Final.

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—¡Ah! ¿Le compraste flores? —dijo tirando el ramo al suelo—. ¡Qué tierno! Aunque no es necesario eso para acostarte con ella, solo tienes que decirle qué hacer y ella lo hará, está bien entrenada —dijo Alex con diversión apuntándome con su arma.

¿Se preguntarán cómo llegamos a este punto? Bueno, salí a comprar comida ya que se había acabado, pero demoré más de lo normal porque pasé a comprar flores para Leslie, ella ha estado muy seria y quería intentar sacarle una sonrisa, por muy pequeña que fuera. A medio camino me encontré a este animal, quien ahora me apunta con un arma negándose a dejarme ir.

—Cobarde —murmuré.

—¿Que dijiste?

—¡Que eres un cobarde! No te animas a pelear a golpes, siempre estás detrás de tu arma, como una niñita —culminé con diversión.

—¿Así? Bueno, quieres pelear, ¡peleemos! —dijo y segundos después guardó el arma en sus pantalones.

Sonreí.

Este puede ser el momento para sacar todo el coraje que tengo, por lo que le hizo a Leslie, por tenerla secuestrada y usar su cuerpo a su antojo.

No dudé ni un segundo y me abalancé hacia él tirándolo al suelo, dándole puñetazos en todo el rostro, él intentaba quitarme de encima, sin éxito, yo perdía fuerza, la verdad es que no estoy en las mejores condiciones y eso estaba a su favor. Al ver que yo perdía ímpetu me sostuvo el puño antes de que golpeara nuevamente su rostro y lo torció haciéndome gritar de dolor, luego le dio un rodillazo a mi entrepierna y no pude hacer más que ponerme en posición fetal y gritar. Alex escupió sangre y pasó su mano por el rostro quitando manchas de la misma. Se paró y me observó desde arriba con superioridad. Su rostro estaba hinchado y de su nariz corría un hilo de sangre. Él sonrió y comenzó a patearme en la cara, abdomen, en todo el cuerpo, dejándome sin aire varias veces. Cuando estaba a punto de desmayarme sentí su grito.

—¡No! —gritó una voz femenina a los lejos y segundo después Alex estaba tirado en el suelo mientras que Leslie me observaba—. ¡Matías, Matías, levántate! —dijo entre sollozos intentando ponerme de pie, sin éxito alguno.

Yo, por más que intentase, no podía ponerme de pie, sentía miles de cuchillos clavándose en todo mi cuerpo.

—No debiste salir, estabas segura en la casa —hablé y mi voz salió rara, como un susurro, mi pecho dolía, pero Les escuchó lo que dije.

—Matías...

—¡Maldita estúpida! —gritó Alexander y agarró a Leslie del cuello—. Eres un juguete malo ¿cómo te atreviste a escapar?

—¡Déjame! —gritaba Les intentando zafarse de su agarre y mirándome con lágrimas en los ojos.

Al ver que a Leslie le comenzaba a faltar el aire me puse de pie con ayuda de un árbol, no sé de dónde saqué fuerzas, solo sé que aquel hombre le estaba haciendo daño a la mujer que amaba.

—¡Suéltala! ¡Ya le has hecho mucho daño, ella no merece esto!

—¿Ah no? —lanzó una carcajada aflojando el agarre en su cuello—. ¿No le dirás, pequeña, todo lo que hiciste cuando lo abandonaste? ¿Cómo matabas a esos inocentes vagabundos? ¿Cómo los asesinaste a golpes? ¿Cómo sonreías al ver sus gritos de dolor? ¿No le dirás...?

—¡Cállate! —gritó Leslie interrumpiéndolo.

—¿De qué hablas? Ella jamás haría eso, ella no es como tú, ¿verdad Leslie? —pregunté, ella no respondió, solo bajó la mirada y soltó un par de lágrimas—. Tú... ¿Cómo pudiste?

—Lo siento Matías.

Alex largó otra carcajada.

—¿Qué creías? ¿Que era un ángel? ¿Que fue una víctima toda su vida? Déjame decirte que viviste engañado todo este tiempo. ¡Ella es una maldita loca! —dijo Alexander burlón.

Y la observé, esta vez con otros ojos, ella no era Les, no era la Leslie que conocí en el psiquiátrico, su mirada era diferente, su mirada demostraba lo destruida y muerta que estaba por dentro.

Sonidos de patrullas se escucharon, y en solo segundos un montón de policías nos rodeaban apuntando a Alexander mientras que él se protegía con el cuerpo de Leslie, quien no dejaba de llorar y pedirme perdón.

—¡Oh! ¡La policía! Lamento decirles que llegaron tarde para una gran confesión, pero justo a tiempo para el acto principal. —gritó alegre.

Puso a Leslie a su costado apuntando con el arma a la cabeza de ella y la de él. Si llegara a apretar el gatillo no sólo se mataría, sino a Leslie también. Ambos muertos con tan solo una bala.

Los policías se tensaron.

—¡Baje el arma! —gritó uno.

—¿Que no saben decir otra cosa? —largó una carcajada.

—Escuche, queremos que baje el arma, no solucionará nada matando a la niña.

—¡Cállense! —gritó y después puso su boca en el oído de Leslie—. Tu madre es una zorra, ella me lastimó mucho y ¿adivina qué? La maté y ahora vas tú, no mereces vivir, nadie que sea familia de tu madre lo merece y como ella, no mereces vivir, pero claro, antes de matarte tenías que sufrir y lo hiciste, ¡por un año entero!

Lo policías no escucharon nada porque estaban lejos, solo observaban a Alex atentos a sus próximos movimientos, no obstante yo sí escuché al estar a solo medio metro de ellos.

Leslie levantó la mirada y me observó.

—Lo siento Matías, siento abandonarte, perdóname por todo. No te olvides de vivir y ser alguien en la vida, eres muy joven y no mereces todo lo que sufriste. Te quiero, eres el único que no me traicionó, incluso yo me traicioné, pero tú nunca lo hiciste. En serio te quiero.

Me dijo dándome una sonrisa sincera, una sonrisa que nunca vi desde que la conozco, esa era la verdadera Leslie, la que no mataría a una mosca, la de la mirada tierna... Aunque ya no importaba, esa Leslie se despedía, ella sabía que moriría.

—Yo también te quiero Leslie y te perdono por todo, pero no te despidas, por favor... —dije al borde del llanto, interrumpido por el sonido del arma siendo disparada.

Sus cuerpos cayeron al suelo rodeados de un charco color carmesí.

El poco brillo que quedaban en sus ojos se fue dejándolos fríos y... muertos. Ambas Leslie se fueron: el amor de mi vida y el otro lado que jamás conocí, su lado malo. Ambas se fueron, haciéndose una, se fueron.

Me acosté a su lado y puse su cabeza en mi regazo.

—No, Les... ¡Leslie! ¡Despierta! ¡Les! —unos policías me sostuvieron de los hombros y me alejaron de su cuerpo—. ¡LESLIE! —fue lo último que grité para luego caer en un profundo vacío, rogando que todo esto fuera un sueño y que al despertar, ver a Les dormida en la cama, viva.

Pero eso no pasó, al despertar lo único que vi fue un cuarto blanco y máquinas conectadas a mi cuerpo.

Ella murió, ella no volverá. Cuando por fin la había recuperado la arrebataron de mis brazos, dejándome solo de nuevo, dejándome en un profundo pozo sin salida alguna, dejándome a la deriva en un mar de tristeza, pero prometo que saldré adelante, viviré la vida, ¡seré alguien! Te lo prometo, mi ángel.

Fin.

•••••

Llegamos al final del libro, pero aún falta el epílogo.

Sé que la parte de la pelea quedó extraña y es que no soy buena escribiendo ese tipo de cosas, más adelante lo editare.

Espero que les haya gustado el libro y próximamente publicare otro :) Gracias por leer.

-A

El diario de Leslie. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora