Capítulo Especial VIII. 3/3

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—Sabía que volverías —susurra Matías y segundos después se abalanza y me encerrándome en un abrazo de oso.

Gimo de dolor.

Él se separa al escuchar mi gimoteo y me analiza con la mirada. Observa mi rostro de dolor, mi cuerpo, observa con una mueca mi tobillo y mis nudillos. Su cara de felicidad desaparece al ver mi estado y aunque hace demasiado tiempo que no me veo el rostro o el cuerpo, sé que no debo verme bien.

—Qué... ¿Qué te sucedió? —pregunta sorprendido.

¿Puedo confiar en él? ¿No es demasiada casualidad que Alex me trajera justo aquí y que Matías apareciera? Al demonio, tengo que arriesgarme.

—Un hombre me secuestró —me aclaro la garganta reseca, hace mucho que no hablo— me encerró en un sótano donde... jugaron conmigo. Pagaban por acostarse conmigo. Ahora escapamos porque la policía descubrió todo, vinimos a escondernos aquí, él me esposó a la cama y se fue. Logré romper el respaldo y... no sé cuándo volverá, también al poco rato que se fue escuche una explosión —resumo todo, apurada.

Él me mira atónito, aún procesando mis palabras.

—Yo... lo siento Leslie, no merecías todo eso —suspira rascándose la nuca—. Saldremos de aquí juntos y nadie te volverá a dañar, solo prométeme que no me volverás a dejar —dice con los ojos aguados.

—Lo prometo —me atrevo a decir sin convencerme.

Me vuelve a abrazar, esta vez sin hacer mucha fuerza, sin lastimarme.

«No me di cuenta cuánto extrañé a mi amigo hasta ahora, no puedo creer que lo haya abandonado, fui una estúpida, si no hubiera salido de aquí nada de esto hubiera pasado, todo estará bien». Me arrepiento en mis adentros.

Se separa de mí al sentir unas pisadas. Alex volvió.

—Volvió... —susurre con pánico.

Matías me agarra del brazo y me lleva al baño donde cierra la puerta y la atasca con una silla que está adentro.

Matías observa el baño con atención, hasta que detiene la vista en la ventana y sonríe.

—Saldremos por ahí, es algo chico, pero ambos estamos bastantes flacos, no habrá problema —dice con ironía.

Era cierto, él está flaco, demasiado delgado, a sus lindos ojos los adornan unas grandes ojeras, sus labios están agrietados, su cabello más corto que antes y desordenado, se nota que no la ha pasado muy bien durante este tiempo, sin embargo, a pesar de todo, sigue siendo muy lindo.

¡Qué suerte! ¡Yo me debo ver como sacada de una película de terror...!

—¿Leslie? Sé que soy guapo, pero un violador está por derribar la puerta. —dice mezclando el sarcasmo y el terror.

¿Derribar la puerta? Entonces me doy cuenta que la puerta está siendo golpeada fuertemente, mientras que Matías trata de mantenerla cerrada con ayuda de la silla.

—¿Salimos por la ventana? —yo asiento—. Bien, sacaré la silla, tú te trepas rápido y pasas para el otro lado, después yo soltaré la puerta y subiré lo más rápido que pueda, cuando esté del otro lado correremos derecho.

—Está bien.

Matías en un movimiento veloz pone la silla enfrente a la ventana y sostiene aún más fuerte la puerta para que no lograsen pasar.

Subo a la silla y doy un salto para apoyarme en el marco de la ventana e impulsarme, paso la ventana y como del otro lado no hay silla ni nada para equilibrarme, caigo de golpe al suelo. En ese momento Matías grita para que corra.

POV's Matías

Agarro a Leslie del brazo sintiendo una descarga eléctrica en todo mi ser.

Ella comienza a perder fuerzas en las piernas, corriendo más lento; luego, de la nada, deja de correr y cae al suelo en un golpe sordo.

La cargo estilo princesa y continúo corriendo, faltaba poco, no podíamos parar.

