Capítulo Especial III Alex-2/2

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Pasaron los meses y ellos se llevaban cada vez mejor.

Ella lo veía como un héroe, como a un hermano mayor y como su mejor amigo. Él le prestó la atención y le dio el cariño que sus padres nunca le dieron.

Era feliz y la pesadilla no se hizo realidad ni volvió siquiera a tener una.

Todo estaba perfecto.

Pero la perfección no existe y aunque todo esté bien, siempre algo tiene que salir mal, porque así es la vida, si todo fuera perfecto sería aburrido. Lo que le sucedió a ella no fue malo, sino horrible, algo indeseable para una niña de tan solo once años recién cumplidos. Algo que marcaría de por vida a cualquier persona.

Se haría realidad su pesadilla.

Alexander tardaba más de lo normal en llegar, así que los padres de Leslie decidieron irse para no llegar tarde a sus respectivos trabajos, su madre fue la primera en irse ni siquiera esperó a Alex, dejando a la niña sola a la espera de su niñero.

Luego de una hora la puerta se abrió y se cerró con fuerza, provocando un gran portazo alertando a la pequeña Leslie quien se asomó para ver qué sucedía.

—Hola, Alex —saludó caminando hacia el hombre.

—Hola... —dijo él en un tono que la niña no supo identificar.

Leslie detuvo los pasos a unos dos metros de él, no solo por el extraño tono de su voz, sino principalmente por el raro olor que se desprendía de su niñero. Se le hacía extrañamente familiar.

Entonces retrocedió unos pasos al recordar que en su visión olía exactamente igual: ¡olía a alcohol!

—¿Qué sucede? —preguntó Alex al notar la reacción de la niña—. ¿Quieres jugar?

—No... — susurró la pequeña Leslie.

—Lástima, yo sí— dijo Alex con una sonrisa que asustaría a cualquiera.

Leslie corrió hacia su cuarto y se encerró en su armario, tal y como en la visión.

No sabía si era lo correcto encerrarse ahí, quizás hubiera ido a otro lugar de la casa o incluso salir, pero tan solo era una niña asustada y confundida que no supo qué hacer.

—¡Leslie! —la llamó el niñero buscándola— ¡Ven cariño, vamos a jugar!

Luego de unos minutos que a la niña le parecieron eternos, el olor a alcohol se intensificó.

Eso solo podía significar una cosa, él estaba en su habitación.

—¡Te encontré! —dijo Alex sonriendo, observando a la niña que estaba en posición fetal en un rincón del armario.

Logró sacarla y empezó a "jugar", asustando aún más a Leslie.

Ella logró golpearlo con un jarrón en la nuca haciendo que Alex se desmayara cayéndose en seco contra el suelo.

La niña se arrodilló en un rincón, con un trozo filoso del jarrón observando a su niñero en el suelo, si se despertaba al menos tenía con qué defenderse, y sin más, comenzó a llorar a tal punto de vomitar con tan solo recordar lo que sucedió minutos antes.

La noche cayó y la niña seguía en la misma posición hasta que sintió la puerta abrirse y las voces de sus padres discutiendo, como siempre. La niña sin pensarlo fue a donde ellos estaban para contarles lo que sucedió, pero sus sollozos no se lo permitían, así que decidió llevarlos a su cuarto y mostrarles, pero al llegar, en su cuarto solo se encontraba el jarrón roto, Alex había desaparecido.

Sus padres la reprendieron por romper el jarrón, pensando que el llanto era tan solo para hacerse la víctima. La encerraron en su cuarto a modo de castigo, en la habitación donde todo sucedió.

Pasaron los días y la niña iba de mal en peor, su castigo fue levantado, pero aun así ella no salía de su encierro, estaba cada vez más flaca, con intensas ojeras, temiendo de ver nuevamente a su niñero en una pesadilla.

Sus padres dejaron de prestarle atención, la última vez que le hablaron fue para comunicarle que su niñero no vendría más porque "un familiar se enfermó gravemente".

La familia se fue rompiendo cada vez más, al igual que Leslie.

Su niñero, mejor amigo, su héroe le quitó lo más preciado para un niño: la inocencia.

Y casi su virginidad.


El diario de Leslie. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora