hule con cabeza de Pororo para darle unas buenas nalgadas, mami?!) Kyungsoo escandalizado, empezó a patalear para que su mami lo suelte, él quería vengar las lágrimas de su Kim favorito, pero esta solo lo sujetaba con más fuerza y susurraba que se comporte o no iba a haber más leche chocolatada en lo que restaba del año.

Él se tuvo que aguantar hasta que terminó de hablar y los dejo regresar a las bancas.

Molesto, se sentó y esperó a que terminarán con el resto de niños, y cuando todos se reunieron a las afueras de la iglesia, no demoró mucho en ir corriendo donde su pequeño chocolatito y darle el más lindo de los apapachos, el cual con dificultad se aferró a su abrazo (porque JongIn aún no sabía caminar a diferencia de Kai que había dejado de gatear hace dos meses). Kyungsoo besó su cabecita y le entregó una de las rosas blancas que aún tenía (claro que rompió las espinas con anticipación)

–Para JongInnie, mi niño valiente. –le había dicho él.

Pero Kai no tardó en aparecerse en su camino y empujando a su hermanito se posiciono en frente de Kyungsoo alargando su brazo y casi gritando: –Kai también quere  flor.

Kyungsoo lo miró horrorizado, le enseñó la lengua y salió corriendo. –Flores para JongInnie, no para carboncito.

El pequeño Kyungsoo empezó a correr con sus también pequeñas piernas con rumbo desconocido, atravesando pasillos y casi cayéndose en una de las escaleras y cuando volteó y se dio cuenta que Kai no lo seguía, rio jocoso y se sentó en una de las esquinas del templo.

Aquí nunca lo encontraría.

– ¡Kyunggie! ¡Kai aún quere flor!

Cuando levantó la cabeza vio al más pequeño frente a él, con las mejillas sonrojadas y la mano aún extendidas. Estaba a punto de preguntar cómo había llegado tan rápido cuando vio a su madrina alejarse lentamente.

Menuda traidora.

Empezó a negarse y empujar a Kai para que fuera a ver a sus noonas que seguro si le darían flores, pero él, terco como un burro (¿o era una mula?) no se movía y solo seguía parado haciéndole pucheros.

–Que no, carboncito. Las flores se dan a personas que quieres, ¡y a ti ni te tengo lástima!

Bueno, tal vez fue muy cruel, pero Kai en vez de llorar como se suponía solo lo miró esperanzado y le sonrió con esos ocho únicos dientes (tenía retraso dental, comprendan) y dijo:

– ¿Y si te doy ago que queras? ¿Flor para mí?

Kyungsoo lo miró desconfiado, pero asintió, después de todo ¿qué podría tener él que su oscura alma desearía?, no perdía nada –solo un poco de autoridad pero nada más.

–Entonces, ¡dame mi flor!

El pequeño Kai le extendía lo que supo por excelencia era una galleta, de esas que le gustaban desde que pudo empezar a masticar correctamente, con la cremita blanca que adoraba y las galletas negras hasta cuyas migajas se devoraba.

Puede que Kai tuviera algo que él quería.

Y como todo niño de palabra, le dio la flor y le arranchó la galleta para luego abrirla y empezar a comerse la cremita.

Grashas, Kyungie.

No supo cuando los labios de Kai se posaron en su mejilla, tampoco cuando sus dedos tocaron sus labios y limpiaron la cremita excedente, y mucho menos cuando la cámara de la Sra. Kim apuntó a ellos y capturó el momento en el que carboncito profanaba su mejilla.

Lo que sí supo fue que salió corriendo y pasó la tarde entera pensando en lo suave de los labios de Kai y el cómo cambiar una flor por una galleta no había sido tan malo.

| Mami, ¿por qué carboncito besó mi mejilla?

Eso hacen Chanyeol y Baekhyun, pero ellos se quieren, ¿acaso Kai me quiere?

Eso no puede ser, porque yo solo quiero a JongInnie.

Mami, necesito un abrazo.

Y a Bigotes. |

🐻 🐧 🐻

Lamento la demora, tuve problemas y eso.

Gracias por leer <3

Doreo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora