Capítulo Especial III Alex-1/2

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Leslie a sus diez años era como cualquier niña: le gustaba jugar con sus muñecas, a la pelota y muchos otros más. De todos, su favorito eran las escondidas, pues desde que tenía seis años jugaba con sus padres en un bosque cerca de la cabaña. Era el único momento que pasaban juntos divirtiéndose.

Tiempo después los trabajos de sus padres demandaban más tiempo y atención, viéndose obligados a contratar un niñero. Leslie, de diez años, estaba nerviosa y algo preocupada por conocerlo, ya que esa misma noche había tenido un sueño extraño.

En la visión, ella estaba escondida en un rincón del armario de su habitación, en posición fetal; a lo lejos una voz pronunciaba su nombre. Lo raro era el entorno, se sentía tenso, un hedor a alcohol inundaba el lugar, pestilencia que se intensificó luego de unos minutos. No pudo averiguar más porque en ese momento despertó.

A esa edad sus visiones tan sólo duraban minutos.

La madre de la niña, esperaba algo ansiosa al niñero, era de su confianza, alguien importante para ella y no habría problema con que cuidase a su hija.

El niñero tardaba en llegar y la madre solo quería ir a su trabajo ya que se estaba haciendo tarde. Su esposo hacía algunos minutos se había ido.

El sonido de unos golpes en la puerta alertó a ambas.

La madre de Leslie se levantó del sofá deprisa para abrir la puerta dejando ver a un hombre alto, de unos veintiocho años, bastante apuesto y de ojos verdes. Al entrar observó a la niña de cabello negro y ojos azules, el calco de su madre. Leslie movía de un costado al otro su pierna con nerviosismo desde el sofá.

—Hola —habló por fin el hombre— soy Alex, un viejo amigo de tu madre y esta noche, tu niñero —se presentó con voz dulce.

—Hola, me llamo Leslie —habló la niña en un susurro. Era muy tímida, no estaba acostumbrada a conocer personas nuevas.

—Es algo vergonzosa pero después te tomará confianza. No la dejes comer chocolate porque se pone hiperactiva, si duerme y se despierta llorando no le hagas caso porque son solo pesadillas y recuerda que llegaré hasta la noche. Adiós.

La madre dándole un beso en la frente a su hija, saliendo a prisa sin siquiera dejar preguntar algo al niñero.

—Entonces... ¿quieres chocolates? —preguntó Alex sonriendo.

La niña asintió energéticamente con una sonrisa cómplice.


¿Qué mejor manera de ganarte a un niño que dándole chocolate?

El diario de Leslie. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora