Eras como el arcoiris después de la lluvia. Un rayo de color, dentro de la oscuridad de mi corazón.
Eras la última vida del gato, tras morir enamorado por séptima vez.
Eras una tarde lluviosa de invierno,
inundada en manta y pelis.
Eras el barco a la deriva,
viendo un nuevo amanecer.
Eras la canción que bailábamos,
mientras nos pisábamos los pies.
Eras ese recuerdo, que al pensarlo,
se echaba de menos.
Eras aquella noche de estrellas fugaces,
tan fugaces que sólo huían, cómo temiendo algo. Como temiéndote a ti.
Eras esa estación de Vivaldi,
con intención de inhibir el frío.
Eras una ducha de agua fría.
De las que te recomponen cuando notas gota a gota bajando por la piel.
Eras luz en plena penumbra.