Al poco tiempo llegamos. Recuesto a Leslie en el suelo, corro las hojas del piso dejando ver una puerta, saco la llave y abro la puerta, vuelvo a cargar a Leslie y entro con ella.

Sí, tengo una casa subterránea. Este lugar fue originalmente de mi padre, cuando era un niño algunos sábados veníamos aquí a alejarnos de la realidad, mi padre se relajaba del trabajo y yo disfrutaba con él. La vez que escapamos con Leslie del Psiquiátrico y vinimos a este bosque se me hizo muy familiar, nunca supe por qué. Más adelante, cuando ella se fue, me puse a investigar el bosque y encontré la puerta. La llave la traigo siempre conmigo, en mi collar. Cuando mi padre murió él me la regaló como recuerdo a los mejores momentos que pasamos juntos en esta casa subterránea. Tiempo después de su muerte comencé a verlo en todos lados y a escuchar voces, mi madre me tachó de esquizofrénico junto con el doctor y me internaron. Jamás solté la llave, siempre la tuve conmigo.

Al poco rato se sienten pisadas en la puerta, como si alguien pasara corriendo sobre ella.

—¡Ahhh! —grita Leslie sobresaltándome, corro hacia ella y me arrodillo a su lado.

—Tranquila, fue solo una pesadilla, todo está bien, estamos a salvo —susurro acariciándole el pelo hasta que se vuelve a dormir.

Está tan demacrada, sus ojos azules ya no tienen brillo. Lo que más me impacta es su cuerpo, está demasiado flaca, su tobillo está realmente infectado, no creo que pueda caminar por demasiado tiempo.

Tiene moretones por todos lados y está vestida con tan solo una remera corta y una falda que apenas cubren su cuerpo. Son unos enfermos los que le hicieron eso, ella no lo merece, ¡ella es un ángel! Ella jamás mataría una mosca, no merecía que unos enfermos la dañaran tanto: ni físicamente, ni psicológicamente.

—Mi ángel... —susurro para después caer dormido aún lado de ella y esta vez, por primera vez en meses, dormir con una sonrisa.

***

Me despierto y miro dónde me encuentro: es la casa, estamos a salvo. A pesar de haber dormido prácticamente en el suelo, me siento como en el paraíso.

Me levanto sentándome en el piso y miro hacia la cama encontrándome a Leslie en el borde con la mirada perdida.

—¿Les...? —la llamo, ella seguía mirando a la nada— ¿Leslie? —volví a hablarle y esta vez sí voltea a mirarme—, ¿estás bien?

—Sí —dijo y me sonríe, pero su ánimo no llega a su mirada.

—¿Estuviste llorando? —pregunto al notar sus ojos rojos y tristes. Ella se tensa.

—Sí... Sólo tuve una pesadilla, nada importante —sonríe forzadamente—. ¿Te puedo hacer unas preguntas? —completa cambiando de tema.

—Claro, las que quieras.

—¿Dónde estamos? ¿Qué hacías en la cabaña? ¿Qué fecha es?

—Primero, estamos en una casa subterránea. Segundo, todos los días voy a la cabaña para... para ver si volviste y sí, sé que es extraño, pero no podía evitarlo y al final te terminé encontrando —sonrío—. Tercero, hoy es doce de octubre.

—¿Doce de octubre? ¿Casa subterránea?

—Sí, hoy es doce de octubre y sí, casa subterránea. Ahora estamos debajo de la tierra.

—Entonces, ¿ya tengo dieciocho años? —susurra sorprendida.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —ella asiente— ¿Estuviste todo un año secuestrada?

—No, yo... sí, sí, creo que un año encerrada.

—Lo lamento...

—No tienes por qué disculparte, no fue tu culpa.

No sé por qué presiento que me oculta algo, aunque ella no haría eso.

—Ahora todo va a estar bien, nadie te volverá a tocar, yo te protegeré.

—Gracias...

«Ella es tan brillante como un ángel y tan oscura como un demonio»

El diario de Leslie. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora