Eighteen Cookies

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– ¡Kyungsoo, ve a recoger la correspondencia!

Es su cumpleaños número dieciocho y Kyungsoo tan solo desea permanecer en cama todo el santo día, cubierto por sus mantas azul cielo y con el control del televisor a su plena disposición en la siempre confiable maratón de The Good Wife, y sin embargo Shingdon el cartero no se lo permite.

Regresa su eterna mejor amiga, la indignación.

Con pereza sale de su casa (aún en pijama) y recibe el correo junto al clásico que grande estás, Soo, y pensar que ayer te veía de diecisiete cuando efectivamente ha crecido desde la última vez que alguien envió cartas a su casa y sí, hasta ayer tenía diecisiete...

Hoy es su día especial.

Se despide amablemente y empieza a separar los sobres.

Boletas y recibos para papá, suscripciones a revistas para Minha y quedan exactamente dos cartas para él.

Una de la universidad de Seúl y otra de un remitente desconocido. La primera es para recordarle la fecha del examen de admisión para la facultad de ingeniería civil y las facilidades de ingreso que se le otorgan por pertenecer al cuadro de honor.

Y la segunda lo hace correr a la casa de al lado como un loco.

«De: Jung Somi
Para: Do Kyungsoo»

🐻🐧🐻

– ¿JongInnie?

Puede que Kyungsoo no haya hablado con JongIn durante pfff no sé CUATRO PUTOS MESES desde "aquel incidente del que él no ha querido hablar ni pensar por si las moscas" y también puede y solo puede que haya huido de él en cuanto lo visualiza con sus ojos de halcón/búho/Langostino mantis, corriendo sin reparo a la planta o tacho más cercano para esconderse y hacerse bolita repitiéndose "él no está ahí, lalalalalala" infantilmente sin querer darle solución a un problema que ni siquiera debería existir sino fuera por razones que él se explica a diario y a las que les busca una base sólida.

Pero en momentos como estos, Kyungsoo es capaz de olvidar todo con tal de recibir un abrazo de su persona especial.

Y es por ello que está en la puerta de su habitación, tocando desde hace media hora sin descanso, repitiendo su nombre cada treinta y dos segundos y buscando respiraciones que le den siquiera un atisbo de esperanza de que JongIn está dentro, dispuesto a abrazarlo.

– Fue a visitar a la abuela Kim, Soo hyung, es su cumpleaños. – le dice Kai cuando ya ha pasado una hora y él permanece cual mula terca pegado a la puerta sin reparo de su entorno.

Eso ya lo sabía, pero vaya a ser él quien dé su brazo a torcer cuando-

– Ven, bebamos un poco de chocolate.

🐻🐧🐻

Y cuénteme, joven, ¿qué le trae por aquí luego de veinte años de larga espera? Me han salido 58 canas más desde que me dejó por aquella viajera de vida fácil, ¿acaso le regaló un buen acostón o le dejó su sostén en la cama huyendo de la vida de toda amante de una noche de copas? – le dice Kai, ambos sentados frente a frente, con una taza en sus manos cada uno; Kyungsoo intenta distraerse con el vapor que brota de su taza, Kai intenta atraer su atención inútilmente. – Vamos, Kyung, es tu frase favorita de todo el libro.

– No tengo lugar para Stephen Law en estos momentos, carboncito.

Kai le mira con los ojos abiertos, su expresión es de completo asombro y Kyungsoo no evita la sonrisa que se le escapa de los labios en un movimiento que parece pícaro, pero que solo es una muestra de lo tierno que le parece su semejanza a JongIn y que sin embargo sean tan diferentes como el agua y el aceite, y cayendo en la siempre presente redundancia, a Kyungsoo eso no podría confundirlo más.

Doreo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora